domingo, 4 de julio de 2010

Los peligros de pedir leche en un restaurante



Aunque siempre hay que estar atentos, ahora que llega el verano y empiezan los calores debemos tener mucho cuidado con los alimentos que ingerimos, sobre todo si lo hacemos fuera de nuestros hogares.

Todos huimos de las famosas ensaladillas de los chiringuitos de las playas, pero los peligros pueden estar también en los sitios que, a priori, parecen más fiables.

Investigadores del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Valencia han realizado un estudio sobre la calidad de la leche y otros productos lácteos listos para servir en diferentes restaurantes de la Comunidad Valenciana.
Tras recoger 256 muestras diferentes y analizarlas en sus laboratorios, han publicado un trabajo en el que ponen de manifiesto que el 35% de las muestras excedía el nivel máximo establecido para enterobacterias y un 31% superaba la normativa para microorganismos aerobios mesófilos.

Aunque la mayoría de patógenos analizados no son excesivamente peligrosos para la salud de los consumidores (ninguno de los lotes analizados contenía “S.aureus”, “L. Monocytogenes” o “Salmonella”), si que pueden provocar algunos desagradables trastornos intestinales.


Aparte del hallazgo de estos microorganismos, también han estudiado las causas que los provocan y han llegado a la conclusión de que las condiciones de manipulación y conservación en estos establecimientos públicos no son los correctos. En algunos casos se ha producido un fallo en la cadena del frío, ya sea en el transporte, almacenamiento o mantenimiento final del producto. En otros, se ha constatado un recalentamiento constante de la leche o la conservación de la misma en recipientes no aptos, como las jarras y a temperatura ambiente. Tampoco ha faltado los casos de deficiencias de limpieza de utensilios y vaporizadores de cafeteras.

Tras este trabajo, los investigadores han recomendado a los restaurantes que participaron en el estudio que mejoren la manipulación de la leche y otros productos lácteos, que respeten la cadena de frío y que mejoren la higienización de las herramientas de trabajo.

Está claro que la gran mayoría de los bares y restaurantes de nuestro país cumplen con las más básicas normas de higiene en sus locales, pero como consumidores (y posibles “sufridores”) no estaría de más que al pedir la leche o sus productos derivados en cualquier establecimiento de restauración, comprobásemos antes las condiciones higiénicas del local y la manipulación de los alimentos.

Pero sin exagerar; no nos volvamos paranoicos, que dolores de estómago y diarreas siempre han existido y no sólo han sido por culpa de los restaurantes.

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