Supongo que ustedes, como el resto de los mortales, deben estar notando los efectos de la dichosa crisis (y si no es así, reciban mi enhorabuena). Todos nos estamos haciendo agujeros en el cinturón para poder apretárnoslo un poco más.
Se reducen las compras de objetos que no son de primera necesidad y de los que no tenemos más remedio que comprar lo hacemos en menor cantidad y siempre buscando el más barato (así está la leche que bebemos en casa). Apenas salimos de casa y los sábados por la noche nos tragamos todo lo que nos echan por televisión (dentro de unos años, habrá más problemas psicológicos). Ir al cine o al fútbol ha quedado como un buen recuerdo del pasado y eso de hacer una escapada de fin de semana... es pura ciencia ficción.
Tanto si hemos tenido la desgracia de quedar en el paro, como si tenemos miedo de caer pronto en él, reducimos drásticamente todos los gastos. Bueno, todos... todos... no. Siempre sacamos de donde no hay para poder realizar la inversión más insegura que existe: los juegos de azar.
No sé en otras partes del mundo, pero los españoles nos agarramos a los juegos de azar como a un clavo ardiendo. ¿Y si toca y salimos adelante?, se pregunta más de uno.
El incremento en todos los juegos está siendo espectacular: los “euromillones” han aumentado su recaudación en un 15%, “el gordo de la primitiva” en un 9%, la “quiniela” un 2% y la lotería cerca de un 3%. De otros como los casinos, los bingos o las máquinas tragaperras no tenemos datos, pero, seguramente, sea aun mayor.
Cuidado, sobre todo, con estos últimos. Provocan adicción y la ludopatía esta incrementándose de forma alarmante. Entre un 2 y un 3% de la población padece esta enfermedad.
Hablando de las tragaperras, según Mariano Chóliz, profesor de psicología de la Universidad de Valencia, las dichosas maquinitas "tienen las principales características para favorecer la adicción: accesibilidad (están en todos los bares y salas de juego), inmediatez en dar premio, posibilidad de jugar con poco (o con mucho) dinero, así como la inducción de activación emocional y errores cognitivos que favorecen la creencia de tener algún tipo de estrategia para ganar". Ya saben, cuando las divisen por el rabillo del ojo, salgan corriendo en la dirección opuesta.
Pero de entre todos los juegos, hay uno que destaca sobremanera y del que, ni aún queriendo, se puede huir: la lotería de Navidad. El famoso “Gordo”.
Cuando apenas faltan diez días para el sorteo, las administraciones de lotería están a reventar. Los colas son kilométricas ante las puertas de establecimientos tan conocidos como “Doña Manolita”, “El doblón de oro” o “El sol”, en Madrid, “Bello” en Valencia o “La bruixa d´or” en Sort. Y las cifras que se escuchan son mareantes: “Quiero 30 números”, “el total son 1.000 euros” o “me quedo con cinco hojas del 13”.
En fin, a lo mejor usted también cree que la suerte no le va a caer a uno encima porque si, sino que hay que trabajársela (pero de otra forma) y le parecerá increíble que alguien que se priva de acudir al cine con sus hijos, que pasa frío en su casa para no gastar o que intenta ahorrar medio euro comprando un producto peor, pero más barato, luego se gaste 20 euros en un papelito que, seguramente, el día 22 por la tarde irá a parar a la basura, pero... no seremos nosotros los que le quitaremos la ilusión a los que aún confían en la suerte.
¡Qué sean afortunados en la lotería!
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