¿Recuerdan el último día en que no hubo huelgas o manifestaciones en España? Sanidad, educación, justicia, Telemadrid, Canal 9, Metro, ferrocarriles, Aena… No continúo porque podríamos estar aquí hasta mañana.
La maldita crisis
económica que sufrimos desde hace un lustro ha provocado remodelaciones y
ajustes en todos los sectores económicos de nuestro país. El sector privado (si
dejamos aparte el bochorno bancario) parece que ya está punto de terminar el
sangrante proceso pero el público apenas lo ha comenzado. Y parece que esto va
para largo.
Vaya por delante que en este blog estamos en contra de los despidos y los recortes de sueldos; tiempo hubo de sobra para no aumentar plantillas sino disminuirlas de forma no traumática y de congelar (o aumentar por debajo del IPC) sueldos en lugar de recortarlos o directamente suprimirlos, pero de ahí a hacernos creer que la reducción de los “moscosos” afectará a la calidad de la educación de nuestros hijos…
¿Cuántas veces han
escuchado en una manifestación aquello de “por una sanidad (o educación, o
justicia…) pública y de calidad”? Millones de veces; es su eslogan preferido
(al parecer y en contra de toda lógica, lo privado, lo que se paga dos veces
para poderlo tener, es malo). Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto?
No conozco a ningún
funcionario que desee que privaticen su trabajo. Es más, parece que la palabra
privatización sea el peor insulto que puedan escuchar. ¿Por qué esa aversión a
formar parte del tejido empresarial privado? ¿Qué temen perder?
Aunque los trabajadores
adscritos a los dos convenios a los que voy a hacer referencia no pueden
considerarse estrictamente funcionarios, pueden servirnos como ejemplo de las
condiciones laborales que disfrutan los trabajadores del sector público
español.
Empecemos por los
trabajadores de Telemadrid. Como bien saben, sus representantes sindicales
acaban de romper las conversaciones con la empresa por lo que, si nadie lo
remedia, una gran parte de los trabajadores del ente público se van a ver
afectados por uno de los ERE más grandes de la historia de nuestro país.
En su día, se habló de
una posible privatización de la televisión autonómica. Por supuesto, los
sindicatos se cerraron en banda. ¿Qué temían perder? Leamos algunos puntos de
su convenio colectivo:
- 35 horas semanales
(desde hace unos meses 37,5) y si el trabajo se desarrolla por la noche, 30.
Además, 20 minutos obligatorios de descanso si el horario es ininterrumpido.
- 15 días libres por
matrimonio, incluidos los registros de parejas de hecho.
- 4 días de libranza por
una operación de un familiar de segundo grado (suegro, nuera, cuñado…)
- 6 días “moscosos” (de
asuntos propios) acumulables al periodo vacacional. Además, días libres extras
por trabajar en días festivos para garantizar la continuidad de la cadena. Un
trabajador de Telemadrid puede acumular fácilmente unas vacaciones de ¡34 días
laborables! Nada menos que un 15% de los días laborables anuales.
- Más de 50 euros mensuales
por cada trienio acumulado.
- Nueve conceptos
diferentes de complementos salariales: por trabajar sábados y domingos, por
“dedicación especial”, por “disponibilidad”, por alteración horaria…
- Comedor de empresa;
becas de estudios; guarderías subvencionadas; seguros de vida…
- 51 categorías
profesionales completamente estancas: si sobra personal en un departamento, se
trabaja menos; si falta, se realizan contrataciones.
-Cada sindicato que
cuente con más de un 10% de representación en el ente, tiene derecho a siete
liberados. Cada miembro del comité de empresa dispone de 50 horas mensuales libres
y además, pueden celebrar 20 asambleas al año en horario laboral. Por supuesto,
cada sindicato dispone de local propio con teléfono, fotocopiadora, acceso a
Internet…
No resulta extraño que
para ”salvar” la continuidad de la televisión pública (o sea, sus privilegios)
Telemadrid pase más horas en “negro” que emitiendo su programación habitual.
Vamos con otro ejemplo:
el convenio de los trabajadores del Metro de Madrid:
- Hasta 11 días de
“moscosos”: seis retribuidos y cinco a cargo del trabajador.
- Anticipos de hasta 6 mensualidades del salario base con
posibilidad de devolución hasta en 30 meses, para asuntos particulares. Además,
préstamos para la adquisición de primera vivienda habitual,
para la formalización de escritura pública de compraventa o siniestros
acreditados en la vivienda. Todos con un plazo de amortización de 10 años y un
tipo de interés del 3% anual.
- Póliza de seguro
colectivo de vida.
- Abono de transporte
gratuito para los trabajadores, ya se utilice por razones laborales o no. Asimismo,
hasta que finalizó 2012, los jubilados de la empresa y sus cónyuges podían
viajar gratis de por vida.
- Recogida y traslado en
autobuses gratuitos de los trabajadores desde su residencia habitual al trabajo
y viceversa.
- Título de transporte
para viajar en metro para sus cónyuges e hijos.
- Hasta 2011, tarjeta
regalo de Reyes para sus hijos de 30 euros y premios por sorteo en forma de
cheques regalo de El Corte Inglés de 200 euros.
Y por último, cargo
hereditario: si tienen la desgracia de fallecer, la viuda (o por defecto los
hijos), aparte de la indemnización correspondiente, tienen derecho a su
incorporación indefinida en la empresa.
No es de extrañar que
para “defender” el funcionamiento de este servicio público no duden en convocar
huelga el mismísimo día de la Cabalgata de Reyes aunque con ello destrocen la
ilusión de miles de niños.
Ya sé que existen
empresas cuyas condiciones laborales son incluso mejores que éstas; hablo de
Cisco, Google, Apple, etc. Pero es que tanto Metro como Telemadrid son empresas
desmesuradamente deficitarias; ¿ustedes creen que en el sector privado
mantendrían en vigor estos convenios a sabiendas de que pierden dinero a manos
llenas? Pues quizá éste sea el principal motivo por el que cualquier empleado
público detesta que le hablen de privatizaciones.
Comparen estos convenios
con los suyos y en la próxima ocasión que escuchen aquello de “conservar lo
público y de calidad”, tradúzcanlo por “conservar nuestros privilegiados y bien
remunerados puestos de trabajo”. Creo que esto último se ajusta bastante más a
la realidad.
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