Quizá algunos de ustedes hayan comprado los famosos
“bonos patrióticos” emitidos por la Generalidad de Cataluña. La ocasión era inmejorable:
4,75% de interés a los suscriptores (que sumados al 3% que se le pagaba a los bancos colocadores arrojan la nada despreciable cifra de coste para el pueblo catalán del 7,75%), escaso riesgo (aunque la emisión carece de garantía estatal, pocos son los que piensan que el estado permitiría un impago), plazo relativamente corto de amortización (aunque carece de liquidez ya que no se puede cancelar durante la vida del mismo)...
¿Qué ha llevado a la Generalidad a ser tan “generosa” con los tipos de interés? La respuesta es sencilla:
necesidad imperiosa de conseguir financiación.
Cataluña es la región española con
peor calificación crediticia por parte de Moody´s. Desde el mes de marzo no han logrado colocar ni una sola emisión de bonos y precisan de liquidez para poder afrontar los pagos, tanto a proveedores como a sus propios trabajadores. Se calcula que
necesitan una inyección extra de capital de 5.000 millones de euros para poder acabar el año.
No tenían más remedio que lanzar esta emisión de deuda de 3.000 millones (acaban de ampliar en 500 los 2.500 millones iniciales)
si no querían acabar presentando suspensión de pagos. ¡Cómo estarían que Montilla, a dos meses de decir adiós a su poltrona, tuvo que ceder y lanzar la emisión a la desesperada! Eso si; le ha achacado al anterior gobierno de CiU la existencia de facturas sin pagar cuando abandonaron el poder hace ¡8 años! ¿Saben cuanto dicen que se dejaron por pagar? Efectivamente, 3.000 millones de euros. ¡Qué casualidad!
Que la Generalidad de Cataluña se haya quedado sin dinero tampoco es para rasgarse las vestiduras. La crisis económica ha provocado (y provocará) que muchas administraciones públicas de todo el planeta estén pasando verdaderos apuros. Los gastos son muchos, los ingresos pocos y se tienen que emplear a fondo para cubrir las necesidades básicas de la población como son la educación, la sanidad, las ayudas sociales... Pero este no es el caso de la Generalidad de Cataluña.
El dinero de los “bonos patrióticos” no será destinado a cubrir estas necesidades básicas. Los gobernantes catalanes tienen otros planes. Veamos un ejemplo para saber en qué se gastan el dinero de los contribuyentes.
Según el Plan de aeropuertos, aeródromos y helipuertos, las administraciones
van a invertir un total de 1.582 millones de euros en construir nuevos aeródromos, reformar los existentes, poner helipuertos en todos los rincones del Principado (¡ojo! 82 helipuertos para un flota de 80 helicópteros) y hasta abrir un altipuerto (aeropuerto de alta montaña). Y decimos administraciones porque, realmente,
la Generalidad sólo va a poner una parte, 394 millones; los 1.200 restantes saldrán del bolsillo de todos los españoles a través de AENA.
¿Existe tanto tráfico aéreo en Cataluña para todos estos aeropuertos? Tal como informa en un extenso trabajo
Fernando Díaz Villanueva, parece que no.
El principal aeropuerto de Cataluña es el del Prat en Barcelona. Al cabo del año pasan 27 millones de pasajeros por sus instalaciones. Buenas cifras. Le siguen el de Gerona y el de Reus, con cifras respetables de tráfico, aunque, en su mayor parte, se corresponden con vuelos de bajo coste con escasos beneficios económicos. Estos tres aeropuertos están (todavía) gestionados por AENA.
A partir de aquí, el resto de aeropuertos están (o estarán) administrados por
“Aeroports de Catalunya”. Veamos como son.
La “joya de la corona” es el nuevo aeropuerto de
Lérida-Alguaire. Tiene una pista de 2.500 metros, una terminal diseñada por el mismo arquitecto de la Torre Agbar, una torre de 42 metros de altura y
un coste de 96 millones de euros.
Debido a su, más que previsible, escaso tráfico,
el concurso para la gestión de las instalaciones quedó desierto y es la propia administración quien regenta el establecimiento con cargo, se entiende, a los presupuestos. Ni Iberia, ni Air Europa ni la catalana Spanair se han interesado lo más mínimo por programar vuelos desde Lérida. Las autoridades han tenido que recurrir a las compañías “low cost” para que operasen desde allí.
Para lograrlo
han tenido que eliminar completamente las tasas y subvencionar con cerca de dos millones de euros a Vueling y Ryanair para que programasen vuelos desde Lérida. La primera tiene dos conexiones semanales, con Frankfurt y Milán, a ¡8 euros el trayecto! Y la segunda conecta Lérida dos veces por semana con Palma de Mallorca, otro (con escala) con Paris y otro, dos veces por semana también, con
¡Barcelona! Como lo leen: el vuelo más corto de España, 160 kilómetros, entre dos capitales unidas por el AVE y por dos autovías-autopistas. El vuelo (subvencionado) cuesta 19 euros y entra en competencia (desleal al estar subvencionado por los contribuyentes) con el tren y los autobuses.
Otro de los nuevos aeropuertos es el de
La Seo de Urgel. Aprovechando las instalaciones de un antiguo aeródromo, se han invertido unos once millones de euros en él. Tiene una pista de 1.500 metros, terminal, torre de control y helipuerto, pero le falta lo fundamental: aviones. A diferencia del de Lérida
la Generalidad no ha encontrado aún aerolíneas que estén dispuestas a operar desde allí. Ni con subvenciones. Quizá la escasa población de la zona (100.000 habitantes incluyendo Andorra) tenga algo que ver.
Y para terminar, otro que está en proyecto: el de
las Tierras del Ebro. Se ubicará cerca del Delta del Ebro, entre las poblaciones de Amposta y Tortosa y
su coste presupuestado es de 112 millones de euros. Basta consultar un mapa para darse cuenta lo cerca que estará del de Reus y del futuro aeropuerto (privado) de Castellón.
En cuanto a los aeródromos, tomen nota: a razón de unos dos millones y medio de coste, se ubicarán en poblaciones como Cervera (9.200 habitantes), Tremp (6.200), Arnes (488), Viladamat (466) o Lladurs (201 habitantes). Como pueden deducir, se prevé una utilización “intensa” de las instalaciones.
Seguramente, quien lea en alguna ocasión este blog pensará que les tengo manía a los catalanes. Nada más lejos de la realidad.
A quien no puedo ver es a los políticos que les ha tocado sufrir. A pesar de haberlos votado... los catalanes no se merecen todo esto.