Muchos de ustedes recordarán el escándalo que se montó hace unas semanas cuando el diario Levante de Valencia denunciaba, mediante fotografías y vídeos, que funcionarios de la Ciudad de la Justicia de Valencia acudían a su trabajo y tras fichar, volvían a coger sus vehículos y se iban a sus casas... o a donde fuera.
Aquello provocó un gran revuelo, con amenazas a los periodistas que dieron la noticia y numerosos comentarios en los medios de comunicación. Lo más curioso del caso es que muchos de esos comentarios denunciaban que esa práctica que llevaban a cabo estos funcionarios era una costumbre muy extendida en otras administraciones públicas.
Efectivamente. No ha tenido que pasar mucho tiempo para que quedase demostrado que era una práctica muy común. Lo que no nos esperábamos es que la liebre saltase en la máxima institución a nivel europeo: el Parlamento, tanto en Estrasburgo como en Bruselas (que para eso tenemos sede de verano y de invierno, como los Juegos Olímpicos).
Seguramente todos habrán leído o escuchado la noticia: la eurodiputada británica (euroescéptica) Nikki Sinclaire, cansada de aguantar a tanto caradura, ha pillado con las manos en la masa a un grupo de sus compañeros en el Parlamento Europeo. ¿Su delito? Acudir los viernes al Parlamento, fichar y largarse corriendo al aeropuerto para tomar el avión que les lleve de regreso a sus casas. ¿Para qué fichan? Pues para justificar que se presentan y cobrar los 304 euros que se ingresan en concepto de dietas por cada día trabajado.
Sinclaire realizó las fotografías que acompañamos el pasado viernes 21 de enero. De los 736 parlamentarios que componen la cámara, sólo acudieron 160, de los cuales 54 llevaban maleta....y 25 salieron pocos minutos después de haber entrado en el Parlamento.
Si observan las fotografías, verán como ninguno de los pillados “in fraganti” rehuyen de la cámara. ¿Por qué no se esconden si están cometiendo una ilegalidad? Pues precisamente por eso, porque no es ilegal. Lo sería si se fuesen el jueves y quisiesen cobrar el viernes, pero como lo que cobran es en concepto de dietas y han dormido la noche anterior en Estrasburgo... resulta que es completamente legal. Así están las leyes comunitarias.
Un parlamentario europeo cobra 6.200 euros netos mensuales, más dietas, gastos de viaje, 4.300 euros para gestionar sus despachos y 1.500 euros que acaba de aprobar el Parlamento y que nadie sabe bien para qué son. Anualmente ingresan unos 200.000 euros (de ahí tienen que descontar gastos, claro), ¿por qué unos privilegiados que cobran esas cantidades estratosféricas por trabajar 134 días al año hacen esas trampas para cobrar 304 euros de más? Sacrifican dormir una noche más en casa por cobrarlos. Queda demostrado que la avaricia de los políticos es infinita.
Aquí en España, la noticia es que la eurodiputada del PSOE Eider Gardiazábal Rubial está entre las pilladas. Realmente carece de importancia: entre los caraduras retratados hay mujeres y hombres, jóvenes y mayores, de derechas y de izquierdas. A la hora de “mangar” no hay distinciones.
Y lo peor de todo es que no es la primera vez que se denuncian estas prácticas: en el año 2005 el diputado austriaco Hans Peter Martin ya destapó este tipo de prácticas, cuando mostró cómo los eurodiputados fichaban a horas irregulares y pidió que se modificara la norma y poco después fue la televisión alemana RTL quien cazó a sus señorías 'escaqueándose' de los plenos en viernes, cobrando las dietas y huyendo a sus casas. Incluso una diputada alemana de Les Verds llegó a amenazar a los cámaras que le estaban cazando en plena faena. Al parecer, a ella si que le importaba ser descubierta realizando la trampa.
Quedan muchísimas preguntas en el aire que difícilmente encontrarán contestación: ¿Por qué cobran 200. 000 euros al año trabajando sólo 134 días? ¿Sirve para algo un parlamento que se ha convertido en un refugio de políticos acabados? ¿Por qué los ciudadanos de la Comunidad no salimos a las calles a protestar? ¿Pondrá alguien coto a todos estos desmanes?
A esta última pregunta si les puedo contestar: nadie moverá un solo dedo para frenarlo; tendrían que ser los propios políticos los que lo hicieran. Y ya conocen el dicho: “perro no come carne de perro”.
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