Educación inglesa

La educación en el Reino Unido siempre había sido famosa por la denominada “disciplina inglesa”. Un sistema algo anticuado, muy clásico, rígido y poco innovador. La idea que teníamos en mente era la de unos niños perfectamente uniformados, asistiendo a colegios enclavados en edificios majestuosos y estudiando asignaturas como griego o latín.
Indudablemente, esta idea era un simple estereotipo creado por las películas y las series de televisión y no se ajustaba a la realidad. Pero a partir de ahora, las cosas van a cambiar radicalmente.

La autoridades inglesas están acabando de ultimar una propuesta de reforma educativa que eliminará muchas de las materias de estudio científicas, geográficas o históricas obligatorias hasta la fecha para los niños hasta 11 años, de manera que se flexibilizaría la enseñanza al máximo y se adaptaría a los tiempos que vivimos.

La idea es pasar de las 13 áreas de conocimiento obligatorias a seis: comprensión del inglés, comunicación e idiomas, matemáticas, comprensión científica y tecnológica, comprensión humana, social y ambiental, salud física y bienestar, y comprensión del arte y el diseño.
El objetivo es que no se dupliquen las enseñanzas, ya que muchas materias se estudian tanto en educación primaria como, más a fondo, en Secundaria.

De esta manera, se hará hincapié en materias tradicionales como la fonética, el cálculo o la cronología histórica, pero también en nuevos medios, Internet y sus herramientas, uso de blogs, podcasts, Wikipedia y Twitter como fuente de información y comunicación, y deberán ganar fluidez en el uso de teclados y en la escritura a mano.
Se potenciará la educación medioambiental, las habilidades del cálculo mental frente al uso generalizado de las calculadoras y la educación para la salud de los propios niños (dieta saludable, educación física) y de su medio.

Yo no se a ustedes, pero a mi me dan envidia. Que tomen buena nota nuestras autoridades porque este tipo de enseñanzas son las que necesitan nuestros pequeños.
No se que ocurre en sus ciudades, pero en la que vivo, a los 11 años, los niños saben expresarse perfectamente en el idioma autóctono (hablado por tres millones de personas) pero apenas saben hilvanar cuatro palabras seguidas en castellano (idioma en el que hablan 400 millones). Conocen hasta la saciedad el significado de la palabra paz pero desconocen el porqué se originan las guerras ya que no han estudiado historia. Apenas saben usar un ordenador puesto que disponen de uno por cada diez niños y solamente dos horas a la semana. Los reconocimientos médicos brillan por su ausencia y no saben nada de eso que llaman “dieta saludable”. Por supuesto que les han enseñado que se hundió un petrolero en las costas gallegas y que hubo una guerra en Irak, pero ninguno de ellos lo sabría localizar en un mapa. Abundan las faltas ortográficas, desconocen idiomas extranjeros y se fomenta el uso de calculadoras.

La educación pública en España se basa más en criterios políticos que en necesidades educativas y así nos luce el pelo. Incluso a esas tempranas edades, los profesores se dedican más a adoctrinar a sus alumnos que a enseñarles los conocimientos básicos, por lo que cuando esos niños llegan a secundaria, el fracaso escolar se multiplica. Y lo que debería ser una suerte –vivir en una comunidad bilingüe- se convierte en un problema por la imposición que las autoridades hacen de las lenguas autóctonas.

Estamos a tiempo de cambiar. Sigamos el ejemplo del Reino Unido y enseñemos a nuestros niños materias que les puedan servir para su futuro desarrollo.