El día en que supo que estaba embarazada fue el más feliz de su vida. No es que fuese mayor, pero no deseaba dejar pasar más tiempo para conseguirlo. Ése era el momento ideal. La vida le sonreía.
Todo se truncó aquel maldito día. La revisión ordinaria detectó algo imprevisto. Las primeras pruebas confirmaron lo que los médicos temían: el dichoso tumor era maligno.
¿Qué hacer? ¿Tratar el cáncer o esperar a que naciese el bebé? Las posibilidades de volver a quedarse embarazada eran prácticamente nulas; el tratamiento hacía el embarazo inviable y abortar significaba, lamentablemente, perder toda posibilidad de ser madre.
Decidió esperar. Hoy, Paola, está a punto de finalizar su etapa escolar. Lucía, mi prima, la observa con cariño desde el cielo.
Uno de cada mil embarazos se complica con la aparición de un cáncer. Una situación difícil en la que el médico y la paciente tienen que decidir qué es lo mejor para la madre y para el feto. Por desgracia, esa decisión siempre termina con la muerte de una de ellas. Pero esta situación puede que pronto pase a la historia. Un nuevo estudio publicado en la prestigiosa revista médica “The Lancet” desvela que la exposición prenatal a radioterapia, quimioterapia, revisiones y medicaciones no influye en el desarrollo del bebé.
Un equipo dirigido por Frédéric Amant, del Instituto del Cáncer de Leuven (Bélgica), realizó un seguimiento de 70 niños (nacidos de 68 embarazos) cuyas madres habían sido tratadas contra el cáncer, durante un periodo medio de 2 años y, en algunos casos, hasta cumplidos los seis. Los resultados obtenidos demuestran que sus capacidades intelectuales y su salud cardiovascular no difieren del resto de la población infantil.
Entre la semana 14 y la 35, el tratamiento ideal para tratar el cáncer en una mujer embarazada es la quimioterapia. Pasada la semana 35 está contraindicado ya que existe el riesgo de que la mujer se ponga de parto de forma espontánea.
Los ginecólogos suelen desaconsejar el alumbramiento prematuro debido a los riesgos que tienen los bebés prematuros. Sin embargo, en los casos en que la madre debe medicarse contra el cáncer, no había más remedio que tomar esta decisión. A partir de ahora, todo esto puede cambiar.
Estamos ante una buena noticia pero no todo está hecho. Hacen falta muchos más estudios que confirmen las conclusiones de este estudio. La colaboración entre oncólogos, obstetras y pediatras será fundamental para ello.
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