El Ministerio de Industria acaba de hacer públicos, a través del ministro Sebastián en una conferencia en la Universidad Menendez Pelayo, sus nuevos planes para potenciar e impulsar la conectividad móvil en España durante los próximos cuatro años. Más protección a los usuarios y medidas para aumentar la cobertura son dos de los puntos fuertes que se contemplan en este nuevo Plan Avanza 2 (se han estrujado el cerebro: el anterior se llamaba Plan Avanza).
Aparte de otras medidas, como la de aumentar el número de frecuencias disponibles, una de las novedades del citado plan será la potenciación de las infraestructuras, concretamente premiando con subvenciones estatales a los ayuntamientos que más colaboren en la cobertura de la telefonía móvil. Esto, traducido al cristiano, significará que los ayuntamientos van a perder la cabeza (por no emplear otra palabra malsonante, ya me entienden, otra parte del cuerpo) en agilizar la concesión de licencias para la instalación de antenas para móviles allá donde a la compañía de telecomunicaciones le parezca mejor para potenciar su negocio.
Yo... perdonen, pero en agosto e intentado desconectar e igual me lo he perdido, pero ¿ya se ha demostrado científicamente que estas antenas no provocan trastornos en la salud de las personas?
Que yo sepa, todavía existe una feroz controversia entre las compañías de telecomunicaciones y los grupos ecologistas sobre si las antenas provocan todo tipo de males, incluidos tumores y cánceres varios. No pasa semana en que aparezca en algún medio de comunicación un posible caso relacionado con la existencia de una antena cerca de un colegio o una barriada en la que la incidencia del cáncer ha crecido de forma desmesurada. En numerosos ayuntamientos (no sé si en todos) existen normativas que prohíben la instalación de estas antenas a menos de doscientos metros de instalaciones educativas o sanitarias y abundan las comunidades de vecinos que, a pesar de ofertas con muchos ceros, declinan su instalación en sus tejados y terrazas.
Entonces, ¿en qué se basa el ministro Sebastián para afirmar que estas infraestructuras no son perjudiciales para la salud? Si tiene informes que lo demuestran, ¿por qué no los hace públicos? ¿Teme enemistarse con los grupos ecologistas? ¿Qué dirían ellos mismos si esta medida la hubiese tomado un gobierno de derechas?
Y que no caigan en la tentación de utilizar la premisa que dice que como no se ha demostrado que sean perjudiciales será porque no lo son. Muchas enfermedades tardan décadas en manifestarse, y entonces, ya es demasiado tarde para remediarlas.
No estamos en contra del progreso y las comunicaciones inalámbricas son parte de él. Pero queremos seguridad en que ese progreso no será perjudicial para nuestra salud.
Me gustaría que el ministro Sebastián, o el propio presidente Zapatero, nos aclarasen de una vez por todas esta controversia científica. Pero mucho me temo que dejarán que pase la tormenta con la boca bien cerrada y, dentro de unos pocos años, nuestros tejados estarán repletos de antenas. Ojala me equivoque.
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