Otra vez vamos a hablar de tarjetas de crédito y van dos veces esta semana. Están de moda, que le vamos a hacer. En esta ocasión son más sofisticadas, las tarjetas del futuro, según nos dicen sus promotores, la empresa tecnológica Siemens.
Uno de los principales problemas a la hora de usar las tarjetas de crédito, tanto en cajeros, en comercios y en Internet es la desconfianza y la sensación de inseguridad que tienen los consumidores a la hora de usarlas. Todos los días nos llegan noticias sobre fraudes y aunque la tarjeta de crédito se está imponiendo como forma de pago generalizada siempre nos queda esa duda de si esta vez nos tocará a nosotros la mala suerte de caer en manos de los timadores.
Consciente de ello, la compañía alemana Siemens ha desarrollado una tarjeta (llamada ID-Card) que necesita de las huellas dactilares de su dueño para aprobar las operaciones que se desee hacer a través de ella. Es un poco más gruesa de lo normal y una vez que ha comprobado nuestras huellas hay que colocarla frente a la pantalla del ordenador o cajero automático. Mediante unos sensores ópticos incluidos en su reverso lee una imagen encriptada enviada por la entidad financiera. Tras comprobar que los datos son correctos, se realiza la operación.
La empresa alemana está negociando con varias entidades financieras españolas la comercialización de la tarjeta y, aunque no hay ningún acuerdo cerrado, parece ser que hay algunas muy avanzadas.
Uno de los principales problemas a la hora de usar las tarjetas de crédito, tanto en cajeros, en comercios y en Internet es la desconfianza y la sensación de inseguridad que tienen los consumidores a la hora de usarlas. Todos los días nos llegan noticias sobre fraudes y aunque la tarjeta de crédito se está imponiendo como forma de pago generalizada siempre nos queda esa duda de si esta vez nos tocará a nosotros la mala suerte de caer en manos de los timadores.
Consciente de ello, la compañía alemana Siemens ha desarrollado una tarjeta (llamada ID-Card) que necesita de las huellas dactilares de su dueño para aprobar las operaciones que se desee hacer a través de ella. Es un poco más gruesa de lo normal y una vez que ha comprobado nuestras huellas hay que colocarla frente a la pantalla del ordenador o cajero automático. Mediante unos sensores ópticos incluidos en su reverso lee una imagen encriptada enviada por la entidad financiera. Tras comprobar que los datos son correctos, se realiza la operación.
La empresa alemana está negociando con varias entidades financieras españolas la comercialización de la tarjeta y, aunque no hay ningún acuerdo cerrado, parece ser que hay algunas muy avanzadas.
¿Por qué nos interesamos desde este blog en esta tarjeta?
Fundamentalmente por dos motivos de seguridad: el primero de ellos es que la tarjeta sólo la puede usar su propietario, y tal como están las cosas hoy en día, estar tranquilos en ese sentido nos facilitaría mucho la vida.
¿Y si te están amenazando para que saques dinero y después robártelo? Ahí es donde entra el segundo motivo de seguridad: la tarjeta permite que registremos en ella la huella de otro dedo de nuestra mano. Si al realizar la verificación de la huella, la tarjeta detecta que hemos utilizado ese otro dedo (la compañía lo llama “panic finger”) simularía que está realizando la operación para que el delincuente que nos está amenazando no se diese cuenta, pero ésta no se realizaría realmente. En su lugar enviaría un aviso a las fuerzas de seguridad para informar del delito.
Para los más escabrosos, indicar que la huella sólo funciona si detecta calor humano. O sea, que no vale usar un dedo que haya sido independizado de la mano.
Siempre he pensado que la compañía emisora o entidad financiera que encuentre un método de pago, no ya que sea seguro, sino que sea percibido por los consumidores como seguro, se iba a hacer de oro. Con todas las dudas que genera el dinero de plástico, no paramos de utilizarlo. Imagínense si estuviésemos tranquilos al hacerlo.
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