martes, 16 de noviembre de 2010

Sepa lo que le cuestan las ruinosas televisiones públicas



Echando la vista atrás, recuerdo el terror que tenía mi abuela María, allá por los años 60 ó70, a que le cobrasen por ver la televisión (en singular porque sólo se veía una cadena). “Que pongan mucha publicidad, porque, en caso contrario, nos harán pagar por verla” decía la mujer.

Mira tu por donde, con el paso de los años, me he dado cuenta de que mi abuela era una visionaria. En la actualidad, más de la mitad de la oferta televisiva es de pago, ya sea recepción por cable, plataformas digitales o algunos canales de la TDT. El resto, tanto las comerciales (Antena 3, Tele 5, etc.) como las públicas, son gratuitas.
¿Gratuitas? Ja. Las comerciales, si, aunque más parecen una sucesión de anuncios en lugar de programas, pero ¿las públicas también? Quien lo crea así, siento decirlo, está completamente equivocado.


Por cuarto año consecutivo, la consultora Deloitte ha presentado el “Informe sobre el coste de la televisión pública en España”, donde se recogen los siguientes datos: las televisiones públicas recibieron subvenciones por importe de 1.362 millones de euros en el año 2009, un 26% más que el año anterior y, a pesar de tan sustancioso “regalo” acumularon unas pérdidas de 772 millones de euros. Todo ello teniendo en cuenta que RTVE aun emitía publicidad; el dato del 2010 (sin publicidad en la pública estatal) puede ser escalofriante.
El coste bruto por hogar de las ¡13 cadenas autonómicas! y de RTVE fue de 187 euros por hogar, de los que 126 euros corresponden a las televisiones públicas de las distintas comunidades autónomas y 61 euros a la televisión estatal. Por ponerles un ejemplo, en su casa, si no tuviesen que pagar por ver (o por no ver, que se paga lo mismo) cualquier cadena pública, podrían contratar GolTV, ver cuatro partidos de fútbol por semana y aun les sobraría dinero.


Aunque me pese, debo reconocer que el Estado no tiene más remedio que pagar algunos servicios. Me estoy refiriendo a servicios básicos como la educación, la sanidad, servicios sociales, algunas infraestructuras, subsidios por desempleo, etc. Y digo que aunque me pese porque la mayoría de estos servicios están muy mal gestionados, cuestan un riñón y son una bolsa inacabable de fraude, pero no tenemos otra alternativa que pagarlos ya que garantizan derechos fundamentales de los españoles. Ahora bien, ¿qué finalidad tiene sufragar con nuestros impuestos las televisiones públicas? ¿Tienen alguna utilidad esas cadenas repletas de telenovelas, programas del corazón, documentales de hace 20 años, debates insulsos y, sobre todo, mucha, muchísima política partidista?

Los políticos, no importa del signo que sean, alardean de que esas cadenas son un servicio público imprescindible. Sobre todo para ellos. En esos entes “colocan” a todo aquel a quien les deben algún favor, pagan sus deudas contraídas con cualquier trato de favor, riegan con dinero público los sectores o actividades que más les conviene y, por encima de todo, les sirve para promocionarse y conseguir una constante publicidad gratuita hacia su partido político. ¿Y se lo tenemos que pagar entre todos?

Se calcula que el precio del grupo RTVE sobrepasa con creces los 3.000 millones de euros (la capitalización bursátil de Tele 5 es de 2.386 millones y no posee todo el archivo documental ni las delegaciones territoriales ni las radios). Si la privatizasen, el Estado ingresaría esa cantidad (superior a lo que esperan ahorrar con la famosa rebaja de impuestos a los funcionarios), dejaría de gastar otros 1.000 millones (ese fue el presupuesto de RTVE el año pasado y como éste no ponen publicidad…) y, encima, conseguiría que el comprador pagase impuestos, cosa que ahora no hacen al ser una empresa estatal. Lo mismo ocurriría con las ¡13 cadenas autonómicas!

Hoy se publica en los medios de comunicación que el PP registrará una proposición de ley sobre la gestión de las televisiones públicas y autonómicas para que las comunidades puedan decidir entre distintas fórmulas de gestión de sus entes públicos, incluyendo su privatización. Pues ya lo podían haber pensado antes (por ejemplo cuando ostentaban el poder de la nación) y no esperar a que estuviésemos en crisis y saliesen todos estos informes.

De lo que estoy seguro es de que mi abuela, ni en la peor de sus pesadillas, hubiera imaginado que tendríamos que pagar, no una, sino catorce televisiones. Incluso sin tener un receptor de televisión en casa.

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