martes, 20 de enero de 2009

Ventajas para los niños que vayan al colegio con inmigrantes

El ayuntamiento de Novara, en Italia, ha tomado una curiosa decisión: los niños italianos que acudan a escuelas con un alto número de inmigrantes tendrán el servicio de comedor y el autobús para desplazarse, completamente gratuitos.

Naturalmente, no ha sido una decisión voluntaria ni espontánea. Como de costumbre, cuando los políticos actúan de esta forma es que se han visto obligados a hacerlo.
En Italia acuden a los colegios un total de 614.000 alumnos extranjeros. No es una cifra excesiva si la comparamos con el total de los niños escolarizados. Sin embargo, en las regiones del centro y norte del país, el porcentaje de niños extranjeros es mucho mayor y se cifra en aproximadamente un 12% del total de alumnos de educación primaria.

Para conseguir el objetivo de una plena integración de los inmigrantes (más aun entre los niños pequeños) una proporción de este calibre resulta idónea. El problema es que los inmigrantes (que acaban de llegar de sus países y no disponen de recursos económicos) suelen concentrarse en los barrios más pobres de las ciudades y allí, a los colegios de esos barrios, es donde lógicamente envían a sus hijos a estudiar.
Las cifras en algunos colegios resultan preocupantes puesto que hasta un 80% de los alumnos son extranjeros y, de esa forma, no va a resultar posible la integración.

¿Por qué se dan esos altos índices de inmigrantes en las clases? La causa es sencilla: los padres italianos sacan a sus hijos de las escuelas donde hay un elevado número de extranjeros hacia otros colegios, aunque les cueste desplazarse media hora todos los días.

No es cuestión de racismo o xenofobia (aunque imagino que algo de ello también habrá): el motivo es que en las clases donde un porcentaje alto de alumnos no dominan el idioma no se suele avanzar correctamente con el temario y, al final, los resultados académicos no son los adecuados. Y esto se nota, sobre todo, cuando se llega a la educación secundaria o a la universidad.

El miedo del alcalde de Novara, Massimo Giordano, es que, tras enviar a sus hijos a colegios fuera de sus barrios, los padres acaben mudándose cerca de esos nuevos colegios. En ese caso, los antiguos barrios acabarían poblados únicamente por extranjeros con lo que acabarían convertidos en guetos; un primer paso hacia la marginación, la xenofobia, la delincuencia y la diferenciación social. O sea, todo lo contrario de lo que se busca con la plena integración de los emigrantes.


No es mala la iniciativa italiana. Podrían importarla a España, porque así conseguirían matar dos pájaros de un tiro. No se si ocurrirá lo mismo en el país transalpino, pero aquí, en España, se empiezan a alzar voces (sobre todo ahora, en época de crisis) en contra de las ventajas de las que disponen los niños escolarizados que provienen de la inmigración. Debido a sus bajos ingresos, consiguen todas las becas y ayudas que solicitan, privando, en algunas ocasiones, al resto de la población de esas ventajas. No hay nada ilegal en ello y hasta resulta lógico, pero la gente no lo comprende y se siente molesta con esta “discriminación positiva”.
Con medidas como la de Novara se conseguirían acallar esas voces y también evitarían que, en el futuro, existan colegios para inmigrantes y colegios para los que no lo son.

Los deseos de la mayoría de la gente es que todos podamos convivir en paz y armonía. Nuestros políticos deben aportar su granito de arena para que así sea.

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