viernes, 2 de noviembre de 2007

DROGAS OLIMPICAS


No hace mucho tiempo, el presidente de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) Dick Pound acusó a Juan Antonio Samaranch de tapar casos de dopaje aprovechando que era presidente del Comité Olímpico Internacional (COI).
Hubiera sido preferible que lo denunciase cuando todavía estaba en el cargo y no varios años después, pero no deja de ser curioso que durante su mandato apenas surgieran casos de dopaje en el deporte olímpico.
No hay deporte en el que no surjan casos de dopaje y en los que no aparece como hecho probado hay un sinfín de sospechas de que también se lleva a cabo.
La noticia que surge ahora es mucho más grave que una simple acusación sin pruebas: el experto alemán en dopaje Fritz Sorgel dijo que se están usando nuevas drogas en el deporte y que los controles están quedando atrasados en relación con los últimos progresos a pesar de la lucha intensa que se está llevando a cabo en su contra.
El investigador alerta de la llegada de una nueva sustancia llamada Dynepo que simula los efectos de la EPO pero no puede ser rastreada. La denomina EPO inteligente y llega a la conclusión de que cuando los laboratorios clandestinos diseminados por todo el mundo la elaboren (dentro de muy poco) la batalla en contra del dopaje estará perdida por largo tiempo.
También predice que el mercado estará inundado de estos productos en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.
Según Sorgel “debemos convivir con este sistema de hipocresías. El deporte es una gran mentira. Los atletas se dopan con drogas nuevas y no tienen idea de los efectos colaterales que ese tipo de sustancia les traerán.”
Estoy totalmente de acuerdo con este investigador alemán. Pero la hipocresía no se para en los atletas. Que tomen nota también los dirigentes deportivos cuando se les llena la boca anunciando tropecientas medallas en las próximas olimpiadas para así mantenerse en sus puestos bien remunerados. ¿Cómo creen que las pueden conseguir? Como sea, dirán los dirigentes, la cuestión es que me pueda hacer la foto con ellos.
Y que me dicen de la hipocresía que tenemos todos nosotros, los espectadores. Todos queremos que los cien metros lisos se corran en un abrir y cerrar de ojos, que los ciclistas suban la montaña más imposible dejando atrás a las motos de la televisión o que los futbolistas corran en el minuto noventa como si fuera el primero del partido. Y si no hacen todo eso apagamos el televisor o dejamos de comprar el producto que llevan publicitando en sus camisetas.
Nos hemos acostumbrado a que el deporte sea un espectáculo made in Hollywood sin darnos cuenta que las películas se hacen con efectos especiales. Desgraciadamente los efectos especiales del deporte son las sustancias dopantes.
No exijamos tanto. ¿Cuánto tiempo hace que no ven un partido de niños o de aficionados? Volvamos a los orígenes del deporte y dejémonos de galácticos y de superhombres. Esos para el cine. El deporte que sea sano y con limitaciones.

- Voy a comprarme un televisor plano y pegarlo en el techo de mi habitación.
- ¿Para que vas a hacer eso, Paco?
- Pues porque me han dicho que las próximas olimpiadas las harán por la noche y no voy a estar durmiendo en el sofá todos los días.

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