Antiguamente se les denominaba misioneros; hoy se les llama colaboradores humanitarios, pero al final resulta ser lo mismo: personas adscritas a organizaciones religiosas que desarrollan su labor dedicándose a la ayuda a los más necesitados en las regiones más pobres del planeta.
No voy a entrar a valorar temas religiosos. Cada cual tiene su opinión sobre la religión y este blog no se dedica a eso. Simplemente voy a valorar la vertiente humanitaria de estas personas y, sin temor a equivocarme, puedo asegurar que esta gente está echa de otra pasta.
Todos conocemos los conflictos que, de forma continuada, asolan la Republica Democrática del Congo. La guerra civil encubierta que libran el líder opositor Laurent Nkunda contra el gobierno de Joseph Kabila ha provocado, sólo en los últimos tiempos, más de 250.000 desplazados en la región, que huyen de las descontroladas matanzas de civiles.
Resulta vergonzosa la actitud de los países occidentales que, amparándose en la ONU, evitan involucrarse en el conflicto. Tampoco resulta muy gratificante el trabajo realizado hasta ahora por las Naciones Unidas, convocando unas reuniones entre los dos bandos que, de momento, no han tenido ningún resultado.
Numerosas son las ONG que trabajan en la zona. Sin embargo, ante la falta de protección de los organismos internacionales, continuamente deben abandonar sus funciones para ponerse a buen recaudo. Todos salvo algunas organizaciones religiosas, como el Instituto de Religiosas de San José de Girona que mantienen un centro médico en la localidad de Rutshuru, junto a la frontera con Ruanda, o sea, en el mismo centro de los conflictos. A pesar del recrudecimiento de las hostilidades, estas misioneras decidieron continuar allí prestando sus servicios a heridos de uno y otro bando, siendo muy valoradas por ambos.
Sin embargo, el pasado 28 de octubre, una bomba alcanzó de lleno el centro médico, causando serios destrozos e hiriendo a una de las religiosas. Trasladada de urgencia, pasó por las manos del hospital de Médicos Sin Fronteras, luego al de los Cascos Azules de Goma para luego viajar en helicóptero hasta Sudáfrica y desde allí en avión hasta Madrid. Desgraciadamente, sus heridas eran muy graves y le han tenido que amputar ambas piernas.
Cualquier otra persona estaría, como mínimo abatida y con una profunda depresión. Pero esta gente, como decía al principio, está echa de otra pasta. Y si no me creen, lean algunas de las declaraciones que ha efectuado Presentación López Vivar, que es como se llama nuestra heroína:
- “Todos los militares, de ambos bandos, nos conocen por el nombre, nos aprecian y nos respetan, por lo que la bomba que cayó en el centro fue un error fruto de la mala suerte”.
- “Gracias a Dios he sido yo sola la herida. Es una suerte que me hayan cortado las piernas por debajo de las rodillas, ya que me permitirá utilizar prótesis y no estar siempre recluida”.
- “Es una gracia de Dios que se me ha concedido el seguir viviendo y aprovecharé para seguir ayudando de lejos y animar a otros a ir”.
- “Miedo no me da y si puedo ser útil, volveré”
Ya lo ven. Ningún rencor hacia los que lanzaron la bomba, da gracias por seguir viva y su única preocupación es sanar (dentro de lo posible) para volver al Congo y ayudar a los necesitados.
Esto es SOLIDARIDAD, así, con mayúsculas.
PD. Si alguno de los lectores vive cerca de la provincia de Alicante no dude en pasarse por esta exposición de manos unidas. Buscan recaudar fondos para la compra de medicamentos para el Congo.
lunes, 17 de noviembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Según he leido últimamente, ya han muerto 6 millones de personas en Congo en los últimos 10 años de guerra, y siguen por el mismo camino.
http://elviajerovirtual.blogspot.com/2008/11/castalla-exposicin-solidaria-de-manos.html
Un saludo
Publicar un comentario