También podríamos titular el post como “Automovilistas 89-Ciclistas 0”. La desgraciada guerra entre los que circulan sobre cuatro ruedas y con motor y los que lo hacen sobre dos y pedaleando continúa y, como no podría ser de otra forma, son los segundos los que llevan todas las de perder.
Según un estudio presentado hoy por el Real Automóvil Club de España, RACE, cada cuatro días fallece un ciclista en las carreteras y diariamente siete resultan heridos. Casi nada (y eso que en España no tenemos una costumbre arraigada en el uso de la bicicleta, que si no...).
Pero lo peor de todos estos datos es que mientras la siniestralidad en general de las carreteras españolas está descendiendo a un buen ritmo desde la entrada en vigor del carné por puntos (junto a otras medidas), los accidentes, dentro del colectivo de los ciclistas, han aumentado un 15% entre los años 2003 y 2007.
Y es que no es para menos. Según la encuesta, en un 72% de los casos los conductores no mantienen la distancia mínima de seguridad (1,5 metros) al pasar a su lado, en el 56% no reducen su velocidad cuando adelantan a los ciclistas y en un 44% no ceden el paso al ciclista cuando este tiene prioridad. Especialmente grave es el caso de las rotondas donde son anecdóticos los casos en los que un conductor deja pasar a un ciclista.
Pero la culpa de su inseguridad no es exclusiva de los conductores. Las vías apropiadas (y exclusivas) para los usuarios de las dos ruedas apenas existen. En muchas ciudades están proliferando los carriles bici, pero en las carreteras no es así. Además, los pocos kilómetros que existen tienen un escandaloso déficit de mantenimiento y limpieza y, en ocasiones, resulta más peligroso circular por ellos que por el arcén de una autovía.
La bicicleta es un medio de transporte sano, barato y totalmente ecológico. Cualquier inversión que se realice para aumentar la seguridad y la comodidad de los ciclistas (más carriles bici, facilidad para poder llevar las bicis en los transportes públicos...) redundará inmediatamente en beneficios, tanto ecológicos como económicos, para nuestra sociedad.
Según un estudio presentado hoy por el Real Automóvil Club de España, RACE, cada cuatro días fallece un ciclista en las carreteras y diariamente siete resultan heridos. Casi nada (y eso que en España no tenemos una costumbre arraigada en el uso de la bicicleta, que si no...).
Pero lo peor de todos estos datos es que mientras la siniestralidad en general de las carreteras españolas está descendiendo a un buen ritmo desde la entrada en vigor del carné por puntos (junto a otras medidas), los accidentes, dentro del colectivo de los ciclistas, han aumentado un 15% entre los años 2003 y 2007.
¿Motivos? Varios, pero sobre todo uno: la deficiente educación de los automovilistas españoles. Observen este dato: ante la pregunta a los ciclistas sobre si se sienten seguros en la carretera, un 72% de ellos afirman haber sentido una situación de peligro “con frecuencia o mucha frecuencia”.
Y es que no es para menos. Según la encuesta, en un 72% de los casos los conductores no mantienen la distancia mínima de seguridad (1,5 metros) al pasar a su lado, en el 56% no reducen su velocidad cuando adelantan a los ciclistas y en un 44% no ceden el paso al ciclista cuando este tiene prioridad. Especialmente grave es el caso de las rotondas donde son anecdóticos los casos en los que un conductor deja pasar a un ciclista.
Pero la culpa de su inseguridad no es exclusiva de los conductores. Las vías apropiadas (y exclusivas) para los usuarios de las dos ruedas apenas existen. En muchas ciudades están proliferando los carriles bici, pero en las carreteras no es así. Además, los pocos kilómetros que existen tienen un escandaloso déficit de mantenimiento y limpieza y, en ocasiones, resulta más peligroso circular por ellos que por el arcén de una autovía.
La mayoría de los españoles solo cogen la bici para hacer deporte los fines de semana y en plan relajado, ¿se imaginan que la utilizasen de forma masiva para acudir al trabajo (con prisas y nervios) tal como nos proponen continuamente las autoridades? La terrorífica cifra de muertes se dispararía.
La bicicleta es un medio de transporte sano, barato y totalmente ecológico. Cualquier inversión que se realice para aumentar la seguridad y la comodidad de los ciclistas (más carriles bici, facilidad para poder llevar las bicis en los transportes públicos...) redundará inmediatamente en beneficios, tanto ecológicos como económicos, para nuestra sociedad.
El problema de los accidentes se solucionaría con dos palabras mágicas: conciencia y respeto. La prepotencia de los conductores (“él parará primero en el cruce porque tiene las de perder” o “a ver si logro rozarle el manillar cuando pase por su lado”) se tiene que acabar. Pero también tienen que acabar esas malas costumbres de la mayoría de los ciclistas como son las de saltarse los semáforos en rojo, circular por dirección prohibida, combinar las aceras y la calzada para ganar tiempo, no llevar prendas que los hagan visibles a mayor distancia...
Todos (autoridades, conductores y ciclistas) debemos colaborar para que cese esta sangría. Por el bien de todos.
Todos (autoridades, conductores y ciclistas) debemos colaborar para que cese esta sangría. Por el bien de todos.
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