martes, 20 de octubre de 2009

El hielo ártico, la BBC, Copenhague y los “calentólogos”

Los “calentólogos” (como les denominan desde algunos medios de comunicación) o, hablando más correctamente, los defensores del cambio climático producido por las emisiones de dióxido de carbono (y otros gases) de los seres humanos, continúan alarmándonos.
Desde la organización ecologista WWF nos informan que nos estamos acercando al punto de “no retorno”. Según un informe de Climate Risk Ltd., que se dedica a asesorar sobre el riesgo, oportunidades y adaptación al cambio climático (como pueden comprobar, han surgido todo tipo de empresas y organizaciones gracias al “cambio climático”), el mundo tiene cinco años para iniciar una "revolución industrial de carbono bajo" antes de que se vuelva inevitable un cambio climático descontrolado. Más allá de 2014, los límites superiores de las tasas de crecimiento industrial harán imposible que las economías de mercado cumplan los objetivos de carbono más bajos requeridos para mantener el calentamiento mundial por debajo de los dos grados centígrados.

Para solucionar el caos que, según ellos, se provocará, no servirán las comercializaciones de emisiones que se están llevando a cabo en Europa (en eso estoy de acuerdo, es una simple excusa para recaudar más impuestos) y proponen que se transforme la industria hacia una versión más limpia y eficaz. ¿Cómo? Aumentando en un 20% anual, durante varias décadas, la implantación de energías renovables, la captura y almacenaje de carbono, la eficiencia energética, la agricultura de bajas emisiones y la silvicultura sostenible. ¿El coste de todo esto? Unos “miserables” 17 billones de dólares.

Chocan estas predicciones con las últimas cifras “oficiales” admitidas por la NASA. La agencia americana reconoce que en el momento en el que el hielo alcanzó su mínimo veraniego la superficie que cubría era de 5,36 millones de kilómetros cuadrados, 690.000 más que en 2008 y más de un millón superior a la de 2007. Aunque, para intentar minimizar el dato, recalcan que el grueso del hielo es mucho menor.

También empiezan a desmarcarse de las teorías catastrofistas algunos importantes medios de comunicación que, hasta ahora, defendían, a capa y espada, todo lo relacionado con el cambio climático.
Es el caso de Paul Hudson, corresponsal de la cadena británica BBC, que se preguntaba en un reciente artículo ¿Qué ha ocurrido con el calentamiento global? . En él se reconocía, por primera vez en este medio, que existe una controversia entre defensores y detractores del cambio climático. Entresacamos algunas de sus frases:

“El año más caluroso registrado a nivel mundial no fue 2008 ó 2007, sino 1998”. Aunque tal afirmación pueda resultar “sorprendente”, es “cierto”, afirma. “Durante los últimos 11 años no hemos observado ningún aumento en las temperaturas globales”.Y esto se ha producido mientras la emisión de CO2 a la atmósfera, supuesta responsable del calentamiento según gobiernos y ecologistas, ha seguido aumentando. Es decir, los modelos climáticos elaborados por la ONU han fallado estrepitosamente.

“Entonces, ¿qué significa todo esto?”, señala el corresponsal de la BBC. “Los escépticos del cambio climático argumentan que esto evidencia que han estado en lo cierto” todos estos años. Es decir, que la actividad del hombre poco o nada tiene que ver con el cambio climático. De hecho, el mes pasado, Mojib Latif, miembro del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) coincidió en que el planeta se podría estar enfrentando a un nuevo período de enfriamiento que podría durar otros 10 ó 20 años.”

Todo esto está ocurriendo en vísperas de la conferencia internacional sobre cambio climático que se celebrará los primeros días de diciembre en Copenhague, en la que se esperan reeditar los célebres acuerdos del Protocolo de Kioto. Con lo cual, los “calentólogos” se están poniendo más que nerviosos.

Desde este blog siempre hemos defendido que se deben extremar las precauciones para preservar el medio ambiente y salvaguardar el planeta. En lo que nunca hemos estado de acuerdo era en que para conseguirlo se hicieran saltar las alarmas, se asustara a los ciudadanos con falsas teorías y nos inundaran con impuestos denominados “verdes” que, en la mayoría de los casos, servían para financiar a los grupos promotores de los informes catastrofistas. Porque esas tácticas, más pronto que tarde, acaban volviéndose en contra de quien las promociona.

A las personas no nos gusta que nos amedrenten y si continúan saliendo a la luz datos que demuestren (o por lo menos nos hagan sospechar) que el cambio climático no está provocado por el hombre o, yendo más lejos, que ni siquiera existe, pronto los “calentólogos” pasarán de ser sabios eruditos que se preocupan por nuestro futuro a simples charlatanes de feria que solo buscan su propio beneficio.
Lo lamentable es que se perderá una oportunidad histórica para concienciar al mundo de la trascendencia de la ecología en nuestras vidas. Y todo por la codicia y el afán de notoriedad de unos cuantos pseudocientíficos.

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