Son insaciables. Nuestros mandatarios,
sean del color que sean, son unos auténticos genios a la hora de sacarnos los
cuartos: céntimos sanitarios, tasas verdes, euro por receta, utilización de
autovías (bueno, este todavía no pero están a punto)… toda una batería de
impuestos y tasas para que engorden las recaudaciones y que ellos puedan seguir
derrochando nuestro dinero.
Pero ni así. Ni masacrándonos logran
cuadrar sus presupuestos. ¿Solución? Rebajar las prestaciones. Pero a ser
posible sin que lo note el personal. Un ejemplo de esta nueva táctica la hemos
tenido hoy durante la rueda de prensa de la presentación de los datos del IPC
mensual del mes de septiembre.
Cuando todos esperaban que el secretario
de Estado de Economía, Fernando Jiménez Latorre, nos deleitase con las
habituales excusas ante el mal dato del IPC del mes pasado (nada menos que el
3,4%), este buen señor, en nombre del Gobierno, nos ha ofrecido el dato de un
indicador hasta ahora prácticamente desconocido: el IPC-IC o, lo que es lo
mismo, el Índice de Precios al Consumo a Impuestos Constantes, o sea, sin tener
en cuenta las escandalosas subidas de impuestos que estamos sufriendo
últimamente.
La cosa no hubiese ido a mayores a no ser
por la pregunta que le hicieron un poco más tarde relacionada con la
revalorización de las pensiones. Como bien saben, este índice solía
actualizarse con el IPC del mes de noviembre. Pues bien, el señor Jiménez
Latorre ha indicado a los periodistas allí presentes que -¡por supuesto!- la
revalorización también se realizaría este año y que el indicador de referencia
se decidiría cuando se supiesen los datos del mes de noviembre. El personal no
es tonto, liga cabos y llega a la conclusión de que el Gobierno nos está
preparando para aplicar de cara a la actualización anual este nuevo IPC-IC. ¿Y
cual es la diferencia? Se lo explico, pero, sobre todo si cobran una pensión,
siéntense antes no vayamos a tener un disgusto.
Como bien saben, el IPC estaba más o
menos controlado en el 2,4% hasta el pasado mes de agosto. Pero llegó
septiembre y con él la subida del IVA: los precios se han disparado hasta el
3,4%. Naturalmente, la mayor culpa de esa subida se la llevan los impuestos y
prueba de ello es que el nuevo indicador con que nos ha deleitado el Secretario
de Estado de Economía, el IPC-IC, se ha quedado en un escuálido 1,4%.
Son muchos los que opinan
que si el Gobierno actualiza las pensiones con el IPC le será imposible cumplir
con el objetivo de déficit que nos han marcado desde Europa. Se calcula que por
cada décima de desviación, el Estado tiene que abonar unos 200 millones de
euros. Por lo tanto, si llegado el mes de noviembre se mantiene la actual
inflación, deberían desembolsar la friolera de 4.800 millones de euros (2,4
puntos desde el 1% que subieron las pensiones en enero). Si en lugar de aplicar
el indicador habitual, utilizan este nuevo… apenas tendrán que desembolsar 800
millones o incluso nada si el indicador, tal como está previsto, se acerca al
1%.
¿Y esto que supondrá para
los pensionistas? Que yo sepa, cuando un jubilado compra una barra de pan, un
litro de gasolina o una entrada para el cine, paga el mismo precio que los
demás. Y ese precio, desde el mes de septiembre, se ha visto incrementado en un
2%, un 3% e incluso un 13% con la subida de impuestos. Si la actualización de
su prestación se hace sin contar esos impuestos…
Vayamos con los números:
una pensión media de 950 euros al mes, tendrá una subida de 3,8 euros si se
aplica el IPC-IC y éste acaba el año en el 1,4%. Si se aplicara el habitual IPC
y estuviese como ahora en el 3,4%, la subida mensual sería de 22,8 euros. En un
año, la diferencia subiría 227 euros. Pues esa es la cantidad que, si usted es
beneficiario de una pensión del Estado, dejará de cobrar en la famosa “paga
extra” que se cobra a principios de año con los atrasos del año anterior (en
este caso de 2012), además de que, al no revalorizarse, las del año próximo quedarán
prácticamente congeladas. Y las del siguiente… y siguiente… lo siento, pero el
dinero que no le aumenten ahora, lo arrastrará para siempre.
Tal como les decía al
principio, unos genios de la recaudación. Siempre y cuando, hablemos de
jubilados, asalariados o funcionarios. Porque si es para reducir cargos
públicos o subvenciones a partidos o sindicatos, no tienen mucha prisa
precisamente.
Tiempo tienen para
rectificar. Esperemos que entren en razón.
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