Una de las pocas medidas (y nada
original, por cierto) que ha tomado el actual Gobierno de España para reactivar
nuestra maltrecha economía, el Plan PIVE para la compra de un vehículo nuevo a
cambio del achatarramiento de otro de más de doce años, tiene trampa, al menos
para quien no conozca las leyes tributarias.
Seguro que muchos habrán oído hablar del
Plan PIVE durante esta última semana; ¿en qué consiste? A través de este plan,
se conceden unas ayudas para la compra de un vehículo nuevo cumpliendo dos
condiciones: que se achatarre otro con más de doce años de antigüedad y que el
nuevo tenga unas emisiones bajas de gases contaminantes. La ayuda será de 2.000
euros, de los cuales 1.000 los aportarán los fabricantes y los otros 1.000 el
Gobierno. El plazo para acogerse a este plan empezó el pasado 1 de octubre y
tendrá vigencia hasta el próximo 31 de marzo o bien hasta que se agoten los 75
millones de euros que, como máximo, aportará el Gobierno. Les aconsejo que si
quieren acogerse a las ayudas, no demoren la compra ya que, tal como ocurriera
con el anterior Plan 2000E del Gobierno de Zapatero, la dotación solo cubre
75.000 operaciones y, aunque la economía va de mal en peor, seguro que el
presupuesto se agotará mucho antes de la fecha límite.
Al principio les hablaba de que el Plan
tiene trampa. Bueno, realmente no es ninguna artimaña ya que estamos hablando
del cumplimiento de la actual legislación tributaria. Lo que pasa es que no lo
explican y luego llegan las sorpresas. Al igual que los anteriores planes para
la renovación del parque automovilístico (RENOVE y Plan 2000E), la aportación
que realiza el Estado se tiene que considerar como ganancia patrimonial no
derivada de una operación de transmisión y forma parte de la base imponible
general. Por lo tanto, estamos hablando de una carga impositiva sujeta al tramo
al que esté tributando cada persona. Si usted tributa al 22%, pagará en su
próxima declaración 220 euros y si tiene la “suerte” (que ya me gustaría a mi) de
cotizar al 52%, pues pagará 520 euros.
Por supuesto, los 1.000
euros que aporta el fabricante no tributan ya que están considerados como
promoción de una empresa privada. Bueno, los 1.000 o los que quieran aportar
tanto el fabricante como el concesionario; que ya he leído por ahí ofertas de
4.000, 5.000 y hasta 9.000 euros. No obstante, vayan con cuidado porque ya me
han dicho un par de amigos que los precios en los concesionarios que han
visitado, una vez aplicadas las ayudas, son idénticos a los que les ofertaron antes
del verano. Desde entonces ha subido el IVA, pero eso, para un coche de unos
15.000 euros no llega a suponer 500 euros. De ahí a 2.000 euros…
¡Ah! Y lean la letra
pequeña. Porque si la oferta es mayor de 2.000 euros, seguro que va ligada a la
financiación del total del valor del vehículo con la
financiera de la marca en cuestión. Y no suele bajar de un plazo de tres años
con un interés que oscila entre el 8% y el 12%. Y eso es una “pasta”.
Ya he escuchado en algunas tertulias
comentarios relacionados con este nuevo Plan PIVE. La mayoría de ellos (cargados
de demagogia) son del tipo “subvencionan la compra de coches y no pagan los
libros de nuestros niños” o “ese dinero es el que se ahorran con las medicinas
de nuestros jubilados”. Por supuesto que no apoyo, ni de lejos, los recortes
del Gobierno de Rajoy, pero una cosa no tiene nada que ver con la otra.
A mi tampoco me gusta que con el dinero
de todos los contribuyentes españoles, mi vecino, el del tercero, estrene
coche. Pero la realidad es que mi “querido” vecino, sin esta ayuda, seguramente
no se lo compraría y al hacerlo, estará cotizando en el IRPF, al menos, una
cuarta parte de los 1.000 euros del Estado. Además, si su nuevo coche ronda los
15.000 euros, unos 3.000 se los continuará quedando el Gobierno en concepto de
IVA y a eso habrá que sumarle los impuestos que pagará el concesionario, los
que le cobrarán con su nuevo seguro a todo riesgo, el aumento en el impuesto de
circulación… En resumen, además de incentivar el consumo y con él la economía y
los puestos de trabajo, la compra que realizará mi vecino le reportará al
Estado unos jugosos beneficios que fácilmente cuadruplicarán la subvención de
los 1.000 euros. Y encima estará contento siendo la envidia del vecindario.
¿Por qué no siguen por ese camino? ¿Por
qué no subvencionan también otros sectores como las motocicletas eléctricas,
los electrodomésticos de bajo consumo, los sanitarios ecológicos del cuarto de
baño o los muebles reciclables del salón?, por poner ejemplos de “consumo sostenible” tan
en boga en nuestros días. Y si fuesen “Made in Spain”, mejor.
Que se dejen ya de subidas de impuestos y
de recortes y que le echen un poquito de imaginación. ¡Vamos Mariano! ¡Que tú
puedes!
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