El próximo mes de agosto, el Supremo Tribunal Federal de Brasil, deberá tomar una decisión que puede marcar definitivamente el futuro de los pueblos indígenas brasileños: la permanencia o no de seis latifundistas en la Tierra Indígena Raposa Serra do Sol, que fue reconocida por el presidente Lula en el año 2005 y donde viven más de 19.000 indígenas de los pueblos Macuxi, Wapixana, Taurepang, Patamona e Ingarikó.
La decisión es crítica ya que Brasil vive en estos momentos una lucha crucial por la tierra. Los latifundistas buscan tierras para ampliar sus plantaciones y no les importa si con ello pisotean los derechos de los indígenas reconocidos por la Constitución Brasileña.
Se trata realmente de una lucha entre dos modelos económicos: el que explota la naturaleza buscando la rentabilidad económica y el que ve la tierra como algo sagrado y usa los recursos de forma sostenible.
Si la decisión favorece a los latifundistas, se pondrá en riesgo no sólo Raposa Serra do Sol, sino todas las tierras indígenas demarcadas en Brasil hasta el momento, ya que podrán ser cuestionadas, revisadas y ambicionadas por los latifundistas. E igual que en Brasil, no tardarán en poner en peligro a las poblaciones indígenas de toda la cuenca del Amazonas, ya sea en Perú, Colombia, Venezuela o Bolivia. Aparte, los daños para el medio ambiente pueden ser muy graves, puesto que en los últimos años se han constatado graves alteraciones del curso de los ríos y lagos, así como el envenenamiento de agua y fauna por el uso indiscriminado de pesticidas y otros productos químicos.
Si el Supremo se decanta a favor de los indígenas, se espera una reacción violenta por parte de los arroceros y las autoridades políticas locales (¡Qué pena! ¡Cómo se dejan sobornar!). No hay que olvidar que el pasado mes de mayo, pistoleros de un conocido latifundista, quemaron puentes, incendiaron aldeas y dispararon contra un grupo de indígenas de la comunidad Dez Irmaos. Imaginen lo que puede ocurrir a partir de ahora.
La historia se repite constantemente; hace centenares de años, los conquistadores españoles esquilmaron a los pueblos precolombinos, sometiéndolos a su poder y aprovechando todas las riquezas que encontraron a su paso. ¡Ojo! No fueron los únicos. Los portugueses, franceses e ingleses hicieron lo mismo en los territorios que conquistaron, ya fuese en América, África o Asia. Tampoco podemos olvidar la extinción, casi total, de los pueblos aborígenes en Australia o de los pueblos indios y esquimales en Norteamérica.
Pero, ¿es que con los años no hemos aprendido nada? ¿Continuamos siendo tan salvajes como nuestros antepasados? Esperemos que esto no sea así y que tanto desde el gobierno progresista de Lula como desde el Supremo de aquel país se dejen los intereses económicos a un lado y se apoye (y después se proteja) de una vez por todas a la población indígena brasileña.
Llevan toda la vida allí. Creo que se merecen un respeto.
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