jueves, 13 de mayo de 2010

¿Por qué los taxis circulan por el carril bus?



Aunque parezca una pregunta sencilla, nadie ha conseguido nunca darme una explicación medianamente convincente al tema.
El carril bus se creó en su día para facilitar y priorizar el transporte colectivo. No cabe la menor duda de que la única forma de mejorar los desplazamientos que efectúan los habitantes de las grandes ciudades es potenciando el uso del autobús o, en las ciudades que lo tengan, el tranvía.
Los números no engañan: en el espacio que ocupan tres coches (normalmente con un solo ocupante cada uno), cabe un autobús en el que, habitualmente, viajan entre 25 y 30 personas. Y en cuanto a la contaminación atmosférica, indudablemente un autobús emite más agentes contaminantes, pero nunca más que esos tres coches mencionados anteriormente. Si esta misma regla la trasladamos al tranvía, los beneficios crecen exponencialmente al utilizar, normalmente, la electricidad como fuente de energía.

Con todos estos datos y utilizando el sentido común, nuestras autoridades decidieron favorecer a los usuarios del transporte público y colectivo creando los carriles bus, unas zonas dentro de las principales calles del centro de nuestras ciudades que sólo podían utilizar los autobuses, tanto públicos como discrecionales (sirven para lo mismo: agrupar a los pasajeros en un mismo vehículo). Con ello se conseguía una ventaja adicional (aparte del precio) para el usuario del autobús: la rapidez.

Con el tiempo, muchos ayuntamientos han decidido que este carril exclusivo para los autobuses, sea utilizado también por los taxis. La razón que esgrimen es que el taxi, al ser un servicio público, también tiene que ser favorecido. La pregunta es obvia: ¿por qué?

Aun a riesgo de que nuestros amigos taxistas nos llenen el buzón de comentarios llamándonos de todo menos bonitos, un taxi no tiene ninguna ventaja sobre un coche particular: ocupan el mismo espacio y contaminan lo mismo. Un taxi es simplemente un coche con una raya roja, azul o verde en la puerta que no desplaza a más personas que un coche particular. Es más, ciñéndonos a la realidad, el taxi ocupa la calzada y contamina el doble que un coche particular ya que los taxistas suelen regresar de vacío (muy a su pesar) en las carreras que efectúan.


Con la utilización del carril bus, los taxis se benefician de la rapidez con que se pueden desplazar los autobuses pero sin ser un transporte colectivo. ¿A quien beneficia esa rapidez? Desde luego que a los ciudadanos en general, no. Más bien al contrario: al ocupar el carril preferente los taxis, los autobuses se ven, en muchas ocasiones, perjudicados. Tan sólo salen beneficiados el usuario llegando antes a su destino y el taxista realizando más carreras. Al primero le podríamos aplicar lo que decía el tío Hermenegildo: “si tienes prisa, sal más temprano de casa” y a los segundos, recordarles que el servicio público que realizan consiste en desplazar a sus clientes de un lugar a otro de las ciudades, pero eso no conlleva que tenga que ser de manera urgente.
Si nuestras autoridades quieren cambiar este concepto, basta con que les coloquen una sirena y unas luces intermitentes en el techo y el resto de conductores les cederemos el paso tal como ya hacemos con las ambulancias o la policía.

Y peor aun es la utilización del carril reservado al autobús por parte de coches oficiales, servicios municipales, del ejército, camiones de la basura… parece como si cualquier vehículo que no pagase el impuesto de circulación (por supuesto, no me refiero al taxi) estuviese autorizado a pasar por éste carril.

El carril bus para el verdadero transporte colectivo y sostenible: el autobús.

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