Ya se que muchos lectores opinarán que el tema que vamos a comentar hoy carece de importancia y no tendría porque aparecer aquí, pero, ¿qué le vamos a hacer? Cada uno tiene sus aficiones y entre las mías aparece, y en lugar bastante destacado, el fútbol.
Los que sigan habitualmente este deporte convendrán conmigo en que uno de los mayores problemas que tiene (y el que más polémicas produce) es el del arbitraje.
Los errores, en ocasiones clamorosos, que cometen los colegiados son motivo de encendidas discusiones que desembocan, habitualmente, en violencia.
Estos errores, que antaño eran discutibles, tras la aparición, hace muchos años, de la televisión y, sobre todo, desde que se instalan más de 50 cámaras en los estadios para la retransmisión de los partidos, son mucho más visibles y resultan escandalosos y difíciles de digerir para el equipo y la afición que los tiene que sufrir.
Ya se que algunos me dirán que muchas situaciones del juego se castigan según la intencionalidad que observe el colegiado en cada jugada. Estoy de acuerdo. Pero existen algunas situaciones, como los fueras de juego o los balones que traspasan o no los límites del terreno de juego (incluidas las líneas de gol), por poner dos ejemplos, en las que no se tiene que medir ninguna intencionalidad: el balón traspasa la línea y es gol o no lo hace y no lo es.
¿Hay alguna solución para que se puedan evitar? Por supuesto: utilizar la tecnología.
Desde hace décadas, estos problemas desaparecieron en uno de los deportes más profesionalizados del mundo: el rugby (o fútbol) americano. Ante cualquier jugada conflictiva, el entrenador de cada equipo puede solicitar al árbitro (tienen dos posibilidades por cada tiempo) que revise la jugada en el vídeo que hay a pié de campo. Con la presencia de todos los implicados, observan la jugada y toman la decisión que creen correcta. ¡Ya no hay más discusiones ni polémicas! Ni entre los jugadores, ni entre los entrenadores ni entre el público asistente al partido. Al fin y al cabo, si el público sabe que la decisión ha sido tomada tras observar la jugada detenidamente, es muy difícil que piensen que es una injusticia y que van en contra de su equipo.
¿Y por que no se hace lo mismo en el fútbol? Simplemente porque la federación internacional de fútbol no quiere. Desde la FIFA se insiste en que la adopción de las nuevas tecnologías menoscabaría la autoridad del árbitro, aunque lo que muchos opinan es que lo que desaparecería es la facultad de poder influir en los resultados.
Parece que todo esto está empezando a cambiar. Tras la polémica jugada acontecida en el pasado Mundial de Sudáfrica en la que el colegiado uruguayo Jorge Larrionda cometió un grave error, al no conceder como gol un remate de Frank Lampard que traspasó claramente la línea de gol alemana, la FIFA ha dado el visto bueno a la utilización de la tecnología en el fútbol. Pero no lancen las campanas al vuelo; sólo se utilizará para resolver acciones dudosas en la línea de gol y determinar así si el balón entró o no en la portería.
Las compañías que decidan presentar sus proyectos tecnológicos, tendrán hasta finales del mes de noviembre para hacerlo, con unas condiciones: que el sistema sea fiable, que la decisión definitiva se tome en un solo segundo y que sea comunicada, única y exclusivamente, a los árbitros del encuentro. El próximo mes de marzo, en la Junta General Ordinaria de la IFAB, podría elegirse el sistema a emplear.
Por algo se empieza. Esperemos que los jerifaltes de la FIFA comprueben que no pasa nada por modernizarse utilizando nuevas tecnologías y que pronto su uso se extienda a otras jugadas dentro de un partido.
Imaginen qué paradoja: mientras en el campo de fútbol, un espectador puede estar viendo la repetición de las jugadas a través de su móvil, el árbitro tiene que decidir una jugada clave para el destino del partido en apenas unas décimas de segundo y sin una buena visión. No es lógico, ¿verdad?
1 comentario:
gran blog
esta muy bien toda la informacion
y pienso igual que tu
Publicar un comentario