¿Harto de ese cliente que siempre le dice que le pagará al mes siguiente? ¿Harto de sus excusas y de que ni siquiera le coja ya el teléfono? Pues tendrá que intentar presionarlo de alguna otra forma.
No, no me refiero al Cobrador del Frac ni a esos que persiguen morosos vestidos de payasos ni, por supuesto, a los que se dedican a romper piernas para cobrar las deudas. Me refiero a los registros de morosos.
Desgraciadamente, y dada la actual situación económica, están muy de moda, pero, ¿en qué consisten? ¿Cómo podemos hacer uso de ellos? Vamos a intentar hacer un pequeño esbozo de lo que son.
Una buena solución en estos casos es avisarles de que si no liquidan sus deudas los incluiremos en un registro de morosos de los varios que existen en España (ASNEF, RAI...). Ante esta amenaza, los “profesionales” de la deuda, es decir, aquellos que no pagan por que no quieren, suelen rectificar y pagar sus deudas. ¿Por qué? Pues porque aparecer en este tipo de listas supone que todos los proveedores les conocerán, sabrán de sus artimañas... y no les venderán.
Para poder hacer uso de estos registros, primero se tienen que dar de alta en estas asociaciones y pagar una cuota de usuario de unos 30 euros mensuales. A partir de aquí, cuando denuncie a un moroso, le costará 35 céntimos cada inscripción de una deuda que realice (puede incluir impagados de hasta seis años de antigüedad) y 2,50 euros cada vez que consulte los datos de un nuevo cliente. Estas cantidades se irán sumando y si sobrepasan la cantidad de 30 euros, usted pagará la diferencia.
Para inscribir a un particular o una empresa morosa en estos registros hay que cumplir con unos requisitos. Primero, claro está, estar dado de alta en ellas. Después (de acuerdo con la Ley Orgánica 15/1999 que regula este sector) tendremos que demostrar ante el responsable del registro que existe una deuda cierta, vencida y exigible que ha resultado impagada, que existe un requerimiento (documentado) al deudor para que pague su deuda y consumir el plazo legal establecido por la Agencia Española de Protección de Datos (APD) de cuatro meses desde el impago (ya lo saben los morosos: pueden esperar hasta el cuarto mes para pagar y no les incluirán en los registros).
¡Ojo! si usted (tanto particular como empresa) recibe una carta indicándole que ha entrado en uno de estos registros, tanto si es por error como si no, corra a solucionarlo, porque, a partir de ese momento, no le venderán ni un bolígrafo a crédito.
Que entrar resulta demasiado fácil, pero salir cuesta Dios y ayuda.
No, no me refiero al Cobrador del Frac ni a esos que persiguen morosos vestidos de payasos ni, por supuesto, a los que se dedican a romper piernas para cobrar las deudas. Me refiero a los registros de morosos.
Desgraciadamente, y dada la actual situación económica, están muy de moda, pero, ¿en qué consisten? ¿Cómo podemos hacer uso de ellos? Vamos a intentar hacer un pequeño esbozo de lo que son.
Tal como decíamos al principio, hay deudas que no se pueden cobrar. Por mucho que se intente negociar con el deudor, no hay manera. En algunos casos, sabemos que el particular o la empresa que nos debe dinero está en la quiebra más absoluta, en cuyo caso, poco se podrá hacer, pero existen otros deudores que sí disponen de capital suficiente para poder pagarnos y parece que no lo hagan a propósito, como si se estuvieran riendo de nosotros. De poco sirve amenazarles con no venderles más, puesto que ellos tampoco tenían intención de volvernos a visitar.
Una buena solución en estos casos es avisarles de que si no liquidan sus deudas los incluiremos en un registro de morosos de los varios que existen en España (ASNEF, RAI...). Ante esta amenaza, los “profesionales” de la deuda, es decir, aquellos que no pagan por que no quieren, suelen rectificar y pagar sus deudas. ¿Por qué? Pues porque aparecer en este tipo de listas supone que todos los proveedores les conocerán, sabrán de sus artimañas... y no les venderán.
Para poder hacer uso de estos registros, primero se tienen que dar de alta en estas asociaciones y pagar una cuota de usuario de unos 30 euros mensuales. A partir de aquí, cuando denuncie a un moroso, le costará 35 céntimos cada inscripción de una deuda que realice (puede incluir impagados de hasta seis años de antigüedad) y 2,50 euros cada vez que consulte los datos de un nuevo cliente. Estas cantidades se irán sumando y si sobrepasan la cantidad de 30 euros, usted pagará la diferencia.
El tema de la consulta es muy útil. ¿Quién no ha sentido miedo al venderle por primera vez a un nuevo cliente? Estos registros nos informan sobre tres cuestiones: la primera de ellas es el tamaño de la empresa (capital social, datos de facturación...), la segunda es si pertenece al registro de morosos, a sea, si tiene impagados y la tercera nos informa en cómo gestiona esos impagados, si va pagándolos parcialmente y de forma periódica. Así, podremos al menos intuir si tiene intención de quedar en paz con sus acreedores.
Para inscribir a un particular o una empresa morosa en estos registros hay que cumplir con unos requisitos. Primero, claro está, estar dado de alta en ellas. Después (de acuerdo con la Ley Orgánica 15/1999 que regula este sector) tendremos que demostrar ante el responsable del registro que existe una deuda cierta, vencida y exigible que ha resultado impagada, que existe un requerimiento (documentado) al deudor para que pague su deuda y consumir el plazo legal establecido por la Agencia Española de Protección de Datos (APD) de cuatro meses desde el impago (ya lo saben los morosos: pueden esperar hasta el cuarto mes para pagar y no les incluirán en los registros).
Una vez incluidos en el registro, los particulares o empresas tienen el derecho a ser informados de que están allí inscritos en el plazo de 30 días y saber quién los ha denunciado y la cantidad por la que han pasado a formar parte de este “prestigioso” club.
¡Ojo! si usted (tanto particular como empresa) recibe una carta indicándole que ha entrado en uno de estos registros, tanto si es por error como si no, corra a solucionarlo, porque, a partir de ese momento, no le venderán ni un bolígrafo a crédito.
Que entrar resulta demasiado fácil, pero salir cuesta Dios y ayuda.
1 comentario:
¿Permiso?
Hola blogger, te robo una fotografía.
Si no te parece bien, me lo haces saber.
Saludos
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