Todos nos congratulamos del descenso en los accidentes de tráfico. Semana tras semana, las cifras de muertos y heridos bajan considerablemente y así desde hace más de un año. El ideal, por supuesto, sería que no hubiese ningún percance, pero hace un par de años nos hubiésemos dado con un canto en los dientes por conseguir las cifras actuales.El éxito se debe a diversos factores. De una parte, la política llevada a cabo desde el gobierno se ha demostrado que iba bien encaminada: el aumento de las sanciones, el carné por puntos, algunas campañas publicitarias... todo ha contribuido a solucionar parte del problema.
También han influido la mejora de algunas carreteras (aunque aún queda mucho trabajo por hacer), la mentalización de los conductores y los avances tecnológicos que equipan los coches de nueva generación. Pero hay una razón que nadie menciona y que, según mi punto de vista, resulta fundamental en esta reducción de los accidentes: la menor utilización de los vehículos. A nadie escapa que por culpa de la crisis, los coches se utilizan menos. La persona que se ha quedado en el paro ya no necesita desplazarse a su puesto de trabajo y los que no, se cuidan mucho de no efectuar desplazamientos que les provoquen gastos innecesarios. El consumo de carburantes ha descendido durante los cuatro primeros meses de este año un 9,7% con respecto al mismo periodo del año anterior. Concretamente, el gasóleo, que supone el 80% del consumo de carburantes en España, descendió en un 10,3% y el de la gasolina un 4,3%. En estas cifras también se constata que el transporte por carretera de mercancías ha sufrido enormemente las consecuencias de la crisis.
Pronto conseguiremos alcanzar las cifras del compromiso de Kyoto a este paso: 10% menos de carburantes de automoción, 17% menos de gas, 8% menos de electricidad... seguro que alguien catalogará estas cifras como positivas y hablará de lo responsables con el medio ambiente que nos hemos vuelto los españoles. Ya saben a quien me refiero.La conclusión es clara: menos coches en circulación, menos ocupación de calles y carreteras... menos accidentes.
Por esa regla de tres, si se producen menos accidentes sería consecuencia de que se evitan los peligros y se producen menos infracciones. Pues esto último, parece que no es así. Según los datos, tanto de la guardia civil como de los ayuntamientos, las multas están creciendo exponencialmente. La pregunta surge de inmediato: ¿hay menos accidentes habiendo más infracciones? No me lo puedo creer. Otra pregunta: ¿hay más sanciones para recaudar más? Parece que por ahí van los tiros.
Hoy se publicaba la noticia de un guardia civil al que le han retirado un plus salarial por el simple motivo de multar menos. Según la Dirección de la guardia civil, el rendimiento del agente había bajado ya que había descendido su número de sanciones a conductores. Seguramente habría algún motivo escondido ya que el agente no había puesto ninguna multa desde el mes de agosto del año pasado, pero ¿le pueden demostrar que ha mirado hacia otro lado cuando se ha producido una sanción? Según algunas voces anónimas (supongo que de otros guardias civiles que no quieren dar su nombre), la cantidad “recomendada” de multas por agente es de 100 al mes y, en el caso de no llegar a esa cifra, se pueden tener más guardias nocturnas, menos permisos laborales...
Ahora me empiezo a explicar un caso que viví hace unos diez años. Todos los días pasaba dos veces por el mismo tramo: una recta de más de un kilómetro con abundante tráfico en el que había un cruce a doble sentido con otra carretera muy concurrida justo a la mitad de la recta. Las infracciones que allí se cometían eran numerosísimas y los accidentes (algunos mortales) también. Nunca vi a la guardia civil en aquel tramo peligroso. En cambio, tres kilómetros más adelante había una curva de 180 grados, que se hacía a 30 kilómetros por hora y en la que era muy fácil pisar la raya continua central. Allí si que estaban todos los días. Allí si que era fácil recaudar sin tener que presenciar accidentes “desagradables”.
Las multas no tienen que servir para equilibrar presupuestos, ni estatales ni municipales. Mal vamos por ese camino. Por ello deseamos que entre en vigor la nueva normativa de tráfico en la que, si sale adelante, las multas sólo servirán para mejorar la seguridad vial, que es para lo que tienen que servir. Por cierto, a partir del 1 de julio, a todos los conductores que no nos hayan quitado puntos desde que se instauró este sistema, nos regalarán dos puntos. ¡Enhorabuena! ¡Qué buenos son los de la DGT!
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Tiene un gran dilema porque prácticamente todo el mundo se ha posicionado en contra del cierre. Como es natural, los trabajadores de la central están en contra, así como también el resto de centrales nucleares españolas que ponen sus barbas a remojar cuando ven a las de Garoña cortar. También están en contra los ayuntamientos de la zona (incluso uno gobernado por un alcalde del PSOE ha amenazado con dejar el partido), las comunidades autónomas afectadas, las compañías eléctricas, algunas organizaciones de consumidores y hasta el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) que ha emitido un informe favorable al mantenimiento de las instalaciones por diez años más con unos pocos cambios en materia de seguridad, por citar sólo unos ejemplos.

Todo esto es la teoría, porque en la práctica muy pocos conocen qué es lo que hacen, si es que realmente hacen algo. Yo lo único que sé es que en relación con la aprobación de las leyes, sus funciones sirven de bien poco, ya que, aunque el 100% de los senadores digan que una cosa es blanca, cuando posteriormente se vota en el Congreso, con que la mitad más uno digan que es negra... se queda como negra. ¿Para qué perder el tiempo tramitando las leyes en el Senado?
Pero la noticia que aparece hoy en los medios de comunicación ya es como para mear y no echar gota, como diría aquel. Mañana jueves, día 25, acudirá al Senado Manuel Chaves, vicepresidente tercero y ministro de política territorial para explicar ante la cámara las políticas generales de su departamento. Desde que en 1994 el Senado modificara su reglamento, en la Cámara Alta se puede hablar en cualquiera de las lenguas oficiales que coexisten en España. En esta ocasión (al igual que con el debate del Estado de las Autonomías, el primer discurso del presidente del Senado, la publicación en el Boletín de las Cortes Generales de las actividades no legislativas y los escritos de ciudadanos e instituciones dirigidos a la Cámara) se dispondrá de traducción simultánea para que los distintos representantes autonómicos debatan con Chaves utilizando sus respectivas lenguas. Siete intérpretes realizarán mañana su trabajo en el Senado para “ayudar” a nuestros representantes a entenderse: dos para el catalán, dos para el euskera, dos para el gallego y uno para el valenciano.
La ridiculez alcanza cotas insospechadas: ¡siete interpretes para que se entiendan 262 senadores que hablan el mismo idioma! Si esto me dijesen que ha ocurrido en cualquier otro país del mundo, sinceramente no me lo creería, pero claro, tratándose de los “derechos” de los nacionalistas en España... 
¿Cuáles son estos productos? Sin ánimo de aburrirles, les diré que estos productos pueden contener glutaraldehído (un desinfectante muy poderoso), formaldehído, ácido clorhídrico (salfumán), tensoactivos (sustancia utilizada en detergentes para disolver la grasa), amoniaco, lejía (hipoclorito sódico)... y ya conocen las consecuencias que conllevan la mayoría: desde irritación al contacto con los ojos, quemaduras o erupciones en la piel hasta reacciones alérgicas y problemas respiratorios crónicos, además de diversos problemas ambientales.
- Para la higiene personal, nada como los productos naturales y ecológicos. Existen muchas tiendas especializadas en estos artículos. Supongo que ya las conocen.

Se puso manos a la obra, dibujó unos cuantos bocetos y le dio la forma definitiva a su idea: un tacón con doble aguja que le da una estabilidad extra al pie. Entregó el diseño del tacón a un zapatero para que le confeccionase unos tacones de prueba de la talla 38. Desde entonces, se lo ha dado a probar a más de cien mujeres y el 90% le han preguntado dónde lo podían comprar. Los resultados no han podido ser más esperanzadores.
Las fotos corresponden a los zapatos que ha realizado de prueba. Supongo que dejando la idea en manos de diseñadores profesionales… mejorará notablemente.
- Manuel Chaves, tercer vicepresidente del gobierno y Ministro de “no se qué”. La familia es su prioridad absoluta. La suya, claro. Aparte de colocar a todos sus hermanos, sobrinos, primos, etc. en puestos públicos envidiables, ahora le han pillado dándole una subvención pública (apenas 10 millones de euros) a la empresa donde trabaja su hija de apoderada. “Mi hija tiene el mismo derecho que los demás a trabajar” ha dicho el padre en el Congreso. Ya... ¿“los demás” también tenemos derecho a recibir esas subvenciones en las empresas donde trabajamos?
- Alberto Saiz, Director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Hace un par de meses, varios agentes del CNI le acusaban de malgastar el dinero público en sus constantes viajes. Concretamente le acusaban de satisfacer una de sus pasiones, la pesca de altura (no sé porque a todos nuestros funcionarios les pega por matar animales: Garzón y Bermejo matan corzos, éste peces espada. ¿Será algún trauma infantil? ¿Tal vez impotencia?)
Tanto el ex ministro Alonso como los actuales ministros Carmen Chacón y Pérez Rubalcaba han salido en defensa de Saiz en sede parlamentaria. Sin embargo, parece que algo de cierto había en la denuncia. Como pueden ver en las fotos que acompañamos, las sospechas no son infundadas; ambas fotos están sacadas de la página web de la empresa senegalesa que se dedica a la pesca de altura, pero algo raro ocurre con la imagen del señor que va vestido de negro. En la primera, curiosamente, tiene la misma cabeza que la del otro ocupante del barco situado un par de metros a la derecha. En la segunda foto (una imagen totalmente nítida) al señor vestido de negro, sorprendentemente, se le ha emborronado la cara.
Estos milagros fotográficos, según cuentan las malas lenguas, se deben a las artes del agente del CNI destinado en la capital de Senegal, Dakar, que, presuroso ante las órdenes de Madrid, acudió a la empresa para “retocar” las fotos.
Digo yo que lo despedirán del cargo, aunque sólo sea por “falta de profesionalidad”; ¿qué clase de espía deja que le descubran metido en todos estos jardines? 
La enfermedad, como ya hemos dicho, se va extiendo y con ella los miedos, en ocasiones irracionales, de la población. Y, como siempre a lo largo de la historia de la humanidad, surgen aprovechados que quieren hacer negocio con la situación.
No que decir tiene que todos estos productos solo sirven para dos cosas: sacarles el dinero a los más crédulos y poner en peligro su salud, ya que no ofrecen ninguna garantía sanitaria. Por ello, tanto la FDA como el Ministerio de Sanidad en España (aquí también se han detectado cinco páginas con artículos fraudulentos) han advertido seriamente a estos portales y ya han conseguido que dos terceras partes retiren estos productos de la venta. El siguiente paso puede ser su clausura.
Sin embargo, hay otro peligro sanitario a través de Internet que pasa más desapercibido y que resulta, incluso, más “creíble”. Se trata de la venta de fármacos conocidos a través de páginas web extranjeras. Efectivamente, tanto el Tamiflú como el Relenza son antivirales que sirven para combatir el virus de la nueva gripe, pero tenemos que recordar que, en España, la venta de medicamentos y productos sanitarios a través de Internet es ilegal y que, aunque nos dé igual y nos saltemos las leyes, corremos el riesgo de ser engañados por estas “mafias” ya que, según la Interpol, ¡el 60% de los medicamentos que se compran por Internet son falsos!

Pero la verdad es que necesitan dinero. Y mucho. Todas las políticas de gasto público están empezando a pasar factura y el Estado ya tiene las arcas vacías. Buena prueba de ello es la aprobación (en el mismo Consejo de Ministros) de un crédito extraordinario de casi 20.000 millones de euros para cubrir el agujero de forma urgente.
Buena prueba de ello son los nuevos impuestos sobre el tabaco y la gasolina. Pero con ello, apenas se consiguen 2.200 millones de más al año y eso, para un estado que al final del año tendrá un agujero próximo a los 100.000 millones de euros, resulta insuficiente.

La carrera por reducir esta “huella de Carbono” está llevando a algunos hasta extremos tales como deshacerse de todos los electrodomésticos del hogar (incluido el frigorífico) o evitar a toda costa el transporte aéreo.
Como pueden comprobar, estamos bastante lejos de la cantidad idónea. Y ello, a pesar de que todo el mundo nos intenta concienciar: autoridades, políticos, famosos...
O sea, ¡que hasta el Rey Juan Carlos produce 300 veces más CO2 que usted o que yo! ¡Y Zapatero más de 700 veces! ¿No conocen el teléfono o las videoconferencias? Si quieren concienciar a la ciudadanía, nada mejor que predicar con el ejemplo. Menos viajes, menos “entrevistas de trabajo” y menos recepciones multitudinarias. Y más ahorro energético... y económico, que después sus viajes los pagamos entre todos. Y para lo que nos sirven... 
Si la propuesta la hubiese efectuado Obama o algún otro representante del lobby “progresista”, a más de uno se le hubiesen enrojecido las manos de tanto aplaudir, pero, claro, como la ha hecho Schwarzenegger... Incluso se ha escrito que “Terminator quiere acabar con los libros”.
Sólo le veo un inconveniente: los chavales han crecido usando la electrónica y no tendrían ningún problema, pero los profesores, en la mayoría de los casos, tendrían dificultades para adaptarse (ellos y sus clases) al nuevo dispositivo. ¿Qué se juegan a que, de seguir adelante con la iniciativa, los primeros que pondrán el grito en el cielo serán los profesores?
En esta ocasión, y sin que sirva de precedente, le doy la razón al Gobernador de California. Quizá obligado por la crisis, ha logrado entrever lo que nos deparará el futuro próximo. Casi, casi, como en sus películas. 
- Programar el navegador mientras se conduce también será considerado falta grave y podrá ser multado con hasta 200 euros. (¡Hombre! si hablar por el móvil mientras se conduce es peligroso, imagínense empezar a pulsar teclas.)
- Dejará de ser obligatorio llevar encima los documentos del coche. La Administración (policía o guardia civil) será la que se tenga que demostrar que no tenemos los papeles en regla y, por lo tanto, que cometemos un delito.
Todos estos cambios me parecen bastante lógicos y, en cierta medida, justos. Sin embargo, hay otros a los que no les encuentro explicación. Vayamos con ellos:
- Tampoco se perderán puntos por sobrepasar los límites de velocidad en las autopistas de entrada a las grandes ciudades, siempre que no se sobrepasen los 130 km/h. (Si es seguro circular a 125 km/h en este tipo de carreteras, ¿por qué las limitan a 80 km/h? ¿para recaudar poniendo multas?)

