Cuando hablamos
de emprendedores, imaginamos a jóvenes recién llegados a la universidad que
empiezan una aventura empresarial (habitualmente relacionada con las nuevas
tecnologías) en el garaje de su casa o en un pequeño local y que tienen
rápidamente un éxito fulgurante.
Sin duda que a
ello han contribuido las biografías de Mark Zuckerberg, creador y
presidente de Facebook con sólo 19 años y que se convirtió en el
multimillonario más joven de la lista Forbes; de Steve Jobs y Steve Wozniak,
fundadores con 21 años y en el garaje de su casa de Apple; de Zaryn Dentzel,
cofundador de Tuenti, que llegó a España con 15 años en un programa de
intercambio y acabó montando a los 23 la principal red social de origen
español; de Michael Dell que creó la multinacional que lleva su apellido a los
22 y, como no, de Bill Gates y Paul
Allen que fundaron Microsoft en el famoso garaje del primero de ellos cuando
tenían 20 y 22 años. Todos jóvenes, muy jóvenes. Pero esa característica no es
la principal a la hora de triunfar en el mundo de los negocios; ¿sabían que
Arianna Huffington fundó su innovador e icónico Huffington Post a los 54 años?
Según un estudio realizado por Vivek Wadhwa de la
Universidad de Duke y publicado por The Washington Post, la mayor parte de los
emprendedores de éxito en doce sectores de rápido crecimiento pusieron en
marcha sus compañías habiendo alcanzado ya los 40 años. Analizaron los casos de
500 empresarios de éxito en Estados Unidos y los datos son sorprendentes: había
el doble de emprendedores con 50 años que con 25 y también doblaban los de 60
años a los de 20. ¿Quién dijo que para ser emprendedor era imprescindible ser
joven?
Aquí en España la tendencia es muy similar. Durante el año
2011, los mayores de 45 años han puesto en marcha el 26% de las nuevas empresas
(un 7% más que el año anterior) y la edad media de los emprendedores en España
va en aumento año tras año y ya supera los 38.
¿Qué lleva a estos trabajadores a emprender esta nueva
aventura en sus vidas? Primordialmente, los motivos en nuestro país son de dos
tipos. Por un lado están aquellos que lo hacen por necesidad: han perdido sus
empleos y ante la perspectiva de un largo periodo de inactividad, se deciden
por el autoempleo. El otro grupo de “empresarios senior” es el de los profesionales
altamente cualificados que han llegado a puestos de responsabilidad dentro de
sus empresas y que, en un momento dado, deciden aprovechar para sí mismos su
experiencia, conocimiento y red de contactos poniendo en marcha su propio
negocio. Para ello se suelen valer del colchón financiero, más o menos tranquilizador,
que han acumulado durante su vida profesional.
Aunque esta tendencia ya se venía arrastrando desde hace
bastante tiempo, la crisis económica ha sacado a la luz una triste realidad:
España está perdiendo muchísima capacidad profesional en las empresas por la
dichosa manía de enaltecer a la juventud desperdiciando la valiosísima
experiencia de trabajadores altamente cualificados. Es una pena que muchos
empresarios no se den cuenta de que la mejor forma de revitalizar sus empresas
es acertar con la combinación correcta entre juventud y experiencia.
Cada vez más trabajadores “mayores” se cansan de aguantar
las organizaciones farragosas de las grandes empresas o el famoso “lo sentimos,
buscamos jóvenes prometedores” y tienen la valentía de dejar su puesto de trabajo
(habitualmente bien remunerado) o abandonar la comodidad del paro (a la espera
de un empleo de asalariado) para ponerse a trabajar por su cuenta.
Y los resultados de esa aventura suelen ser satisfactorios
ya que en la fase de consolidación de esas nuevas empresas, momento en que
empieza a demostrarse la viabilidad del proyecto, más de la mitad (56%) de
ellas está comandada por un emprendedor de más de 45 años. O sea, tienen el
doble de éxito que los de menor edad.
Además, según reconocen ellos mismos, dar este paso tan
importante en sus carreras profesionales, les ha rejuvenecido. Y seguro que
también se sienten más felices.
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