lunes, 30 de noviembre de 2009

El “toro embolao” en peligro. Triunfo de los antitaurinos.



El Consejo Valenciano de Cultura aprobó el jueves pasado un informe en el que recomienda a la Generalitat Valenciana que prohíba la realización de 'bous al carrer' en las poblaciones que no puedan demostrar "fehacientemente" que para ellas es una tradición. (Estos festejos, aclaramos, son muy populares en la Comunidad Valenciana (entre otras regiones) y consisten en la suelta de toros o vaquillas en un recinto vallado (normalmente la plaza del pueblo o calles adyacentes) para que los mozos (o quien se atreva) puedan correr delante de ellos).




Igualmente, el CVC aconseja "sustituir" la modalidad de 'toro embolao' por "otras formas de 'bous al carrer' más imaginativos que no impliquen un sufrimiento innecesario para el animal". (El “toro embolao”, aclaramos también, es muy similar al anterior, pero se celebra de noche y se le enganchan al toro unos hierros en los cuernos donde se colocan unas bolas a las que se prende fuego).
Asimismo, defiende que para la autorización de los festejos se incluya la obligación de presentar una póliza de seguro específica para hacer frente a las multas que puedan derivarse del eventual maltrato de los animales que participan en la fiesta, así como que se haga referencia a las fianzas preceptivas por esta posible falta, que debería ser valorada en cada caso como "grave o muy grave".

El informe, como cabía esperar, ha originado un gran revuelo. Rápidamente, los defensores de estos festejos han expresado su opinión contraria. Apelan a las costumbres, la tradición, el interés turístico, la diversión...
(A partir de aquí, los “taurinos” no estarán de acuerdo con lo que escribamos. Ellos tienen su opinión y nosotros otra totalmente contraria a la suya).



Desde este blog siempre hemos defendido la abolición de los festejos taurinos, ya sean corridas de toros, encierros, vaquillas, “toros embolaos” o cualquier otro “festejo” que se les ocurra a los “amantes” de los toros. La razón es obvia: evitar el sufrimiento de los animales.
Sinceramente, no podemos comprender cómo personas que morirían por evitar el sufrimiento de su gato doméstico, disfruten viendo cómo martirizan y matan a un animal en una plaza de toros. ¿No se dan cuenta que ver sufrir, ya sea a una persona o a un animal, es de sádicos y de enfermos mentales?

Tenemos la suerte de pertenecer a una especie que, en teoría, posee conciencia y una inteligencia superior a las demás y las malgastamos haciendo sufrir a los toros (y a otros animales) sólo por diversión. Ejemplos hay muchos aparte de los festejos taurinos: peleas de perros, de gallos, monterías, cacerías de animales salvajes (y de otros que no lo son tanto, como los que habitan nuestros montes)... ¿para qué todo esto? Simplemente para divertirse, dar cuatro gritos, hacerse los “hombres” y descargar la frustración acumulada. Patético.



Algunos nos soltarán el viejo argumento de que gracias a los festejos taurinos continúan habiendo toros. Que si no, se hubiesen extinguido. Ya. Les propongo que para que no se extingan los rinocerontes, en los días pares de los Sanfermines, se corran los encierros con ellos, en los impares con Tigres de Bengala y el último día lo hagan con burros autóctonos. Con ello conseguiremos proteger tres especies seriamente amenazadas. (Que me perdonen en Pamplona porque, al fin y al cabo, sus encierros son la manifestación más noble de festejo taurino).



Los defensores del “toro embolao” aducen que los animales ni mueren ni sufren. En lo primero puede que tengan razón, pero que no sufren... Les propongo que se metan todo el día en un cajón en el que apenas se puedan mover y que cuando llegue la noche, les aten en medio de una plaza atestada de gente y les coloquen un artilugio en la cabeza. Que le prendan fuego a ese trasto y les suelten con las manos atadas para no podérselo quitar. Notarán un calor insoportable, chispas que se les meten en los ojos, sensación de que se van a quemar vivos... pero no se preocupen porque no morirán. Solo sufrirán para que unos cuantos se lo pasen bien.

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