Desgraciadamente, la historia se repite una y otra vez. Y los protagonistas vienen a ser los mismos: una tribu de indígenas y un equipo de televisión ávido de conseguir la palabra mágica, audiencia.
Hace algo más de un año, les contábamos la visita que la compañía británica Cecada Films había realizado para filmar a varias comunidades indígenas en lo más recóndito del Amazonas peruano, pese a estar advertidos de que no debían hacerlo. El resultado de aquella visita fue catastrófico para los indígenas ya que muchos de ellos murieron a causa de una infección por gripe que habían llevado consigo los presentadores británicos.
Hace algo más de un año, les contábamos la visita que la compañía británica Cecada Films había realizado para filmar a varias comunidades indígenas en lo más recóndito del Amazonas peruano, pese a estar advertidos de que no debían hacerlo. El resultado de aquella visita fue catastrófico para los indígenas ya que muchos de ellos murieron a causa de una infección por gripe que habían llevado consigo los presentadores británicos.
Pues bien, ahora la historia se traslada a África y los periodistas no son ingleses sino españoles. “Perdidos en la tribu” es el mayor éxito de la temporada de la cadena de televisión “Cuatro”. Lo venden como un 'docu-reality' en el que tres familias españolas abandonan su vida civilizada para "convivir con tres tribus primitivas", enfrentándose a "peligrosos animales, a sangrientos ritos ancestrales y a la climatología más hostil de la selva o el desierto". Para ello, se han trasladado al desierto del Kalahari y han contactado con varias tribus de bosquimanos.
Si alguien ve la serie (cosa que no recomiendo) se encontrará con una tribu de bosquimanos que viven en cabañas destartaladas, que usan collares de vivos colores y que visten con taparrabos. Pero la realidad es bien distinta. La verdad es que los bosquimanos, incluidos los niños, fueron sacados de sus casas en Donkerbos-Sonneblom, un territorio en el interior del desierto del Kalahari, para instalarse en unas cabañas que no eran las suyas, lejos de sus tierras de cultivo y los colegios de los pequeños. La productora Eyework y Cuatro Cabezas se llevaron a varias familias, a las que han pagado una miseria (175 euros a los adultos y 67 a los niños), durante casi un mes a unas localizaciones donde nunca han vivido.
Todos estos hechos los ha denunciado la Fundación CEAR, una ONG que lleva tres años trabajando con los san, apoyando los reasentamientos en nuevas tierras propiciado por el Gobierno de Namibia, ayudando a un pueblo que ha sido nómada, y vivía de la caza y la recolección, en su formación agrícola y fortaleciendo las capacidades individuales y sociales de las familias para que salgan adelante y abandonen el alcohol en el que han caído por el cambio brusco en su forma de vida. Este proyecto está financiado prácticamente por la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID) con 1,3 millones de euros. Ahora, toda esta labor peligra con la llegada del reality.
Una de las cooperantes de esta ONG, Silvia Sala, lo deja claro con sus declaraciones: "el enfoque del programa, además de poner en ridículo a los protagonistas, descontextualiza la situación de estas comunidades, utilizando estereotipos y trivializando su forma de vida". Tampoco se muerde la lengua Miguel Ángel del Ser, de la ONG Survival: "no se puede tolerar que se trate a los pueblos indígenas como salvajes", "una cosa es un documental y otra un 'show' en el que se explotan situaciones humanas como espectáculo".
No todo vale para conseguir audiencia. Sean creativos y olvídense de molestar a los indígenas o perderán la poca que tienen.
No todo vale para conseguir audiencia. Sean creativos y olvídense de molestar a los indígenas o perderán la poca que tienen.
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