Instauramos una nueva sección en este blog que estará dirigida a gratificar moralmente a la persona que más se haya esforzado en quedar en ridículo delante de toda la humanidad. Va a ser difícil, lo sé. Mensualmente habrá muchísimos que merecerán este premio. La decisión será complicada, pero nos esforzaremos e intentaremos acertar en la mayoría de las ocasiones.
El hombre que tiene el honor de ser nuestro primer premiado se llama Dan Glass. Británico y miembro de la plataforma “Plane Stupid”, grupo que se formó en 2005 y que tiene como principal iniciativa el desarrollo de protestas directas, pero no violentas, contra la industria de la aviación por considerarla como una de las causas fundamentales del cambio climático.
Pues bien, ahora a este grupo de “activistas” se les ha metido entre ceja y ceja el que no se construya la expansión del aeropuerto de Heathrow. Para protestar, hace un tiempo se subieron al tejado del Parlamento Británico y reivindicaron la no construcción de la citada ampliación. Debido a esta acción se les concedió el premio (opino que sería porque no sabían a quien dárselo) de la Fundación Sheila Mckechnie (ya saben, si quieren un premio súbanse con una pancarta a la Moncloa o a la Zarzuela. Igual la recompensa no es un premio, pero...)
El acto de la entrega del premio tenía lugar en el interior de Downing Street, residencia del primer ministro y era el mismísimo Gordon Brown el que se lo iba a entregar. Cuando le llegó su turno, Dan Glass se acerco al primer ministro y le cogió con la mano untada de un potente pegamento la manga de su chaqueta. “Me acabo de pegar a su brazo. No se preocupe, es una protesta no violenta en contra de la ampliación del aeropuerto”.
Afortunadamente, el mandatario británico pudo soltarse con facilidad y se tomó el incidente como una broma, porque de lo contrario no me cabe la menor duda de que Dan hubiese acabado con sus huesos en la cárcel. Bueno, pues incluso de eso se quejó el activista, de que no le hubiese tomado en serio.
Antes de abandonar Downing Street, intentó volver a “pegarse”, esta vez a los barrotes de la puerta, pero del “Superglue”, que había introducido escondido dentro de la ropa interior (¡Ay! si se le llega a abrir el tarro antes de tiempo), ya le quedaba muy poco y tampoco tuvo éxito. Según rezan las crónicas, parece que ya no lo volvió a intentar en más ocasiones.
Para los que nos consideramos amantes del medio ambiente y defensores de la naturaleza, encontrarnos con personajes “folclóricos” de este tipo nos llena de tristeza. La labor del ecologismo es larga y difícil, pero cuando ya estamos consiguiendo que se nos tome en serio, llega un payaso de estos (que se creen representantes de todos nosotros) y nos dejan en ridículo, como si fuésemos unos vulgares radicales que sólo pidiésemos imposibles. Hágannos un favor y dejen de hacer tonterías.
Supongo que se pasaría varias horas intentando quitarse al pegamento de contacto de la mano. ¿A quién se le ocurre? A Dan Glass, nuestro “tonto del mes”.
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