viernes, 23 de noviembre de 2007

IMPUESTOS PARA EL CAMBIO CLIMÁTICO (II)


He recibido varios comentarios sobre el post que escribí anteriormente sobre una encuesta en la que se reflejaba la predisposición de la población a que aumentasen los impuestos como medida disuasoria para que se consumiese menos energía.
Algunos me comentaban acertadamente que si esos impuestos se utilizaran para desarrollar energías alternativas que ayudasen a mitigar la emisión de CO2 a la atmósfera, se podrían considerar como bien empleados. Otros comentaban que la única manera de escarmentar a los derrochadores era rascándoles los bolsillos. Con los primeros estoy prácticamente de acuerdo. Con los segundos no.
Trabajo en una oficina donde en invierno se está a 26 grados y en verano a 19 y cuidado no digas nada porque te consideran un bicho raro.
Vivo en un bloque de viviendas en el que para bajar doce escalones hasta los adolescentes cogen el ascensor y no se te ocurra ni comentarlo porque enseguida te dicen que ellos pagan la comunidad como todos y tienen el mismo derecho a coger el ascensor.
Si no inundan de luces navideñas las calles de nuestros pueblos los ciudadanos se quejan de la iluminación austera y se preguntan a que bolsillo van a parar los presupuestos municipales de iluminación.
Tengo amigos que cogen el coche o la furgoneta de la empresa para ir a todos los sitios, aunque sólo se tengan que desplazar doscientos metros. Coméntaselo y te dirán que es un trabajo para su empresa (aunque no lo sea) y no tienen por que ir caminando.
Las pocas veces que he tenido que usar el servicio en el supermercado donde hago las compras siempre me he encontrado las luces encendidas y casi siempre el agua saliendo del grifo. Díselo a alguien que acaba de salir de allí y te dirá que te metas en tus asuntos.
En la sociedad actual una gran parte de la energía que se consume no la pagan los ciudadanos directamente.
¿Es que acaso la energía que no pagamos no contribuye al cambio climático?
Si nos aumentan los impuestos sobre la energía ¿apagarán los empleados sus ordenadores al salir de la oficina? ¿dejaremos de acudir a esos grandes almacenes donde hace un calor insoportable en pleno diciembre para que así rebajen el consumo en calefacción? ¿no subiremos a los autobuses urbanos más veteranos ya que son los que más consumen y más contaminan? ¿dejaremos de ir a visitar las ciudades turísticas que iluminan profusamente toda la noche sus monumentos?
Nos dará igual. Esos impuestos de más los pagarán otros. Incluso, aunque los tengamos que pagar nosotros, pensaremos, como me decía un amable lector, que como tengo dinero me lo puedo permitir.
¿Cuánto estarían dispuestos a pagar en impuestos de más los ciudadanos que participaron en la encuesta? ¿Un 5%? ¿Un 10%? Pues perdónenme los que piensan lo contrario pero continuaríamos consumiendo lo mismo. La gasolina ha aumentado más de un 20% en el último año y las calles continúan igual de llenas de vehículos que hace un año. Pagar más impuestos sólo servirá para que nos sangren un poco más nuestras cuentas en beneficio del estado. Y no se equivoquen: pagando más impuestos no se tienen mejores servicios ni mejores investigadores. Estos se consiguen si los gestores que administran nuestros impuestos son eficientes y no derrochan el dinero que cae en sus manos. Pagar más para que puedan organizar decenas de comisiones y grupos de trabajo inútiles no va con mi idea de ahorro energético. Que le vamos a hacer.

- ¿Tú crees que con lo del cambio climático los políticos apagarán las luces y las calefacciones de sus ministerios o ayuntamientos y usarán menos el coche oficial?
- Buena pregunta, don Graciano. Muy buena pregunta.



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