O quizás ambos o quizás ninguno, quien sabe. Todo esto viene a cuento de un informe elaborado por las Naciones Unidas sobre las emisiones de CO2 que se emiten a la atmósfera por los distintos países. En él se muestra que los Estados Unidos rebajaron sus emisiones en un 1,3% durante el año 2006 mientras que en la Unión Europea se aumentaron ligeramente. Este dato se une al conocido anteriormente de que en el periodo 2000-2004 en Europa el aumento de las emisiones de CO2 fue de un 5%, tres veces más que el anotado por los norteamericanos. También hay que recordar que la economía de aquel país se ha expandido en este periodo un 40% más deprisa que la europea. Es decir, más crecimiento con menos emisiones. Debería de ser al revés ¿no?
¿Es esto posible? Pues no lo sé. Este organismo no es santo de mi devoción pero hay que reconocer que tienen sus equipos de investigadores (muchísimos según creo) y alguna razón tendrán. Partamos pues de la base de que los datos son ciertos.
Haciendo un poco de memoria, Estados Unidos siempre ha sido blanco de las iras de los grupos ecologistas, de numerosos gobiernos, normalmente de izquierdas, y de algunos aprovechados de la coyuntura, como Al Gore, por no haber ratificado el protocolo de Kyoto mientras la mayoría de los países sí lo hizo.
Mientras en los países que lo ratificaron se ponían como meta el que no variasen las emisiones en el 2012 con las que ya tenían en 1990, los Estados Unidos adujeron para no firmarlo que no podían frenar su desarrollo económico. Así, los países de la Unión Europea decidieron racionar por decreto las emisiones de CO2 sin mejorar prácticamente la eficiencia energética de su aparato productivo, es decir, frenar el desarrollo económico. Como la economía, aunque poco, crece, el consumo de energía y las consiguientes emisiones aumentan. Pura lógica.
Por el contrario, los Estados Unidos decidieron no poner ningún impedimento a su economía sino favorecerla, potenciando al mismo tiempo (con buena coyuntura económica las empresas invierten más) nuevas tecnologías que limitaran la emisión de gases de efecto invernadero.
Hasta ahora, esta táctica, que ha hecho que medio mundo los odie, solo se basaba en buenas palabras. Si estos informes de las Naciones Unidas son ciertos, a partir de ahora a las buenas palabras se le unen las buenas razones.
Ya lo he dicho en varias ocasiones: entre todos tenemos que procurar no cargarnos el planeta. Sería el suicidio colectivo más sonado de la historia. Hay que luchar con todos los medios a nuestro alcance para que cuando lo dejemos se quede más o menos como estaba antes de que llegásemos. Pero la solución que proponen algunos de que tenemos que reducir el consumo de energía es una utopía y una negación de la evidencia: las gentes prosperan (¿conocen a alguien que no quiera prosperar?) y con esa prosperidad viene de la mano un mayor consumo de energía, que le vamos a hacer. Lo que se tiene que conseguir es que esa energía no ensucie nuestro planeta. La tecnología nos tiene que ayudar a que vivamos mejor y más limpios.
- Don Graciano, ¿cree que el nivel del mar aumentará con el cambio climático?
- Supongo que si. Pero con la polución, los ríos y mares contaminados, los bosques quemados, especies animales extinguiéndose… ¿crees que el cambio climático es nuestro principal problema?
- No lo sé. Pero es el que está de moda.
¿Es esto posible? Pues no lo sé. Este organismo no es santo de mi devoción pero hay que reconocer que tienen sus equipos de investigadores (muchísimos según creo) y alguna razón tendrán. Partamos pues de la base de que los datos son ciertos.
Haciendo un poco de memoria, Estados Unidos siempre ha sido blanco de las iras de los grupos ecologistas, de numerosos gobiernos, normalmente de izquierdas, y de algunos aprovechados de la coyuntura, como Al Gore, por no haber ratificado el protocolo de Kyoto mientras la mayoría de los países sí lo hizo.
Mientras en los países que lo ratificaron se ponían como meta el que no variasen las emisiones en el 2012 con las que ya tenían en 1990, los Estados Unidos adujeron para no firmarlo que no podían frenar su desarrollo económico. Así, los países de la Unión Europea decidieron racionar por decreto las emisiones de CO2 sin mejorar prácticamente la eficiencia energética de su aparato productivo, es decir, frenar el desarrollo económico. Como la economía, aunque poco, crece, el consumo de energía y las consiguientes emisiones aumentan. Pura lógica.
Por el contrario, los Estados Unidos decidieron no poner ningún impedimento a su economía sino favorecerla, potenciando al mismo tiempo (con buena coyuntura económica las empresas invierten más) nuevas tecnologías que limitaran la emisión de gases de efecto invernadero.
Hasta ahora, esta táctica, que ha hecho que medio mundo los odie, solo se basaba en buenas palabras. Si estos informes de las Naciones Unidas son ciertos, a partir de ahora a las buenas palabras se le unen las buenas razones.
Ya lo he dicho en varias ocasiones: entre todos tenemos que procurar no cargarnos el planeta. Sería el suicidio colectivo más sonado de la historia. Hay que luchar con todos los medios a nuestro alcance para que cuando lo dejemos se quede más o menos como estaba antes de que llegásemos. Pero la solución que proponen algunos de que tenemos que reducir el consumo de energía es una utopía y una negación de la evidencia: las gentes prosperan (¿conocen a alguien que no quiera prosperar?) y con esa prosperidad viene de la mano un mayor consumo de energía, que le vamos a hacer. Lo que se tiene que conseguir es que esa energía no ensucie nuestro planeta. La tecnología nos tiene que ayudar a que vivamos mejor y más limpios.
- Don Graciano, ¿cree que el nivel del mar aumentará con el cambio climático?
- Supongo que si. Pero con la polución, los ríos y mares contaminados, los bosques quemados, especies animales extinguiéndose… ¿crees que el cambio climático es nuestro principal problema?
- No lo sé. Pero es el que está de moda.
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