Bueno, bueno, bueno. Parece que empezamos a ser importantes. Hasta los políticos se acuerdan de nosotros ahora que acaba 2008. El Partido Popular registró el pasado 26 de diciembre en el Congreso una Proposición no de ley para que el gobierno establezca, a través del Ministerio de Cultura, un Premio Nacional del Blog. Como lo leen.
“Internet está dando forma a una nueva cultura digital que exige que paulatinamente vaya reconociéndose como un espacio innovador de creación y comunicación” argumenta en su escrito a la Mesa del Congreso el Grupo Parlamentario Popular.
Se marcan como objetivo de este galardón el reconocimiento del valor creativo a obras que, a través de Internet, constituyan “la expresión genuina de una dimensión cultural propia a través de elementos totalmente originales y exclusivos de la red”.
Según los populares, con este reconocimiento oficial a los blogs, estos mejorarían las oportunidades de “comunicar la existencia de este magma creativo, además de resultar un incentivo para que los ciudadanos incrementen su consumo de esta forma de cultura digital de manera activa”.
Vaya por delante que siempre considero positivo que se promocione a los blogs, pero dudo mucho que, gracias a un premio dado por políticos, se “incremente su consumo” o que sirva “como reconocimiento del valor creativo”.
¿Qué se premiará? ¿El amiguismo hacia el partido que más votos tenga a la hora de dar los premios? ¿Qué hable de la región donde habitan los “amigos nacionalistas”? ¿Qué lo haga un cuñado del subsecretario? ¿Se lo darán a Pepiño Blanco?
Afortunadamente, los blogers ya inventaron los premios hace mucho tiempo. Y dudo mucho que alguno prefiera el Premio Nacional de Blogs a otros como el BOBs o el Bitácoras, por poner sólo dos ejemplos.
Si con estos premios se pretende politizar la blogesfera, más vale que dediquen sus esfuerzos a continuar con esta labor en el mundo de la música o el cine españoles. Que ya llevan muchos años haciéndolo y los resultados saltan a la vista. Cuesta abajo y sin frenos.
“Internet está dando forma a una nueva cultura digital que exige que paulatinamente vaya reconociéndose como un espacio innovador de creación y comunicación” argumenta en su escrito a la Mesa del Congreso el Grupo Parlamentario Popular.
Se marcan como objetivo de este galardón el reconocimiento del valor creativo a obras que, a través de Internet, constituyan “la expresión genuina de una dimensión cultural propia a través de elementos totalmente originales y exclusivos de la red”.
Según los populares, con este reconocimiento oficial a los blogs, estos mejorarían las oportunidades de “comunicar la existencia de este magma creativo, además de resultar un incentivo para que los ciudadanos incrementen su consumo de esta forma de cultura digital de manera activa”.
Vaya por delante que siempre considero positivo que se promocione a los blogs, pero dudo mucho que, gracias a un premio dado por políticos, se “incremente su consumo” o que sirva “como reconocimiento del valor creativo”.
Uno de los motivos por el que el mundo de los blogs crece año tras año es el de su independencia y diversidad. Cada lector puede elegir, entre cientos de miles, los blogs que mejor se adaptan a su forma de ser o pensar. Y, en el momento en el que su blog preferido traiciona su habitual línea o simplemente le aburre, lo tacha de su lista y explora otros nuevos en la red. Esa es su grandeza.
¿Qué se premiará? ¿El amiguismo hacia el partido que más votos tenga a la hora de dar los premios? ¿Qué hable de la región donde habitan los “amigos nacionalistas”? ¿Qué lo haga un cuñado del subsecretario? ¿Se lo darán a Pepiño Blanco?
Afortunadamente, los blogers ya inventaron los premios hace mucho tiempo. Y dudo mucho que alguno prefiera el Premio Nacional de Blogs a otros como el BOBs o el Bitácoras, por poner sólo dos ejemplos.
Si con estos premios se pretende politizar la blogesfera, más vale que dediquen sus esfuerzos a continuar con esta labor en el mundo de la música o el cine españoles. Que ya llevan muchos años haciéndolo y los resultados saltan a la vista. Cuesta abajo y sin frenos.
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