martes, 2 de octubre de 2007

ANKUR, OTRO MILAGRO EN LA INDIA


De todas las labores solidarias que se llevan a cabo en el mundo, esta es, a mi parecer, una de las más bonitas que existen. Se lucha para combatir al mismo tiempo dos de las lacras que azotan a nuestro planeta: la pobreza y la discriminación hacia la mujer, más patente en algunos países en vías de desarrollo como es la India.
En este país por cada 1000 hombres sólo existen 930 mujeres, es decir, todo lo contrario que en el resto del mundo. La mujer está infravalorada (para la mayoría de las familias el nacimiento de una niña es una desgracia) y si encima es pobre lleva encima toda su vida un doble castigo divino.
Para intentar mitigar esta situación, las Hermanas de la Caridad de Santa Ana llevan luchando desde hace muchos años con un objetivo claro: devolverles la dignidad a muchas de estas mujeres, que sobrevivan en el presente y que tengan la posibilidad de tener un futuro digno.
En la ciudad de Mumbai han construido un centro con la participación de Manos Unidas que se llama Ankur. La directora es una española de Zaragoza, la hermana Primi Vela. Junto a siete hermanas nativas dirige este centro que alberga a más de 200 niñas desheredadas de la vida.
La mayoría de ellas procede de la calle, de las grandes zonas de chabolas, de trabajar de sol a sol en condiciones infrahumanas con apenas cuatro o cinco años, de buscar comida entre montañas de basura, de pedir limosna por la calle y en las estaciones de autobús... de la miseria en una palabra. Incluso para que se puedan quedar en Ankur, la hermana Primi tiene que pagar a los padres los sueldos con que las pequeñas contribuían a la economía familiar.
En el centro las niñas viven en un ambiente familiar, estudian y se preparan para afrontar un futuro esperanzador.
Sin embargo, en Ankur no sólo realizan esta labor. Cada día dan de comer a otros cien niños de la calle que no pueden acoger en sus instalaciones y dos veces al mes facilitan alimentos básicos a 250 familias gracias a un proyecto subvencionado por Vita Mundi.
También reparten arroz, leche, huevos, etc. a 400 familias de un barrio cercano, en un proyecto en el que también participa Anesvad.
Otro de sus proyectos que ya han visto la luz es un centro, llamado Dilkhush, muy similar a Ankur, donde tienen acogidos a cuarenta niños en las mismas condiciones que a las niñas en el otro centro.
Dentro de poco quieren abrir otro centro que se dedicará a ofrecer atención a enfermos terminales y otro para cuidar a niñas enfermas de SIDA.
¿Cómo se puede luchar contra la mentalidad retrógrada de estas sociedades? Difícil, muy difícil. Supongo que poco a poco, a medida que se vayan abriendo al mundo exterior van a ir dándose cuenta de las facetas de su cultura que indudablemente deben de cambiar. La, tan denostada para algunos, globalización ya ha conseguido que muchos de estos países empiecen a salir de la pobreza y la India es un buen ejemplo. Esperemos que también consiga que sus hábitos se vuelvan más humanitarios. Mientras tanto, la labor de estas “misioneras” es fundamental para paliar, en la medida de sus posibilidades, la pobreza y la discriminación hacia las mujeres.
Si alguien quiere profundizar en la labor de estas hermanas puede escribirles un correo a ankur@vsnl.com . Y, por supuesto, cualquier donación a las organizaciones antes expuestas será bienvenida ya que, como bien dice la hermana Primi, toda ayuda es poca, porque siempre se necesita más.
En la foto se ve, junto a Anne Igartiburu y otra colaboradora, a la hermana Primi. Esa cara de felicidad no le sale a uno porque si. Se le nota que es feliz con lo que hace.


- En la peña sorteamos el otro día un jamón con fines benéficos.
- No sabía que fueseis tan solidarios, Paco.
- Si, si. Le dimos lo recaudado a los huérfanos.
- ¿Y a quien le tocó?
- Afortunadamente a nadie porque el día anterior al sorteo, mientras veíamos el fútbol, nos comimos más de la mitad del jamón. Menos mal que no se vendió esa papeleta.
- Menos mal. Sois tremendos.

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