lunes, 14 de febrero de 2011

Gala de los Goya: las vergüenzas del cine español que trataron de esconder



Seguramente muchos de ustedes vieron ayer la ceremonia de entrega de los premios Goya. Como todos los años (y ya van 25, increíble) vimos desfiles por la famosa “alfombra roja”, muchas fotos, mucha sonrisa, vestidos equivalentes a dos años de un sueldo normal, mucho autobombo, mucha solemnidad, bromas, aplausos y alguna que otra lágrima.

Los premios se los llevó “por sorpresa” la cinta catalana “Pa negre”. Entrecomillo lo de sorpresa porque todos los medios han destacado que esta película “no entraba en las quinielas de premios”. Ya. ¿Y creían que se lo iban a dar a Don Alex que ha dejado con el c... al aire a la ministra o a Doña Iciar que “amablemente” no ha aceptado el cargo de directora de la Academia del Cine? Tampoco hacía falta ser un genio para acertar este año.


Pero lo que más nos llamó la atención fue cuando se refirieron al año 2010 como “un buen año para el cine español” y que la cosecha obtenida había sido “excelente”. ¿Seguro? Les dejamos algunos datos que parecen indicar lo contrario:

Recaudación cine español. Año 2009: 104 millones de euros; año 2010: 70 millones.

Recaudación cine foráneo. Año 2009: 567 millones de euros; año 2010: 575 millones.

Aunque las cifras ya son elocuentes, hay que aclarar que de la paupérrima cifra de ingresos del cine español, una tercera parte fue recaudada por sólo tres películas (Tres metros sobre el cielo, Los ojos de Julia y Que se mueran los feos; curiosamente ninguna de las tres que optaban a los Goya), cuando la producción nacional supera con mucho el centenar de filmes y que la rebaja de espectadores fue aun más escandalosa (se nota menos en la recaudación ya que las salas subieron precios): de 17,7 millones a 10,4.

Cualquiera que lea estas cifras (excepto la ministra Sinde, claro) llegará a la misma conclusión: los españoles no hemos dejado de acudir a las salas de cine. Lo que hemos dejado de hacer es pagar por ver una película española. ¿Por qué?

Seguramente son muchas las causas, pero sobre todo influyen dos motivos: el primero es el suicidio en el que se han embarcado desde las postrimerías del gobierno de José María Aznar, tanto actores como directores, apoyando descaradamente las tesis de la izquierda española y criticando con saña (y por cualquier motivo) todo lo que provenga de la derecha. Da la impresión de que si de ellos dependiera, desterrarían del país a todo aquel que no comulgara con sus sectarias ideas.

Esto provoca tal rechazo e indignación en la mitad de la población española (la que no es de izquierdas) que muchos preferirían sufrir cualquier castigo divino antes de sentarse en una butaca a ver un film protagonizado o dirigido por cualquiera de estos personajes.

Aunque, sin duda, el principal motivo de la baja asistencia de público a las películas españolas es porque son malas. Tremendamente malas. Y el motivo es muy simple: para vivir bien, no tienen la necesidad de hacerlas mejor.

La cultura de la generosa subvención ha calado tan hondo que nuestros “artistas” se despreocupan de la calidad del producto que realizan y sólo les importa apoyar al político de turno que, en agradecimiento por los servicios prestados, les regará con dinero público. El Ministerio de Cultura, a través del Fondo para la Protección de la Cinematografía, otorgó durante el pasado año ¡90 millones de euros! en subvenciones; 20 millones más de lo que se recaudó en taquilla.


Si los productores de una película se llevan bien con el poder, recibir subvenciones resulta bastante sencillo. Por ejemplo, reclutar a un director novel engañándole con falsas promesas y producirle su “ópera prima” puede suponer unos ingresos vía subvenciones de hasta 500.000 euros otorgados por el Ministerio de Cultura.

Si la película se realiza en cualquiera de las comunidades autónomas con dos lenguas oficiales, rodarla en la lengua cooficial tiene su premio: la Generalitat de Cataluña subvenciona hasta con 200.000 euros la “catalanidad” de la película.

Tampoco es moco de pavo lo que se puede sacar de las televisiones. Por ley, éstas tienen que gastar el 5% de sus ingresos totales patrocinando cine patrio. Conociendo como conocen la baja calidad de las películas (hecho que imposibilita recuperar la inversión ofreciéndolas en abierto en sus cadenas) ¿a quien subvencionan? Supongo que lo habrán acertado: le hacen el favor a los que se llevan bien con el poder para luego cobrarse estos favores.

Como para conseguir la distintas subvenciones, la película se tiene que estrenar, si los distribuidores no muestran interés en hacerlo, nada más fácil que alquilar una sala de pueblo unas horas y el estreno ya es oficial. ¿Qué allí no se saca ni para pipas? No importa; sus beneficios no dependen de la taquilla.


Si todos estos cobros ya resultan atractivos, nos dejamos para el final el más importante: la subvención que el Ministerio de Cultura otorga como ayudas a la producción y que son proporcionales al presupuesto de la película. Yendo bien las cosas, se puede conseguir un tercio de lo que ha costado. La jugada está clara: Si realmente vale 200, inflan el presupuesto y dicen que ha costado 1.000. Con el tercio que les paga el Ministerio, cubren el presupuesto y encima sacan beneficios.

Para conceder la subvención, Cultura exige una recaudación mínima en salas de 35.000 euros (lo han rebajado desde los 60.000 que exigían con la anterior ley) que muy pocas películas españolas logran conseguir. En este caso, el truco también es sencillo: el productor “ayuda” a las taquillas comprando fajos de entradas hasta llegar a la cifra exigida.


¿Qué al final sólo ven la película los familiares del director? ¡Y qué importa! La productora se ha llevado 500.000 por director novel, 200.000 por rodar en una lengua que pocos entienden, el pellizco de las televisiones y todo lo que haya querido inflando el presupuesto; los actores, guionistas y personal técnico han cobrado generosamente y los políticos de turno alardean de que con sus acciones contribuyen a la grandeza de la cultura española. ¿Hay alguien que pierda en el cine español? Si, usted y yo, que pagamos impuestos para que todos estos vividores se lo lleven crudo.

En fin, ahora ya saben lo que nunca escucharán en una Gala de los Goya: la realidad del cine español.

1 comentario:

bloggergirl dijo...

Me ha gustado mucho el articulo, en mi blog yo también he hablado de los Goya pero más bien de los que recibieron el premio, soy nueva en esto de los blogs, podrías mirar mi blog y decirme si está bien, www.cosasdelafama.blogspot.com
Gracias.