domingo, 5 de julio de 2009

El tonto del mes (XI): ladrones, restauradores y políticos

Tengo verdaderos problemas para decidir cual será nuestro “tonto del mes”. Así que necesito su ayuda. Estoy dudando entre tres candidatos: les cuento sus historias.

No hace mucho me paseaba por la céntrica Puerta del Sol de Madrid, en un día de pleno verano, junto a unos amigos. Ante la pinta “rara” que tenían muchos de los jóvenes que se apostaban en los maceteros gigantes que adornan la plaza, uno de los amigos que me acompañaba me dio un sabio consejo: “desconfía de los que vayan calzados con zapatillas de deporte ya que los que llevan chanclas no te van a robar la cartera: no pueden huir a la carrera”.

Este consejo está claro que no lo había escuchado nunca M.M.A., ciudadano ceutí de 33 años, que, calzado con unas chanclas playeras, entró en una sucursal del BBVA de la barriada de Hadú. Una vez en el interior, se abalanzó sobre una empleada que estaba contando billetes tras el mostrador y consiguió arrebatarle un fajo. Conseguido su objetivo, “el caco de las chanclas” se dio a la fuga, resbalando antes de salir de la sucursal momento en el que fue retenido por un cliente y un empleado de la oficina, que lograron reducirlo hasta la llegada de la Policía Nacional.

El segundo caso nos lleva hasta Roma. Sabido es que en los restaurantes de las capitales más turísticas de Europa, a la que te descuidas… sales estafado.
Pero lo del restaurante “Il Passetto”, situado junto a la Piazza Navona de Roma va mucho más allá: intentaron estafar a una pareja de japoneses recién casados con unas consecuencias que ni siquiera imaginaban. Les cargaron 695 euros por dos almuerzos completos con agua y vino. Ante la protesta de la pareja, el dueño del local les dijo que “esos eran los precios” y dio por zanjada la protesta.
Sin embargo, los japoneses de hoy en día ya no son lo que eran y la crisis afecta a todo el mundo, así que se presentaron en la comisaría más cercana y le pusieron una denuncia. Cuando los dos “carabinnieri” llegaron al restaurante, el dueño se excusó diciendo que el precio era correcto, ya que entre los dos japoneses se comieron 12 ostras, un platazo de gambas, dos magníficas raciones de setas a la parilla, dos langostas de dos kilos cada una, una lubina de kilo y medio, kilos y kilos de frutas exóticas y helado. Todo ello, regado con vino tinto, dos cervezas y más bebidas.

Por supuesto, no coló. Es más, en el posterior control sanitario que efectuaron, observaron graves problemas higiénicos, como frigoríficos que no funcionaban, entornos sucios, carencias estructurales... hasta el punto de ordenar la clausura de Il Passetto.
Todavía le ha pasado poco. Porque éste, a diferencia del anterior, aparte de tonto es un verdadero ladrón y estafador.

El último caso que traemos es el del hasta el jueves pasado, ministro de economía portugués Manuel Pinho. Ni corto ni perezoso, ante las críticas de la oposición, no se le ocurrió hacer otra cosa que “los cuernos” hacia quien le estaba criticando.

Al día siguiente, presentó su dimisión al cargo que, muy gustosamente, fue aceptada por el primer ministro José Sócrates. ¡Menudo marrón se quitó de encima!
Y es que al señor Pinho, lo primero que deberían haberle enseñado es que, en política no se pueden mostrar los sentimientos en público. Que se tiene que ser bastante “hipócrita”.

Bueno, lo dicho al principio: decidan ustedes quién es el ganador de esta ocasión del premio al “tonto del mes”.





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