Siempre ha sido un grave problema, pero ahora que la crisis aprieta, se está convirtiendo en una auténtica plaga. Nos estamos refiriendo a la delincuencia callejera y más concretamente a los hurtos y destrozos en las viviendas.
Las noticias de asaltos a viviendas están a la orden del día y quien diga que no está preocupado con este tema es que miente de forma descarada. No es sólo el que te despojen del dinero o de las joyas u otros objetos que tantos buenos recuerdos nos traían; lo peor es que en muchas ocasiones asaltan las viviendas cuando sus dueños están dentro (niños incluidos) y en los peores casos, aparte del robo, se producen agresiones que en los casos más extremos acaban en la muerte de los propietarios.
Los vecinos de la zona de la costa de la localidad alicantina de Orihuela ya hace mucho tiempo que pasaron a la acción. Esta zona está repleta de urbanizaciones, con calles enrevesadas y numerosas casas vacías fuera de temporada que hacen muy complicada su vigilancia. Estamos hablando de 143 urbanizaciones con 32.000 vecinos empadronados, el 90% de ellos extranjeros.
Cansado de la inseguridad existente, Mr. Poole se dedicó a llamar puerta a puerta a los nuevos residentes de esta zona, que en el año 2000 estaba en plena expansión urbanística y turística, para ofrecerles participar activamente en su plan destinado a mejorar la seguridad ciudadana (la idea original nació en un área pobre de Alabama en Estados Unidos en el año 1970). Poco a poco se fueron sumando y ahora cuentan con 173 personas que ayudan a erradicar la delincuencia. ¿Cómo? Pues de una forma sencilla y nada peligrosa: observando e informando.
Bajo la premisa de que "si afecta a mi calle o a mi vecino, entonces me afecta a mí", Vecinos Colaborando no patrulla por las calles, no porta armas y no se enfrenta a personas sospechosas. Su función es observar comportamientos que puedan resultar sospechosos e informar mediante llamada telefónica o correo electrónico a la policía o a la Guardia Civil. Esos incidentes fuera de lo normal pueden ser el estacionamiento durante varios días de un coche desconocido en sus calles, la presencia de individuos sospechosos merodeando por las vallas de un vecino ausente, que un camión esté efectuando una mudanza donde no debiera, ladridos insistentes de perros sin motivo aparente...
Además, también se encargan de informar a sus nuevos vecinos. Pensemos que la mayoría de ellos proceden de países extranjeros donde las costumbres son muy diferentes. Vecinos Colaborando les aconseja sobre cómo proteger sus viviendas, sus vehículos y a sí mismos y les instruye en algunas “estratagemas” típicas de la zona como el falso empleado del gas o la electricidad, las ventas ambulantes “puerta a puerta”, los billetes falsos, etc. También disponen de una página web donde reflejan todos estos consejos junto con fotografías de los delincuentes más buscados, testimonios de víctimas o avisos de la policía.
Podríamos pensar que las fuerzas de seguridad anden algo recelosas con esta colaboración espontánea. Nada más lejos de la realidad: exceptuando algunas llamadas que al final resultan ser falsas alarmas, la policía no puede estar más satisfecha con este grupo de ciudadanos. Gracias a ellos consiguen multiplicar la información disponible, con descripciones de los sospechosos y sus vehículos, horarios habituales, patrones de conducta, vías de escape...
Juzguen ustedes mismos los resultados de este trabajo: en 2008, con 154 vecinos colaborando, se denunciaron 601 delitos; en 2010, con 173 coordinadores sólo hubo 237. ¡Una reducción del 61%! No está nada mal. Sobre todo pensando que a nivel nacional los delitos han aumentado peligrosamente. Y es que los delincuentes saben que si acuden a “trabajar” a estas urbanizaciones, corren peligro, ya que van a tener muchos ojos puestos encima, tanto en su persona como en sus vehículos.
¿Es exportable este sistema? Sin ninguna duda. De hecho ya funciona a la perfección en muchos países. Delincuencia cada día hay más y, si no cambian las circunstancias económicas, esto no ha hecho más que empezar. Las fuerzas de seguridad (y ahora menos con los recortes) no pueden llegar a todos los rincones. Es nuestra labor estar atentos a lo que ocurra en nuestras calles y en las casas de nuestros vecinos (sin fisgonear, claro) y denunciar todo aquello que nos parezca sospechoso. Pensemos que patrullando las calles, la policía tiene pocas probabilidades de encontrar a los delincuentes; con nuestra ayuda, estas probabilidades aumentan de forma exponencial sin ser necesario disparar los gastos en plantillas de las fuerzas de seguridad. ¡Que esto también sale de nuestros impuestos!
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