PINGANILLOS Y CHULETAS ELECTRÓNICAS

El día que se inventaron los exámenes, se inventaron métodos para copiar en ellos. Y parece que esto viene de lejos, desde los antiguos sumerios, y ya ha llovido, ya.
Porque, a ver, ¿hay alguien que no haya copiado nunca en un examen? Seguro que los habrá, porque siempre hay de todo, pero, no se sientan ofendidos, seguro que alguna vez les habrán llamado “bichos raros”. Yo, sinceramente, no he conocido a nadie que no copiase alguna vez. Bueno si, a los que les daba igual suspender.
Pero es que lo de ahora parece increíble. Los tiempos cambian y ya nada volverá a ser lo mismo e incluso los artilugios que inventaba Q para James Bond hace unos años (¿se acuerdan?) se han quedado a la altura de las suelas de los zapatos.

Lo más socorrido son los teléfonos móviles con una gran cantidad de opciones, desde mensajes de texto, pasando por chuletas de las de antes, pero que en la actualidad son fotografías ampliadas, hasta auriculares inalámbricos. Lo malo es que se están empezando a poner inhibidores de frecuencia en las aulas de exámenes que impiden la tan necesitada ayuda exterior.
Sin embargo, lo que más de moda está son los equipos de transmisiones. Estos no tienen problemas de inhibidores. El alumno se coloca un pequeño receptor, una pequeña lenteja invisible en la oreja y un pequeñísimo micrófono, normalmente adherido al pecho. Su ayudante desde fuera del aula le dicta con total coordinación las preguntas que ha escuchado y ya está, aprobado sin pegar ni chapa. Estos equipos se pueden conseguir desde 300 hasta 1.000 euros y, según sus vendedores (http://www.chuletaselectronicas.com/) los que más se venden son los más caros, ya que el alumno que decide arriesgarse quiere todas las garantías posibles. Después se amortiza; el que lo ha comprado suele alquilarlo a otros “estudiantes” de confianza por 90 euros la sesión. Con un poco de paciencia hasta sacan beneficios.
Sólo hay que tener cuidado de que no se utilicen micrófonos en el aula de exámenes ya que se acoplan y quedan al descubierto y que no haya nadie más usando el pinganillo, por si provocan interferencias.
Los que los utilizan se vanaglorian de hacerlo:
-“ Es fundamental no hablar y mentalizarte de que nadie oye lo que te están dictando. Si es necesario repetir la pregunta para nuestro colaborador, que lo haga el mismo profesor a preguntas nuestras”
-“Hay que evitar levantar sospechas y si no vas nunca a clase sólo tienes que aprobar, no sacar una matrícula de honor”
-“Yo he terminado la carrera con el pinganillo. Incluso en el último examen se presentó mi ayudante en mi lugar”
-“ Llegábamos una hora antes al aula, para ver si había sistema de megafonía, y nos cargábamos todos los enchufes, por si acaso”

En EEUU el alumno pillado copiando puede ser expulsado para siempre de la universidad, en China incluso se le puede encarcelar, en Inglaterra se le suspenden todas las asignaturas de un semestre y en Francia se le prohíbe presentarse a cualquier examen durante cinco años. ¿Y en España? Lo más normal es que el profesor expulse al alumno pillado del examen y pierda la convocatoria. Nada más. Incluso la gente más allegada al alumno lo considera un “pícaro”.

Vuelvo a repetir que todos (o casi todos) hemos copiado o intentado copiar en alguna ocasión, pero de ahí a que los estudiantes aprueben la carrera completa a base de pinganillos hay un abismo. Un mal licenciado en empresariales o económicas puede hundir una empresa, pero ¿se imaginan ponerse en manos de un médico que se ha sacado la carrera de esta forma? Da miedo pensarlo, ¿eh?