miércoles, 8 de septiembre de 2010

Al colegio, mejor andando. Pero seguro.



Desgraciadamente terminó el verano (aunque no oficialmente), llega septiembre y con él la vuelta al colegio para los niños. Como todo en la vida, esta vuelta al colegio tiene sus cosas buenas... y otras no tanto. Los niños, al igual que los mayores, sufren las temidas crisis post vacacionales, los padres agradecen quitárselos de encima durante unas horas al día, aunque tengan que sufrir los desorbitados gastos escolares (se calculan unos 800 euros de media por niño) y las calles se vuelven a llenar de coches paternos llevando a sus hijos a los centros escolares. A este último punto quiero referirme hoy.
Los conductores que habitualmente se muevan por las calles de las grandes ciudades sabrán perfectamente a lo que me refiero. Durante los meses de verano, circular a cualquier hora por nuestras calles y avenidas resulta, relativamente, sencillo: apenas hay atascos, la circulación es fluida e, incluso, aparcar es posible. Pero al llegar la segunda semana de septiembre todo cambia. El motivo resulta evidente: el inicio del curso escolar.


No hace demasiados años, los niños acudían andando a los colegios; los que vivían más lejos utilizaban el autobús escolar y raro era el caso del padre que acompañaba a su hijo en coche particular a no ser que fuera profesor en el mismo centro. Hoy... a los que llegan caminando les miran por encima del hombro, los autobuses escolares escasean y son multitud las madres y padres que, sin tener la obligación de pisar la calle o de coger el vehículo, salen de casa a propósito para llevar a sus hijos en coche al colegio.

El resultado todos lo conocemos: atascos, aglomeraciones, prisas, enfados... Y no sólo a primera hora de la mañana; esto mismo se repite a mediodía y por la tarde. Desconozco si existen estudios al respecto, pero me gustaría saber cuanto vale esta maldita costumbre. Ya saben: gasolina, contaminación, etc., no sólo de esos padres, sino también del resto de conductores que sufren esas aglomeraciones que, sin los colegios, no existirían.

Tampoco es desdeñable el daño que, sin querer, provocamos en los pequeños. Les estamos convirtiendo en personas totalmente dependientes, incapaces de moverse con libertad y autonomía por las ciudades y apartándoles de la vida cotidiana y de las experiencias que, si fuesen andando, encontrarían en las calles.


El Ayuntamiento de Pontevedra ha diseñado el programa pionero de seguridad vial 'Camiño Escolar', en virtud del cual el Ayuntamiento, la Policía Local y, como centro de experiencia piloto, el colegio Álvarez Limeses buscan fomentar "que los niños puedan ir solos a la escuela y caminando".

Los objetivos que persiguen ya los hemos explicado antes: eliminar los coches de las calles y conseguir que los niños sean autónomos, respetuosos con el medio en que se mueven, y responsables con los horarios, tanto de llegado al colegio como, posteriormente, a sus casas.


Para lograrlo, los niños necesitan unos apoyos en las calles que les ayuden a conseguir el objetivo. Por ello, aparte de la implicación de padres, profesores y policía municipal, contarán con la ayuda inestimable de dos colectivos especiales: los abuelos orientadores y los establecimientos comerciales y hosteleros. Los primeros, actuando de forma totalmente desinteresada, se colocarán, ataviados con chalecos reflectantes, en los cruces y tramos más peligrosos para ayudar a los niños a pasarlos sin problemas. Los segundos, pegarán en las puertas de sus establecimientos el logo de “Camiño escolar” para que los niños sepan dónde pueden entrar en caso de apuro, En ese caso, los comerciantes les podrán indicar el camino correcto a casa o al colegio y llamarán a la familia en el caso de que la situación lo requiera.
En el caso de que todo funcione bien, esperan exportar la experiencia a todos los colegios de la ciudad en el curso siguiente.

Esperemos que cunda el ejemplo y se apliquen estas iniciativas en el resto de nuestras ciudades.

1 comentario:

McArt dijo...

Se hacen dependientes, obesos, maleducados al ver las reacciones de los padres y de los otros conductores, pasotas... luego vienen las lamentaciones.

En mi pueblo, es típico y costumbre, parece q incluso da caché, llevar al niño al cole en coche (aunque se viva en la misma calle), aparcar en doble fila (aunque haya sitio), ir a tomar café dejando el coche en el mismo sitio (eso sí, con la intermetencia de emergencia) y encima gritar, reprochar e incluso insultar al pobre al q molesta y pita...
Real Sitio de San Fernando de Henares.... Real?