martes, 18 de septiembre de 2007

AUN HAY TOROS


La fotografía corresponde a la recogida de los toros medio muertos después de una corrida en la plaza de toros portátil de Villena en la provincia de Alicante. Con excavadoras, en medio de la calle y a la vista de toda la gente, niños incluidos. Muy instructivo.
La otra noticia relacionada corresponde al encierro celebrado el domingo pasado en la localidad madrileña de Campo Real. Un toro salió del recorrido tras romper la valla de protección y mató a un vecino tras embestirlo en repetidas ocasiones. Según la alcaldesa de la localidad, las vallas estaban en perfecto estado como corroboró la Guardia Civil y cumplían todas las normas de la Comunidad de Madrid.
Lo primero que se me ocurre es de cajón. Si se cumplían las normas y las vallas estaban bien colocadas y así y todo el toro las rompió está claro que tanto las normas como las vallas hay que cambiarlas. Los políticos, con tal de escurrir el bulto en las situaciones comprometidas, son capaces de negar cualquier evidencia.
También ha habido otros accidentes taurinos durante este verano en numerosos puntos de la geografía española. Unas veces por imprudencia de la gente, otras por inexperiencia, otras por exceso de alcohol, en fin, por muchas razones pero sobre todo por una: porque se continúan celebrando festejos populares que giran alrededor de martirizar de diversas formas a los toros.
Ya se que muchos estarán en contra de lo que estoy escribiendo y esgrimirán razones como que la raza de los toros no existiría si no hubiesen corridas (tan solo quedarían los sementales) o que es una costumbre tan arraigada que ya forma parte de la cultura de nuestro país, pero lo que yo creo es que este tipo de festejos están anclados en el pasado, en un pasado ya lejano donde no existía ninguna conciencia sobre los derechos de los animales, donde, por ejemplo, se mataba indiscriminadamente a las ballenas, se apaleaba a los perros por la calle, se hacía desaparecer a especies salvajes enteras para usar sus pieles o sus colmillos y se fustigaba a los caballos para que corriesen más hasta que se desangraban. Si cualquiera de esas costumbres de aquella época nos parecen brutales ¿por qué no nos escandalizamos ante los diversos festejos taurinos? ¿Nos emociona ver por la calle a un animal asustado con dos bolas de fuego en sus cuernos?
¿Nos emociona ver a un animal desangrándose en medio de un coso taurino? ¿Qué pensaríamos si viésemos a unos rusos “osear” a un oso pardo para después asesinarlo con un espadón? ¿O a unos yanquis “bufalear” a un búfalo para después cargárselo a bayonetazos? Pues no se equivoquen con sentimentalismos: lo mismo que piensan ellos cuando ven que en este país se maltrata a los toros por la calle o que después de torearlos en una plaza y de darles puyazos y ponerles banderillas, se les mata con una espada.
Respeto todas las opiniones y espero no haber ofendido a nadie, pero estamos en un país civilizado en pleno siglo veintiuno y se debe de cambiar de mentalidad. Hace un par de siglos se permitía. En la actualidad es inadmisible.

- He visto por la tele, después de la corrida de toros, un reportaje sobre las peleas clandestinas de perros en América. Que salvajes son en esos pueblos.
- ¿En cuales, Don Graciano? ¿En los del primer programa o en los del segundo? ¿O en los dos?

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