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Está claro de que si los ciudadanos nos mentalizásemos, este problema dejaría de existir: sólo sería necesario enrollarlo después de su uso en un papelito y depositarlo en un contenedor o una papelera. Pero, desgraciadamente, esto no ocurre.
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Pues bien, parece que pronto dejará de ser un problema. Y no es que la solución pase por un nuevo método más rápido y barato para quitarlos, sino en que desaparezcan por si mismos.
El invento procede de México, se llama Chicza y lo produce la empresa Consorcio Chiclero. Este chicle orgánico y biodegradable procede de la savia natural de un árbol y se presenta con sabores de menta, limón, hierbabuena, naranja, canela y frutas rojas.
Pero lo interesante no son sus diferentes sabores, sino sus características: el chicle no se pega en la ropa ni el pelo y se convierte en polvo cuando pasan seis semanas pegado en los pavimentos, con lo cual, pasado ese tiempo, las aceras quedan impolutas.
Aparte, según los fabricantes, el consumo de este chicle no provoca ningún trastorno digestivo al carecer de aditivos artificiales.
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"Lo más importante es que logramos reunir en un solo producto la historia de un pueblo como el maya, la conciencia ambiental y un artículo de alta calidad" aseguran sus productores, que se definen como una empresa de comercio justo.
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De momento van a empezarlo a exportar al Reino Unido. Esperemos que pronto podamos disponer de él en España.
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