Llevan varios
días anunciándolo como si nos fuese la vida en ello. Y es que claro, para una
vez que pueden dar una buena noticia… ¡La tarifa eléctrica baja! Pero no crean
que es oro todo lo que reluce porque cuando les remitan el recibo de la luz a
sus casas, comprobarán con estupefacción
que han pagado más, bastante más. ¿Cómo es posible? Se lo intento explicar.
El precio de la electricidad se dictamina cada tres meses y
está compuesto por dos partes que tienen un peso más o menos del 50%: los peajes
eléctricos (fijados por el Ministerio de Industria) y otro componente variable
que se determina a través de una subasta. En esta ocasión, el Ministerio
decidió congelar el peaje y como la subasta celebrada la semana pasada se saldó
con una caída de los precios del 4,6%, la Tarifa de Último Recurso o TUR (a la que se
acogen el 80% de los consumidores) bajará un 2,29% entre octubre y diciembre.
Sin embargo, este descenso se verá contrarrestado por otros
factores que convertirán la supuesta bajada en una importante subida. ¿Cuáles
son? En primer lugar, la escandalosa subida del IVA del 18 al 21% que sufrimos
desde el pasado 1 de septiembre (incluso pagamos esta subida en los meses de
julio y agosto al facturarnos en septiembre; nunca tienen suficiente) se come
con creces esta bajada, pero a esto hay que añadirle el “tarifazo” que el
Tribunal Supremo ha obligado al gobierno a aplicar de forma retroactiva.
¿En qué consiste? En los últimos coletazos del anterior
gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y ante la inminente llegada de las
elecciones, el susodicho gobierno tuvo a bien “regalarnos” una congelación (en
contra de toda lógica dadas las circunstancias del momento) del peaje eléctrico
para el último trimestre de 2011 y el primero de 2012. Lógicamente, las
eléctricas no estuvieron de acuerdo (a estos no hay forma de quitarles un euro
ni por casualidad) y presentaron un recurso ante el Tribunal Supremo para que
obligase al gobierno a rectificar esa decisión. Imaginen si estaría claro (¿o es que con los poderosos corren más?) que
con lo lenta que es la
Justicia española, en menos de seis meses dictaron sentencia
obligando al Ministerio a aumentar ese peaje y a cobrarlo de forma retroactiva
a los consumidores. ¿Resultado? Las eléctricas van a facturar desde agosto
hasta diciembre en los recibos de sus clientes esas subidas retroactivas,
correspondientes al último trimestre de 2011 y el primero de 2012. Un nada
despreciable ¡7% de subida!
Haciendo unos pocos números, en un recibo medio de la luz,
la bajada de este mes supondría 1,65 euros; la subida del IVA 2,25 euros y la
facturación retroactiva 6,30 euros. Al final, usted pagará (siempre hablando de
medias) 6,90 euros más al mes. ¡Y nos lo venden como una buena noticia!
Pero no se alteren todavía, que la cosa no acabará ahí. De
cara al año próximo, el ejecutivo de Mariano Rajoy aprobaba hace dos semanas en
Consejo de Ministros un anteproyecto de ley que creaba impuestos para todos los
tipos de energía con el objetivo de ingresar 2.734 millones de euros. Según
esta ley, el Gobierno impondrá un gravamen del 6% de los ingresos a las
empresas de todas las tecnologías de generación eléctricas, dos nuevos
impuestos para centrales nucleares, un canon del 22% sobre la producción
hidroeléctrica y también impuestos especiales para el gas natural, el carbón y el
fuel. ¿Quién cree que pagará este impuesto? ¿Las empresas? ¿O lo repercutirán
en los consumidores finales? No les dejo con la duda: el mismísimo presidente de
la Comisión Nacional
de la Energía ,
Alberto Lafuente, ha llegado a cifrar la subida prevista del recibo que pagarán
las familias el próximo año en un 8%.
Siempre he sido de la opinión de que los consumidores
debemos pagar lo que en realidad cuesta el servicio que recibimos. El famoso
“déficit de tarifa” (no subir la luz y que las generaciones posteriores paguen
lo que nosotros hemos gastado) solo ha servido para que los gobiernos
populistas intentaran conseguir votos; para que el país entero se endeudara
escandalosamente; y para que los
consumidores nos acostumbrásemos a derrochar esa energía barata.
Ahora bien; los españoles estamos pagando una de las
electricidades más caras de Europa. ¿Tendrán algo que ver las políticas
“sostenibles” llevadas a cabo durante los últimos lustros en nuestro país? Lo
digo porque, aproximadamente, un Kw. de una central térmica o de ciclo combinado cuesta unas
cinco veces más que el generado en una central nuclear. Si nos vamos a la
eólica se multiplica por veinte y si nos decidimos por la solar se multiplica
por cien. Mientras aquí cerramos instalaciones nucleares, en Francia construyen
nuevas y más eficientes y luego nos venden esa energía “nuclear” a precio de
oro.
Nos quejamos de que las compañías eléctricas se enriquecen a
nuestra costa. Y no nos falta razón. Pero la nefasta política energética que
nos ha tocado sufrir en las últimas décadas también tiene mucho que ver. Como
suele decirse, lo peor está por llegar.
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