Ya han pasado tres semanas desde que el ejercito de Colombia consiguió rescatar sanos y salvos a un grupo de 15 personas secuestrados por las FARC, entre los que se encontraba Ingrid Betancourt. Durante este tiempo se han sucedido las alabanzas y los elogios tanto para la ejecución de la misión, sin ni siquiera disparar un tiro, como para el Presidente de Colombia, Álvaro Uribe, que fue quien la comandó.
Sin embargo, con el paso de los días, han salido a la luz un par de cuestiones que no se hicieron del todo bien. Vaya por delante la admiración que sentimos desde aquí hacia el señor Uribe, uno de los mandatarios democráticos sudamericanos que más difícil tienen llevar a buen puerto su misión, tanto por las trabas internas como por las externas (no vamos a recordar ahora los problemas que tiene en casi todas sus fronteras). Pero cuando las cosas no están del todo bien hechas hay que decirlo, para que a la próxima no se vuelva a incurrir en estos errores.
El primero de ellos ha sido con la Cruz Roja. Sabido es por todos que en la liberación de los rehenes se usó el emblema de la organización humanitaria. Como con todo en la vida, existen dos opiniones al respecto: por una parte la del gobierno colombiano que ha defendido la utilización de “disfraces” en el rescate, al considerarlo una operación especial en el marco de los derechos humanos, ejecutada por militares, ante un caso de lesa humanidad como es el secuestro de personas y con el único objetivo de engañar a los criminales y dar fin al sufrimiento de los secuestrados.
Por otra parte la opinión del IECAH (Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria) que cree que con la suplantación se ha dado un paso muy peligroso al considerar que, a partir de ahora, tanto los ejércitos como los grupos terroristas pueden, siguiendo los pasos del ejército colombiano, suplantar a una organización humanitaria para obtener ventajas militares. Con ello, se resta toda credibilidad a la labor de estas organizaciones que, en la mayoría de las ocasiones, son el único atisbo de cordura y humanidad que se puede encontrar en medio de un conflicto armado.
El otro punto oscuro en la liberación de los secuestrados es la utilización de una página web por parte de una organización denominada Misión Humanitaria Internacional que al parecer fue usada también en la operación de rescate. El gobierno colombiano copió, prácticamente al pie de la letra, todos los datos de una organización humanitaria ya existente, Global Humanitaria, para crear esta ficticia organización.
Desde Global Humanitaria, con sede en Barcelona, han querido desligarse de cualquier tipo de vinculación con la supuesta organización Misión Humanitaria Internacional y de la operación Jaque del gobierno colombiano. Esta ONG barcelonesa lleva a cabo trabajos de cooperación al desarrollo en cuatro municipios del Pacífico colombiano que benefician directamente a más de 15.000 personas y, ante todo, han reclamado respeto a su neutralidad en el conflicto entre las FARC y el gobierno.
Me parece bien que estén enfadados por la suplantación de sus datos, pero ¿neutralidad en una guerra entre un gobierno democrático y unos terroristas? Creo que desde la ONG no han empleado la palabra correcta.
Hay que acabar con los terroristas de todo el mundo y, cuanto antes mejor, pero ¿es lícito emplear cualquier estratagema? El tema está sobre la mesa; opinen ustedes.
2 comentarios:
Que hayan utilizado la Cruz Roja y una ONG para lograr la liberación de unas personas en manos de terroristas me parece adecuado. Ciertamente tales organizaciones no gubernamentales pueden estar molestas, y tienen todo el derecho, quizá el fin no justifica los medios... pero de todos modos mejor que se así y no al revés, es decir, que no lo hayan utilizado un grupo terrorista para alcanzar uno de sus logros.
Muchas gracias por su comentario. Lo malo es lo que me indica al final: que un grupo terrorista lo utilice para lograr sus objetivos. Se les ha enseñado el camino y esos salvajes no lo utilizarán para salvar vidas sino para todo lo contrario.
De todas formas, pienso como usted, que el fin justificaba muchas cosas.
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