domingo, 21 de diciembre de 2008

Bancos del trueque en Colombia

Aunque todo nos lleva a pensar lo contrario, en las situaciones de pobreza también se pueden encontrar cosas positivas, motivos para el optimismo. Todo depende, como siempre, de cómo se afronten esos malos momentos.

En la ciudad de Bogotá, concretamente en las barriadas de San José de los Sauces y Bella Flor, denominadas Ciudad Bolívar, uno se puede cansar de encontrar pobreza. Catalogada como “zona roja”, por la presencia de guerrilleros y paramilitares, conviven 2.200 familias desplazadas por el conflicto armado. Desarraigadas, y a menudo con grandes traumas a sus espaldas, residen en infraviviendas de chapa y ladrillo desparramadas por las empinadas laderas de los montes cercanos. Allí, la presencia del Estado brilla por su ausencia, con numerosos problemas sanitarios, desempleo casi total y absentismo escolar galopante.

Dos mujeres, Jacqueline Moreno, colombiana, e Ivonne Jegge, francesa, fundaron allí en 1999 la Fundación Laudes Infantis. Ambas estaban acostumbradas a trabajar con niños de la calle y querían impedir que los menores abandonaran sus hogares para delinquir, por la falta de expectativas que les brindaba la barriada. Pero pronto se dieron cuenta de que el trabajo con los jóvenes no sería suficiente; que para llevar a cabo su labor necesitarían implicar a toda la familia para recuperar el tejido social y devolver a esas gentes la autoestima y la dignidad perdidas cuando abandonaron sus tierras natales.


¿Cómo conseguirlo?
Con mucha imaginación, trabajo y paciencia, crearon lo que denominan “banco del trueque” y, de golpe y porrazo, con este antiguo mecanismo, están logrando sacar a flote la barriada.
Como ellas mismas afirman, el mecanismo es sencillo: “cuando una familia llega al asentamiento, huyendo de la violencia, suelen venir con el miedo en el cuerpo y nada en las manos. En el banco del trueque se escuchan sus necesidades y, dependiendo de sus cualidades, se les remite a la coordinadora del servicio para que les asigne una labor. Su honestidad se da por supuesta y nadie les pregunta por su procedencia”.

¿En qué consiste este trueque?
Ejemplos se podrían poner muchos. A cambio de un lugar donde dormir, las familias deben comprometerse a buscar plaza en una escuela para sus hijos y que luego acudan a ella. Mientras encuentran trabajo, pueden llevar a los niños al comedor comunitario si invierten unas horas en atender a los menores de la casa cuna, dar clases de agricultura urbana o cualquier otro servicio acorde con sus conocimientos. Los ancianos que no pueden trabajar reciben tres comidas diarias a cambio de ceder sus tierras como huertos comunales. Los niños reciben juguetes si acuden a clases de refuerzo escolar...


En fin, casi todo se puede obtener en este banco. No hay límite de crédito. Pero nada se logra gratis. En el caso de que alguien no cumpla con sus compromisos, se genera un interés que se acumula. Esta “deuda” se puede renegociar para que el implicado pueda cumplir con su parte en el trato.
Generar compromisos en los chavales y formarlos para que sean futuros líderes es otro de los compromisos de la Fundación. Si cumplen con las labores de casa, los padres no les regañan, lo que reduce el índice de violencia familiar y favorece la convivencia.

A partir de 2005, la ONG española Fundación Codespa colabora en el proyecto buscando financiación y mejorando la gestión de los recursos. Ellos fueron los que se dieron cuenta que, aunque en el barrio reinaba la alegría y la convivencia, nadie había pensado en generar ingresos para garantizar la sostenibilidad del proyecto.
Actualmente, varias empresas comunitarias están ya en funcionamiento, generando ingresos para esta institución de desarrollo; desde una panadería a un salón de belleza, pasando por una pequeña fábrica de baba de caracol, un taller de confección y una carpintería. Aunque la ilusión de las fundadoras es hacer del reciclaje a gran escala la principal fuente de ingresos del trueque social.


Ya han recibido varios premios, entre ellos el Premio Mujer Cafam 2008 concedido a Jackie Moreno. Y no es para menos, han sido las artífices de que este antiguo basurero sea un lugar habitable, con parque, radio, tienda de ropa y hasta un taller de teatro.
Han conseguido que estos miles de familias tengan una ilusión en la vida partiendo de la peor de las pobrezas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Felicitaciones por tan loable labor, me gustaria conocer la normativiada o estatutos y el funcionamiento, para aplicarlo en una poblacion pobre del departamento de caldas.
RICARDO GONZALEZ P licenciado educ Ambiental. cel 3136618143