martes, 30 de septiembre de 2008

Fernando Alonso gana bajo la luz de los focos

Los buenos aficionados a la Fórmula 1 ya teníamos ganas de que ocurriera. ¡Por fin Fernando Alonso ha ganado una carrera en este aciago mundial! Y ha hecho historia ganando la primera carrera nocturna disputada nunca. Por las calles de Singapur, Fernando ha sido el más listo a la hora de aprovechar todas las carambolas que se han sucedido en un Gran Premio de lo más accidentado.


Como ya hemos dicho, ésta ha sido una carrera especial; por primera vez se corría en plena noche. Y, a decir verdad, el espectáculo ha sido maravilloso. Ver desplazarse los bólidos a toda velocidad por las calles iluminadas de Singapur realza el vértigo de la Fórmula 1. Sin embargo, una pregunta nos asalta: ¿vale todo en aras del espectáculo?

Me explico. Durante los tres días que ha durado la carrera (dos de entrenamientos y el de la carrera) 1.500 focos han estado iluminando las calles de la ciudad. Estos focos estaban alimentados por decenas de grupos electrógenos que, en este escaso lapso de tiempo, han quemado más combustible de lo que gastan los 20 monoplazas que disputan el mundial a lo largo de toda la temporada. Y estos bólidos no consumen como nuestros coches precisamente.
En épocas de crisis y de preocupación medioambiental ¿era necesario este derroche?


El motivo ya lo conocen todos ustedes: correr a última hora de la tarde en Asia equivale a que la incipiente afición de aquel continente puede ver la carrera antes de acostarse y a que en Europa, continente donde se concentra el mayor porcentaje de aficionados, sea primera hora de la tarde, el mismo horario que si se corriera en el viejo continente.

La Fórmula 1 no se financia con los espectadores que acuden a los circuitos para ver en directo los grandes premios, sino con los ingresos de las televisiones que los emiten para todo el mundo. Por lo tanto, cuantos más telespectadores estén delante de sus televisiones, mayores ingresos publicitarios y mayores beneficios para el dueño de todo esto, Bernie Eccleston. Y parece que le ha ido bien, ya que ha declarado que su objetivo es que todos los Grandes Premios que se disputan en Asia tengan horario nocturno.

Por desgracia, el deporte ha llegado a unos niveles donde lo que más prima ya no es la competición en si, sino los ingresos que genera como puro espectáculo que es. Quien manda es la televisión y ella es la que impone los horarios en los que debe disputarse cualquier competición. Y esos horarios son cada vez más intempestivos provocando que se tengan que celebrar las distintas competiciones bajo la luz de unos focos descomunales.

¿Le encuentran ustedes algún sentido a que un partido de fútbol se tenga que disputar a las 9 o las 10 de la noche? Yo no. El estadio ha estado durante las horas de luz solar vacío; los espectadores que quieran verlo en vivo tienen que salir de sus casas ya de noche, después de pasarse toda la tarde sentados esperando; el partido termina a las doce de la noche, cuando en algunas ciudades el metro ya ha cerrado y los desplazamientos al estadio se tienen que hacer obligatoriamente en vehículo particular y, encima, llegan a sus casas pasadas la una de la madrugada y al día siguiente hay que ir a trabajar. En fin, como pueden comprobar todo “ventajas” para el medio ambiente y para los sufridos aficionados.


El deporte televisado cuesta muy caro y es lógico que las cadenas de televisión quieran rentabilizarlo al máximo, pero yo no creo que si un partido de fútbol se disputase a una hora más prudencial tuviese menos audiencia. Si el partido vale la pena, la gente lo verá a la hora que sea. Y lo mismo para el resto de los deportes.
Debería conseguirse un compromiso a nivel nacional, sino mundial, para que los acontecimientos deportivos se realizasen en horarios con luz diurna porque, aunque el porcentaje de energía que se utiliza en estos eventos en comparación con el consumo total será muy bajo, también es cierto que este consumo es totalmente superfluo y evitable.

Hay que ahorrar energía. Que las televisiones nos den un buen ejemplo.

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