martes, 16 de diciembre de 2008

Roscón de Reyes, ¿puede causar asfixia?

La noticia saltaba hoy a todos los medios de comunicación. Las primeras reseñas nos llenaban de honda preocupación, pero, a medida que transcurría la mañana, las buenas nuevas nos tranquilizaban. ¿De qué estamos hablando? Se preguntarán ustedes.


No, no nos estamos refiriendo a una súbita recuperación de la economía mundial, ni al sorprendente hallazgo de una vacuna contra el SIDA, de una curación asombrosa de todos los tipos de cáncer o de que se acabe con los problemas de la inmigración. España, ya desde la madrugada, estaba preocupada porque la nueva directiva de la unión europea sobre seguridad de los juguetes ¡estaba a punto de prohibir el tradicional Roscón de Reyes!

Vamos por partes, para los que no conozcan que es el Roscón de Reyes (nos congratulamos de tener lectores de fuera de España), decirles que es un dulce típico español, con forma de rosca, que tiene la particularidad de llevar en su interior pequeñas figuritas que van aflorando a medida que la gente, normalmente familiares y amigos, van comiéndoselo. Según las distintas regiones, cambian las costumbres, pero lo normal es incluir entre estas figuritas a un Rey Mago y el que se lo encuentre, se colocará una corona que acompaña al dulce. También se suele colocar un haba seca. En este caso, el que la encuentre tiene que pagar el dulce.


No nos equivoquemos; no es un dulce extraordinario, pero es una costumbre navideña entrañable, de la que, difícilmente, podríamos prescindir la mayoría de los españoles.

¿Por qué se lo quiere cargar la Unión Europea? No es que quiera cuidar de nuestra salud y desee que no engordemos. No van por ahí los tiros. Lo que pasa es que se está a punto de aprobar la nueva normativa europea sobre seguridad en los juguetes y en ella, se prohibirán todos aquellos juguetes contenidos en productos alimenticios en los que haya que comer el alimento para alcanzar el juguete y en los que éste no esté embalado correctamente.
Si se paran a pensarlo un poco, la normativa resulta lógica. Si tienen niños pequeños a su alrededor, habrán visto como, en la mayoría de los juguetes se incluye la típica frase de “no apto para menores de tres años por contener partes que se pueden desprender”. Eso, en juguetes, que, en teoría, porque los niños son muy suyos, no se comen. Imaginen el peligro que pueden tener pequeños juguetes “escondidos” dentro de un producto alimenticio.


Si se creían que exageraba el principio con lo de la preocupación, lean las declaraciones de Ignasi Guardans, eurodiputado de CyU (se acordarán de él: ese que en los recientes atentados de Bombay criticaba a Esperanza Aguirre por huir de un hotel en medio de un tiroteo, mientras él estaba cómodamente sentado en un restaurante lejos de la masacre): “la normativa bordea el ridículo. Cae en la exageración. Transmite la imagen de una UE ultrarreguladora y alejada de los ciudadanos. Cualquier padre de Sevilla o Barcelona sabe como proteger a sus pequeños”. Para esto están los políticos; para defender al roscón ante las más altas instancias europeas. Poca cosa tienen que hacer sus señorías ¿eh?

Los famosos huevos de chocolate con un juguete dentro se han salvado porque éste va protegido por una pequeña cápsula de plástico, cosa que no ocurre con las figuritas de los roscones. La facilidad para que los niños se atraganten es enorme.
¿Saben porque no han prohibido finalmente el Roscón? Pues porque se considera que las figuritas que se ponen no entran dentro de la definición de juguete. Una pequeña figura de un Rey Mago, un pequeño llavero, una pequeña peonza, un pequeño jugador de fútbol, una pequeña figurita de un león... ¿no son juguetes? Y entonces, ¿qué son? ¿Objetos de arte?


Vaya por delante que me encanta este entrañable producto navideño y la fiesta que se organiza alrededor de él, pero si algo es peligroso, por mucho que sea una costumbre arraigada, se tiene que prohibir. También estaba muy arraigado el vicio de fumar dentro de los restaurantes y ya no existe.

Esperemos que no ocurra ninguna desgracia, porque entonces ¿qué le diría el señor Guardans a ese padre de Barcelona o Sevilla? Conociendo al personaje, seguro que les echaría la culpa de lo sucedido.
Ya saben: “evita la ocasión y evitarás el peligro”.

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