lunes, 6 de octubre de 2008

El fútbol continúa siendo un deporte


El mundo del fútbol nunca dejará de sorprendernos. Por ello, es y continuará siendo el deporte rey.
Todos creemos (y con razón) que el fútbol ha pasado de ser un deporte a ser un espectáculo en el que todos sus actores se mueven más por favorecer sus intereses que por otra cosa. No vamos a empezar a desgranar desde aquí las ansias de notoriedad pública que tienen los presidentes de los clubes (cuando no son intereses económicos), el endiosamiento de los futbolistas o el espíritu de revancha que anida en muchas de las aficiones cuando acuden al estadio de fútbol.
Si exceptuamos el fútbol de base (aunque los chavales cada día imitan más a las estrellas futboleras) y al fútbol aficionado, con sus divertidas pachangas domingueras, este deporte ha perdido todos los valores que tenía cuando inició su andadura a finales del siglo XIX. ¿O acaso estoy equivocado?

Viene a cuento esta pregunta por dos noticias que han aparecido en los últimos días en los medios de comunicación y que han abierto la esperanza a que el “espíritu” del fútbol aun no haya muerto.
La primera de ellas tiene como protagonista al club chipriota del Anorthosis Famagusta.
Los clubes de Chipre siempre habían sido considerados como las cenicientas de cualquier competición. Cualquier club europeo sabía que si le tocaba en suerte un equipo de la isla, el triunfo estaba asegurado. Pero la historia se escribe día a día y lo que ayer era blanco, hoy puede que no lo sea.


El Anorthosis quedó campeón liguero en su país y, por lo tanto, se clasificó para jugar la previa de la mejor competición del continente: la Champions. Muy felices se las prometían los del Olympiacos griego del entrenador español Ernesto Valverde cuando el bombo del sorteo les deparó disputar una cómoda eliminatoria con el conjunto chipriota. Pero les salieron respondones y les eliminaron. Sorpresa mayúscula. ¡Un equipo chipriota en la Champions!

Si hubiesen preguntado a los equipos participantes en la máxima competición a que equipo preferían en la liguilla de clasificación para octavos, todos habrían pagado por tener al Anorthosis en su grupo. La “suerte” la tuvieron el Werder Bremen, el Panathinaikos y el Inter de Milán. Sin embargo, ya se están arrepintiendo. Los chipriotas empataron en Alemania y vencieron por 3 a 1 a los griegos, pasando a encabezar la clasificación provisional. Ahora tienen que visitar al todopoderoso Inter de Mourinho y en Milán ya no se fían de la “debilidad” de su contrincante.

Por si fuera poco, este club tiene una curiosa anécdota: pertenecen a la ciudad de Famagusta, pero no juegan allí desde que en 1974 los turcos invadieron la zona proclamando la República Turca del Norte de Chipre. El equipo tuvo que emigrar a Lárnaca y ahora, por las exigencias de las normas de la UEFA, tiene que jugar la Champions en la capital, Nicosia. Pero no tienen ningún problema. Sus 20.000 aficionados les siguen donde sea. Me puedo imaginar la euforia y la ilusión que deben vivir en estos momentos. Es la auténtica “rebelión de los modestos”.


El otro caso es, quizá, más sorprendente. No se si habrá ocurrido alguna vez en la historia, pero un futbolista profesional ha renunciado al dinero que iba a percibir por la ficha y las primas de la temporada siguiente. Increíble, ¿verdad?
El caso es el del conocido jugador del Athletic de Bilbao, Joseba Etxeberría. Cuando finalice la presente campaña habrá cumplido catorce años bajo la disciplina del club de sus amores. Pues bien, la siguiente, la que hará quince, ha decidido regalarla al club.


Sus palabras lo explican perfectamente: “con tantos años en el Athletic te das cuenta que no es solo un club de fútbol, que hay mucha gente detrás, con una filosofía propia. Han sido unos años muy felices tanto para mi como para mi familia y quiero devolver de esta manera parte de lo que he recibido”.

Lo que les decía al principio, el fútbol no deja de sorprendernos. Quizá por eso dicen que el fútbol no morirá nunca.

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