Está a punto de estrenarse una película que dará mucho que hablar. Yo no suelo acudir al cine para ver películas “de padecer”, pero, en esta ocasión, creo que haré una excepción. “Anonyma” se titula la cinta del director alemán Max Fäberböck.
La película narra la degradación de una mujer de treinta años, famosa periodista y fotógrafa, a raíz de la derrota de las tropas nazis en 1945 y la entrada en Alemania del Ejército Rojo soviético. Día tras día, y durante tres largos años, las tropas soviéticas se dedicaron a violar a todas las mujeres alemanas que encontraban a su paso. Niñas, ancianas... todo valía ante la pasividad y aquiescencia de los mandos del ejército invasor y las ansias de venganza de sus tropas. Los historiadores coinciden en que más de un millón de mujeres alemanas sufrieron las continuas vejaciones de los soldados. Algunos, incluso, acercan las cifras hasta los dos millones.
Tengo que reconocer, que al igual que la protagonista de la película, la actriz Nina Hoss, desconocía aquella tragedia colectiva. Ya sabemos todos que la historia la escriben los vencedores y que los vencidos siempre son los únicos culpables de todo. Estos hechos no se conocieron nunca y, en cambio, las violaciones de los soldados japoneses en China se supieron de inmediato.
Pero, ¿por qué no había salido a la luz esta historia hasta que se escribió un libro sobre ella en el año 2003?
Varios motivos pueden haber influido en ello. El gran escándalo que provocaron las imágenes de los judíos en los campos de concentración, que hicieron creer a todo el mundo que cualquier habitante de Alemania era poco menos que un exterminador, ayudaron a tapar las salvajadas que cometían los ejércitos invasores sobre la población indefensa que quedó tras la guerra. También el secretismo con que las autoridades comunistas trataban todos los temas relacionados con el trozo de pastel que les tocó en el reparto. Pero, sobre todo, porque las mujeres alemanas se avergonzaban de lo sucedido y las violaciones sistemáticas se convirtieron en uno de los mayores tabúes de Alemania, sobre todo en el Este, que fue la zona que ocupó el Ejército Rojo. Nadie quería hablar sobre el tema. Todas las familias tenían alguna víctima en su seno.
Las guerras nunca traen nada bueno. Se gane o se pierda la contienda, las repercusiones económicas, políticas y sociales son tremendas. Pero sobre todo quien sufre es la población de a pié. Ellos son los que proveen de soldados a los ejércitos, los que sufren los bombardeos, los que pasan hambre, los que pierden sus posesiones y, en caso de perder la contienda, los que sufren las humillaciones de los vencedores.
Todas las guerras se tienen que evitar. Pero no cuando ya no haya más remedio que acudir a ellas, sino antes, sentándose los mandatarios a una mesa y no levantándose de ella hasta que se den la mano con sinceridad.
Solo así se podrán evitar estos dramas humanos que aun hoy, sesenta años después, continúan saliendo a la luz, horrorizando a toda la humanidad.
1 comentario:
Otra de tantas salvajadas de los soviéticos, como las muertes de millones de personas "antirevolucionarios" por los esbirros de Lenin, se habla de hasta 35 millones de muertos, pero la cifra puede rondar los 16 millones, que se dice facil ... pero suenan más lo 6 millones de NADA que se supone mató Hitler.
La imbecilidad humana, que no tiene límite, como decia Einstein (judio y matemático, se les dá muy bien contar, si)
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