lunes, 16 de febrero de 2009

¿Y si los “sin papeles” fuésemos los españoles?

El problema de la inmigración, lejos de mejorar, empeora día a día. Las noticias relacionadas con este drama se amontonan en los medios de comunicación y hay días, como el de hoy, en que son demoledoras.
Para empezar, sin duda la peor de todas: 24 inmigrantes ilegales han perdido la vida frente a las costas de la isla de Lanzarote. La patera en la que viajaban chocó, en medio de un fuerte oleaje, contra unas rocas apenas a veinte metros de la costa.
Tras volcar, la mayoría de los inmigrantes, entre los que había varios niños, quedaron atrapados bajo la patera. Al oír los fuertes gritos, dos jóvenes se lanzaron al agua y lograron salvar, con la ayuda de los vecinos de la zona que lanzaron cuerdas y salvavidas, a seis de los ocupantes de la patera, no pudiendo hacer nada por el resto.
Ya sabemos que los accidentes son inevitables, pero, normalmente, las fuerzas de seguridad, ayudadas por sus potentes radares, suelen avistar estas pateras cuando todavía están a varias millas de la costa. El Ministerio del Interior se vanagloria de que no se les escapa ninguna embarcación. ¿Qué ha fallado en esta ocasión? ¿O es que fallan más veces y no nos enteramos porque los inmigrantes llegan sanos y salvos a la costa? Sea como sea, veinticuatro vidas perdidas de forma miserable. Una vergüenza para la raza humana.

Otra de las noticias que nos llaman la atención proviene de Madrid. Por ley, la policía tiene que detener y expulsar a cualquier inmigrante que carezca de papeles. Lo que se solía hacer hasta ahora era detener y extraditar a los sin papeles que estaban involucrados en cualquier tipo de delito. Sin embargo, las cosas han cambiado. Las estadísticas de detenciones no dicen lo que el Ministro Rubalcaba quisiera oír y han decidido cambiar la forma de actuar. A partir de ahora, cada comisaría de policía tiene unos objetivos semanales en función del distrito en el que estén. Si están localizadas en una zona con mucha inmigración, la cantidad de detenciones debe sobrepasar las cien y si se encuentran en otras zonas menos masificadas, con 35 basta. Y si no logran conseguirlos, que acudan a otros distritos para lograr el cupo. Como lo leen. Incluso hay premios en forma de días libres para los que cumplen con los “objetivos”.

La nota filtrada desde los sindicatos policiales va más lejos: se recomienda dar prioridad a los marroquíes, ya que en el plazo máximo de internamiento de 40 días se pueden realizar los trámites de repatriación y el coste es asumible puesto que el traslado se realiza, la mayor parte, por carretera. Asimismo, desaconsejan la detención de ciudadanos bolivianos porque las plazas de avión están muy limitadas.

Las órdenes que reciben los policías les obligan a realizar identificaciones masivas e indiscriminadas sin ninguna sospecha por haber delinquido, simplemente los interrogan por ser jóvenes, por transitar por determinada zona o por tener aspecto de magrebí. Los agentes se sitúan en las bocas del metro, en los ambulatorios, en las escuelas, en los hospitales... en fin, como pueden comprobar, sitios todos ellos atestados de “delincuentes”. No buscan malhechores, buscan engordar las estadísticas.
Con estas medidas, lo que están consiguiendo es que los padres eviten llevar a sus hijos a la escuela o acudir a los hospitales por miedo a ser detenidos.

El gobierno español ha pasado del “papeles para todos” del año 2005 a la persecución de los que ya residen en nuestro país. ¿Cuánto tardarán en ofrecer recompensas a los ciudadanos que delaten el paradero de un inmigrante ilegal?
Y nos queda una tercera noticia. Estremecedora también. Los sin papeles detenidos pasan al Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Madrid. Un grupo de 85 inmigrantes retenidos han logrado sacar al exterior un manuscrito de seis folios en el que denuncian su situación dentro del centro.
Entresacamos algunas frases reflejadas en él: “Nos llaman gilipollas, moros o sucios. Nos dan palizas y nos vejan. Yo no soy ningún delincuente, trabajo como obrero de la construcción pero no tengo papeles”. “A un interno argelino, los policías le rompieron un brazo, otro sufrió lesiones en la mano y varios acabaron con politraumatismos”. “Nos desnudan y tiran nuestras cosas al suelo, desarman nuestras camas y nos recuerdan que somos basura que ha llegado de otros pueblos”. ¿Qué está pasando en el centro de internamiento?

Vivimos en un país civilizado y democrático, ¿cómo se pueden permitir las detenciones indiscriminadas y el maltrato posterior? ¿Dónde están los derechos humanos?

Sr. Corbacho y Sr. Rubalcaba, como estamos en crisis y la población, ante el miedo a perder sus puestos de trabajo, ya no les ven con los mismos ojos que antaño ¿vale todo contra los ilegales?
Tratémosles con decoro y respeto porque, si las cosas siguen igual, pronto muchos de nosotros también nos veremos en la obligación de buscarnos la vida en otro lugar. ¿Nos parecerá bien entonces que a los españoles emigrantes nos ocurran estos atropellos?

PD. A última hora, el Ministro Rubalcaba rectifica y excluye los “objetivos numéricos” de la función de la policía. Antes debería haberse dado cuenta de que era una barbaridad.

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