Pero, ¿qué es el sello Fairtrade?
Mundialmente se identifica con este sello aquellos artículos procedentes de países del sur que han sido producidos en condiciones dignas y comprados a un precio justo que cubre de manera estable los gastos de producción. Es lo que aquí en España siempre se ha conocido como “comercio justo”. Además, por cada unidad de producto que se vende, los productores reciben una prima de comercio justo que se dedica a proyectos sociales y de desarrollo de su comunidad.
Mundialmente se identifica con este sello aquellos artículos procedentes de países del sur que han sido producidos en condiciones dignas y comprados a un precio justo que cubre de manera estable los gastos de producción. Es lo que aquí en España siempre se ha conocido como “comercio justo”. Además, por cada unidad de producto que se vende, los productores reciben una prima de comercio justo que se dedica a proyectos sociales y de desarrollo de su comunidad.
Existen 17 categorías de productos que pueden recibir este sello entre los que se encuentran el café, azúcar, cacao, fruta, arroz, miel, vino, zumos, especias e, incluso, balones de fútbol.
Las últimas cifras de consumo de productos de comercio justo conocidas en España son esperanzadoras ya que se han doblado las ventas de estos artículos. Existen cerca de 10.000 establecimientos que reconocen este sello, desde pequeños comercios hasta grandes cadenas como Carrefour, Alcampo o Eroski.
Sin embargo, y a pesar de este aumento, las cifras de ventas continúan siendo ridículas para un país de la envergadura de España. El valor total de las ventas fue durante el año 2007 de 3,9 millones de euros. Como pueden comprobar, una cifra insignificante.
¿Por qué estas cifras tan exiguas? Sobre todo por el desconocimiento; poca gente sabría responder qué significa “comercio justo” y no digamos si preguntamos por el sello “Fairtrade”. Si lo comparamos con un país de nuestro entorno como es el Reino Unido, allí hasta un 95% de la población reconoce el sello y su significado. El reto es alcanzar estas cifras en nuestro país.
El tema es importante si de verdad queremos colaborar en el desarrollo de los países menos industrializados. Por muchas subvenciones a fondo perdido y ayudas al desarrollo que se hagan, si no compramos los productos que producen difícilmente podrán salir del subdesarrollo. Y tiene que ser a través de esta forma de hacer negocios: pagándoles lo que en los países industrializados se consideraría como mínimo justo, sin estafarles ni propiciar la mano de obra en semiesclavitud como se ha hecho hasta ahora.
Eso si, como contrapartida, estos productos deberían venderse a un precio mucho más bajo del que se vende. Esto ayudaría a que se popularizaran. Quizá más de uno se haya hecho la misma pregunta que un servidor: si en los países del sur se pueden producir las cosas mucho más baratas ¿por qué en las estanterías de nuestras tiendas los productos de “comercio justo” tienen el mismo precio que el resto? Aun contando con las primas al desarrollo y los costes de transporte (por otra parte igual a otros productos) ¿quién se lleva la diferencia entre lo que se les paga y lo que nos cuesta?
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