miércoles, 11 de noviembre de 2009

21 de diciembre de 2012 ¿se hará realidad la película?

El próximo viernes, 13 de septiembre, el director de cine Roland Emmerich volverá a asustar al mundo con su nueva película, al igual que ya lo hizo con sus anteriores “El día de mañana” o “Independence Day”. “2012” se titula su nueva obra.
Aquí les dejamos el trailer oficial de la película en HD por si quieren ir echándole un vistazo.



Sin embargo, en esta ocasión, Emmerich no sólo ha fantaseado con nuestro futuro, sino que le ha querido dar una base matemática y cultural a su argumento: las predicciones del viejo calendario maya. Es decir, para su película se ha basado en predicciones científicas; eso si, de un pueblo que, aunque muy sabio, predijo este futuro hace varios miles de años.

Los mayas existieron durante más de 3.500 años, desde el 2.000 a. c. hasta el 1.520 d.c., cuando los colonizadores españoles tomaron sus ciudades exterminando al 90% de los pobladores. Epidemias, sequías y hambrunas también contribuyeron a la labor.
Durante este tiempo dejaron numerosas pruebas de su avanzada sociedad y de sus elevados conocimientos científicos, sobre todo en el campo de la astronomía.

Uno de estos vestigios se encuentra en la vieja ciudad de Coba. Se trata de una estela de piedra que lleva inscrita la fatídica fecha del 21 de diciembre de 2012. Desde que se descubrió han sido numerosas las interpretaciones que se le han dado. Los más alarmistas hablan de que ese día se producirá el fin del universo, y los más cautos, aluden a que habrá un cambio de ciclo marcado por los desastres naturales.

David Cememay, experto del sitio arqueológico de Chichen Itza (una de las nuevas siete maravillas del mundo que demuestra el esplendor de la vieja civilización), nos lo aclara: "Los mayas tenían un gran conocimiento del movimiento del sol, la luna y las estrellas y así predecían el estado del tiempo o cómo iban a salir los cultivos. Dividían el tiempo en ciclos de vida de 52 años, en los que organizaban el tiempo de cosechas y construcción. Decían que con cada ciclo empezaba una nueva vida. El 21 de diciembre de 2012 terminará un ciclo de 'cuenta larga', que comenzó el 11 agosto de 3114 a. C.”.

Y continúa diciendo: "Las predicciones mayas se están cumpliendo: está aumentando la temperatura de la tierra, los polos se deshielan y los cultivos están alterados. A medida que nos acerquemos al fin del ciclo todos estos cambios se harán más evidentes".

De la misma opinión son los cerca de seis millones de descendientes de la cultura maya que en la actualidad viven disgregados por México, Guatemala y Belice. Así, no es difícil escuchar a los chamanes advirtiendo: "No habrá sol y los árboles se secarán. Viviremos un cambio de energía y mientras algunos entrarán en pánico, los más preparados no se asustarán. Nadie puede decir exactamente cómo va a ser o cuándo va a comenzar, hay un margen de 72 horas, pero todavía estamos a tiempo para prepararnos espiritualmente. No importa en el Dios que creáis" o también: "Lo que dice la profecía es que el mundo de odio y materialismo terminará en diciembre de 2012. Ese día la humanidad tendrá que escoger entre desaparecer como especie pensante que amenaza con destruir el planeta o evolucionar hacia la integración armónica con el universo".

Lo malo de todo esto es que existen muchas profecías de los mayas que ya se han cumplido (otras no, por supuesto), como aquella que decía: "En 1520 los mayas predijeron que un hombre desconocido iba a llegar de algún lugar lejano trayendo consigo problemas. Y así ocurrió, el misterioso hombre fue Hernán Cortés, que llegó montado a caballo junto a los colonos españoles".

La película promete y, aunque tengo un gran aprecio por las culturas antiguas, espero que, al menos en esta ocasión, los mayas hayan interpretado rematadamente mal la profecía de sus antepasados.
Que apenas quedan tres años para el 21 de diciembre de 2012 y, de ocurrir, se rompería otra profecía que dice que ese año, justo al día siguiente, me tiene que tocar el “gordo” de la lotería de navidad (de ilusión también se vive).

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