Aparte de para pasar menos frío en invierno, el estar llenito de carnes no tiene ninguna otra utilidad. Más bien lo contrario, todo son inconvenientes: nos vemos mal al reflejarnos en los espejos, tenemos más riesgos cardiovasculares, mayor propensión al colesterol y la hiperglucemia y menos posibilidades de encontrar nuestra talla de pantalón en aquel modelo que tanto nos gusta.
¿Solución? Bueno, ya la conocen los que alguna vez han pasado por este trance: mucho ejercicio físico y una dieta baja en calorías. Lo malo es que las buenas intenciones de llevar una vida “sana” apenas nos duran unas semanas, por no decir días.
Una nueva investigación llevada a cabo en la Universidad de Navarra puede que nos ayude a mentalizarnos sobre la conveniencia de seguir a rajatabla una dieta.
¿Solución? Bueno, ya la conocen los que alguna vez han pasado por este trance: mucho ejercicio físico y una dieta baja en calorías. Lo malo es que las buenas intenciones de llevar una vida “sana” apenas nos duran unas semanas, por no decir días.
Una nueva investigación llevada a cabo en la Universidad de Navarra puede que nos ayude a mentalizarnos sobre la conveniencia de seguir a rajatabla una dieta.
El estudio en cuestión pone de manifiesto que una dieta hipocalórica en pacientes obesos activa las sirtuinas, un tipo de enzimas también conocidas como gen de la longevidad.
¿Una dieta para vivir más años? Pues parece que si, ya que está demostrado que las sirtuinas son una variedad de enzimas que regulan los procesos metabólicos de forma que retrasan el envejecimiento y contribuyen a prevenir dolencias como la obesidad, la diabetes y las enfermedades del corazón. Una dieta baja en calorías afecta directamente a estas proteínas provocando su activación y la consiguiente pérdida de peso y disminución del estrés oxidativo.
Lo que buscan ahora los científicos es como activar estas dichosas sirtuinas, sin tener que realizar una dieta estricta. De momento han comprobado que sustancias como el resveratrol, presente en la uva, el vino tinto o las nueces, sustituye el efecto de la dieta hipocalórica.
Pero no lancemos las campanas al vuelo; de momento todas las investigaciones se han realizado en animales y desconocen si al extrapolarlas al ser humano obtendrán los mismos resultados. Esperaremos impacientes.
¿A ver si tenía razón mi abuelo al decir que un buen trago de vino lo curaba todo?
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