El CO2, para las rocas

Los científicos se están exprimiendo el cerebro en busca de uno de los descubrimientos más buscados en la actualidad: el invento que permita almacenar el exceso de CO2 que emitimos a la atmósfera. Y no se crean que lo hagan por razones altruistas, no. ¿Saben a cuanto se paga la tonelada de CO2? Se asombrarán. Por lo tanto, inventar algún artilugio que logre captar el dióxido de carbono para eliminarlo de la atmósfera supondrá la riqueza inmediata para quien lo haya conseguido.

La última investigación que ha llegado hasta nuestros oídos viene desde Estados Unidos, concretamente de la Universidad de Columbia en Nueva York. Los científicos Kelemen y Matter han estudiado los procesos de carbonatación de una parte del manto interno de la Tierra que se encuentra expuesto al exterior en una zona del Sultanado de Omán llamada Samail.
En este lugar, la formación de peridotita, una roca que se forma allí de manera natural, supone la absorción de un buen número de toneladas de CO2. El problema son los miles de años que lleva la formación de este tipo de rocas. O sea, el reto es encontrar un método para acelerar el proceso.

Según los científicos, esto se puede conseguir mediante la perforación de la corteza, la fractura hidráulica, la inyección de CO2 purificado a altas presiones o aumentando la temperatura en las capas profundas. Estos dos estudiosos afirman que la reacción química que se produciría liberaría energía en lugar de consumirla, con lo que el método empleado no requeriría de un gran aporte de energía extra. Además, es seguro, barato y permanente.
Con este procedimiento de carbonatación de la peridotita se podrían secuestrar más de ¡1.000 millones de toneladas de CO2 anuales sólo en el estrato estudiado en Omán!, que no es poca cosa si tenemos en cuenta que en un país mediano como es España se emiten al año 400 millones de toneladas.

Que lo estudien y consigan buenos resultados, porque el aumento de CO2 en la atmósfera resulta imparable. Año tras año se emite en más cantidad e incluso se prevé que para el año 2030 la humanidad consuma justo el doble de energía que ahora, con el consiguiente aumento de emisiones.