miércoles, 17 de octubre de 2007

LA MUERTE DE LA TARJETA DE CREDITO


No se asusten porque no va a ser inmediato pero parece que por fin se están moviendo los hilos para acabar con las odiosas tarjetas. Aunque muy despacito. ¿Qué por qué les tengo manía? Abran su cartera y cuenten cuantas tarjetas de crédito, débito, de puntos, del supermercado, de los grandes almacenes, de la gasolinera, para abrir la puerta, para cerrar el garaje, para fichar en el trabajo o para cualquier otro menester, llevan ustedes encima. ¿Son menos de diez? ¿Si? Son ustedes afortunados. Aparte de lo que abultan y de lo engorrosa que puede llegar a ser su utilización ¿saben lo que puede suponer perder la cartera con las tarjetitas dentro? Se lo digo yo: una pérdida de dinero que puede ser considerable y sobre todo una pérdida de tiempo monumental hasta que volvamos a reponer todas las tarjetas. Y no hablemos de los números secretos, códigos, contraseñas y otras combinaciones muy fáciles de olvidar.
Realmente lo que se busca con las tarjetas es la identificación de la persona que la lleva encima y conocer sus datos para poder pagar, abrir, fichar o lo que quiera hacer con ella. Sin embargo, el gran problema que tienen, aparte del engorro de llevarlas encima, es la facilidad que tienen los delincuentes para falsificarlas. Es por ello que se están desarrollando múltiples sistemas de identificación que resulten mucho más seguros.
Los humanos tenemos muchas características comunes pero hay algunos rasgos que nos diferencian y que nos hacen irrepetibles. Entre ellos están el iris del ojo, las venas de la mano y, sobre todo, las huellas dactilares. En un futuro, esperemos no muy lejano, bastará con una identificación de alguno o varios de estos parámetros biométricos.
Un paso en esa dirección lo ha dado el Banco Agrícola de China del distrito de Changning. Más de mil tiendas, restaurantes y locales de Shanghai han comenzado a emplear un nuevo sistema de pago que sustituye la tarjeta de crédito por las huellas dactilares de los clientes. Para poder usarlo se debe solicitar ese servicio y permitir digitalizar sus huellas dactilares. Cuando se quiere pagar en el comercio, el cliente coloca su dedo sobre la terminal de pago táctil, el sistema lo identifica y accede a su cuenta bancaria para cobrar la factura correspondiente.
No es la primera iniciativa que surge en este sector. En el aeropuerto de Ámsterdam existe un sistema que combina la identificación por huellas y por la lectura del iris de los pasajeros. Así se evitan colas en los mostradores de identificación. El DNI español también va por ese camino a la hora de identificarse en ciertas comisarías y en varios colegios alemanes se puede pagar en sus comedores con la identificación dactilar.
Estos adelantos técnicos pueden hacernos la vida mucho más sencilla.
Queda mucho camino por delante aunque parece que los métodos que se utilizan en las películas de ciencia ficción ya no quedan tan lejanos.

- Don Graciano, ¿sabe que hay bancos que cobran más de 30 euros por una tarjeta que sirve para disponer de tu propio dinero en un cajero?
- Es el trocito de plástico más caro del mundo.
- ¿Y que harían si desapareciese?
- No lo dudes, buscarían otro método para cobrarte. Los bancos nunca pierden.

1 comentario:

SILVIA dijo...

Sermau, has sido agraciado con un premio.
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